28 octubre 2019



5

CAMINO  PEDREGOSO


Todo paso muy deprisa.
       La lluvia resonaba en el agrietado cristal de la luna del coche y en el abollado parachoques. Todos habían enmudecido y parecía que les iba costando asimilar lo que acababa de suceder.
       El corazón de Ginny latía con sumo frenesí, todo se había emborronado un instante tras el choque. Por un momento recordó la pesadilla que había tenido horas antes, le embargaba la misma situación de desconcierto, no oía nada más que el sonido de la lluvia, no entendía qué había pasado y si se hallaba verdaderamente en el coche de su hermano, pero unos segundos después se dijo a sí misma que eso era real, que necesitaba moverse y mirar a su alrededor, sin embargo el miedo la invadió un momento al notar un punzante dolor desde su nuca hasta el final de la espalda. Se vio aprisionada por el cinturón de seguridad. Poco a poco empezó a distinguir más sonidos aparte del de la agresiva lluvia. Notó cómo una mano se posó en su hombro y, con cuidado de no volver a hacerse daño, intentó ladear la cabeza hacia su izquierda, observó a Harry poniéndose las gafas, su expresión era de total desconcierto y desasosiego.
-¿¡Estáis todos bien!? –dijo el muchacho en voz alta y algo quebrada agarrando a la pelirroja del brazo con intención de que se enderezara en el asiento- ¿Ginny, me oyes? ¿Puedes moverte?
-Sí... -musitó la joven-, eso creo... - el dolor del cuello permanecía en ese punto según se colocaba en el asiento, se miró los brazos por instinto y Harry la soltó, A primera vista parecía que estaba ilesa salvo por el molesto dolor del cuello y en el hombro izquierdo. Al notar que el coche no hacía ruido se desabrochó el cinturón de seguridad, intentando liberarse así también de la ansiedad que empezaba a inundarla, a ella y al resto. Miró al frente por fin y le alivió que el dolor no fuera a más.
       Hermione estaba estática y aferrada a su asiento, sosteniendo la temblorosa mano de Ron con fuerza. Éste en cambio respiraba agitadamente y se llevaba la mano que tenía libre a la cabeza. Desde atrás su hermana no veía del todo bien su expresión, pero intuía que en ese instante su cara era de completa angustia y desesperación, y que el joven sólo estaba pensando en el destrozo del coche más que en los presentes.
      Ginny se dio cuenta de que habían derrapado de lado, desde su punto de mira una gran roca tapaba la parte derecha del vehículo por la puerta del conductor hasta el capó y buena parte del parachoques delantero.
-¡Joder! –Oyó exclamar a Malfoy con voz quejumbrosa- ¡Qué desastre! ¿¡Se puede saber qué has hecho, Weasley!?
-¡Cállate, Malfoy! –dijo Harry con brusquedad.
       La joven Weasley necesitaba comprobar por instinto que todos estaban bien, o al menos, enteros, fijo su vista en Luna, quien a su lado se abrazaba a su mochila con la mirada perdida y con grandes ojos de asombro respirando con lentitud.
-Luna, reacciona –la dijo la chica sosteniéndola por los hombros procurando no moverla demasiado por si tenía alguna lesión–. Háblame, por favor.
-Menos mal que hay cinturones... -susurró la chica casi sin aliento pestañeando al fin.
-¿Os habéis hecho daño? –volvió a preguntar Harry.
-Bueno... –dijo Hermione de repente moviéndose con cuidado- creo que nada fuera de común, no sé...
-¡¿Nada fuera de lo común?! –Estalló Malfoy irascible- ¡Puedo tener el brazo roto por vuestra culpa! –Decía mientras se frotaba el antebrazo izquierdo y ponía muecas de espanto- ¿¡Quién cojones te ha enseñado a conducir, Weasley!?
-¡Ron! –exclamó Harry, intentado ignorar las quejas del chico rubio, al ver que su amigo seguía en la misma posición se empezó a alarmar-. Dime que no tienes nada roto.
En ese momento Ginny si inclinó hacia delante en su asiento para observar mejor a su hermano.
-Maldita sea... -empezó articular el pelirrojo sin quitar la vista del salpicadero- maldita sea... maldita sea...
-¡Ron, por favor di otra frase! –dijo Hermione algo asustada aun sujetando su mano y acercándose un poco más a su asiento al borde de la histeria.
-Qué desastre... –era evidente que el chico Weasley estaba en medio de un estado de shock, pero no parecía tener lesiones externas.
-¡Eso mismo digo yo! –Intervino Malfoy de nuevo, aun frotándose el brazo aparentemente malherido-. Pienso ponerte una denuncia en cuanto... ¡Auch! ¡Aparta, Lovegood! Mi padre se enterará de esto...
-Basta, Malfoy– interrumpió Hermione conteniendo su nerviosismo.
-Está diluviando y le hemos estado distrayendo... -espetó Harry apretando los puños- Podría haberte pasado a ti también si fueras al volante, pedazo de imbécil.
.-Vamos a ver, un poco de calma –volvió a decir Ginny intentando serenarse-. Lo primero; ¿Podemos movernos todos?
-Sí, creo que sí –respondió Harry mirando hacia el cristal de su ventanilla y desabrochando su cinturón de seguridad.
Luna y Hermione asintieron.
-¿Qué eres ahora, enfermera? –soltó Draco.
-Si lo fuera acabarías pidiendo mi ayuda –contestó Ginny- y si tuvieras el brazo roto no lo sostendrías en esa posición. Con lo debilucho que pareces te morirías de dolor.
Por respuesta recibió una mirada de asco del muchacho.
-Bueno, lo mejor será salir y ver los desperfectos –intervino Hermione.
-¡Ay, Dios...! -dijo Ron dijo mirando al agrietado cristal de su ventanilla.
-Venga, Ron, has frenado pronto –animó Harry como pudo-, seguro que el impacto no ha sido tan grave...
-Prueba a arrancar –dijo Ginny.
-Primero asegurémonos de que el remolque está intacto –respondió Ron volviendo a recobrar el sentido del espacio poco a poco.
-Está bien, Malfoy abre tu puerta –dijo Harry autoritario.
-Está diluviando, Potter.
-¿Y qué? Es agua, no ácido.
-Sí crees que os voy a ayudar con el trabajo sucio, vas listo.
-¿Te parece que este es momento de ponerse tiquismiquis por tonterías? Vale, no ayudes cuando terminemos te prometo que te dejamos aquí plantado por no colaborar. Si el niño rico no quiere ensuciarse de barro, tampoco se vuelve a casa.
-Vete a la mierda.
-¡Abre de una vez! –dijo Ginny exasperada.
       Draco abrió con suma lentitud moviendo su brazo bueno y lanzando un bufido de rencor. A continuación salió Luna, con el rostro más sereno y con la sensación de no notar la fina lluvia cayendo en sus holgadas ropas ni en su espesa melena. Después salió Ginny desperezándose para terminar de comprobar si podía moverse bien y apartando su coleta a un lado por la lluvia. De la parte delantera Hermione salió sin dificultad aunque parecía algo entumecida. Mientras Harry salió con rapidez a la parte trasera de la camioneta y Ron aún estaba considerando la opción de quedarse en el asiento por el resto de sus días temiendo lo peor si se atrevía a mirar más allá del capó.
-Bueno, al parecer sólo tendremos leves contusiones... -observó Hermione frotándose el muslo de la pierna derecha y revisando su hombro izquierdo pensando que quizá le saliera un moratón- Venga, Ronald, sal ya –dijo suspirando.
-Espera, intentaré moverla –Ron giró la llave y el motor empezó a sonar de forma algo entrecortada un momento.
-Ron, espera –se oyó la voz de Harry tras la camioneta.
-¿Qué pasa? –dijo el conductor poniendo una mueca aprehensión mientras se aferraba la volante.
-Se está deshinchando una rueda... -contestó el chico de la cicatriz desde la parte de atrás.
           Ginny al oír eso empezó a recorrer la camioneta de cabo a rabo; Como era de esperar, la parte delantera había sufrido un daño notable en el lado de Ron, la carrocería estaba marcada de rozaduras y uno de los faros estaba agrietado. Pero lo que parecía más escandaloso de ver era la parte de atrás, más que por los daños, por el desorden provocado, Como dijo Harry, una rueda trasera se estaba deshinchando, debido seguramente a una de las numerosas y gruesas ramas que se hallaban en el camino. El remolque en el que iba la moto de Sirius había volcado junto a un par de maletas que había dentro, la manta gruesa que lo cubría estaba debajo. Y parte del equipaje estaba esparcido por el camino embarrado. La roca con la que impactaron era muy grande y de una forma extraña, daba la sensación de que estaba incluso mal situada entre ese frondoso camino de árboles y matorrales, estaba rodeada de musgo y de pedruscos de varios tamaños.
        Al fin Ron logró tomar aire y salir a ver con sus propios ojos el choque. Tras dar varias vueltas emitiendo sonidos similares al llanto de un perro al que le acaban de pisar la cola, según le parecía a su hermana, se llevó de nuevo las manos a la cabeza. Mientras Harry intentaba enderezar el remolque haciendo palanca, y Hermione empezó a recoger los objetos y mochilas de alrededor ayudada por Luna.
-Siniestro total –comentó Draco tras un silencio.
-¿No podemos inflar la rueda o poner alguna de repuesto? –preguntó Ginny.
-No, hay... Sirius me dijo que las que pedí llegarían en unos días... ¡Dios! ¡La moto de Sirius! Me va a matar...
-Ron, ayúdame -dijo Harry-. No parece que esté en mal estado, y en todo caso al que asesinará será a mí.
         Ginny fue a echar una mano a las chicas mientras Draco observaba el panorama sosteniéndose el brazo dolorido molesto por la lluvia. De repente notó cómo le golpeaban levemente con algo blando:
-Pon algo de tu parte y terminaremos antes –le dijo Hermione tendiéndole una mochila.
-He dicho que no pienso ayudar, Granger, este marrón os lo coméis vosotros.
-¿Y vas a dejar tus cosas por ahí desparramadas? Bien, tú mismo –le dijo la chica arqueando una ceja y soltando la bolsa en el suelo.
           En ese momento Draco empezó a moverse y a imitar a las demás metiendo el equipaje en los asientos traseros del vehículo, acabó llevando algo más que sus pertenencias.
       Tras unos minutos y ayudados por las chicas Harry y Ron lograron enderezar el remolque, desafortunadamente la moto no parecía tener un aspecto óptimo en un lateral, Entre todos probaron desengancharla y bajarla.
-Puedo ir con alguien siguiendo el camino hasta encontrar ayuda, mientras quedaos aquí -Harry se subió dispuesto a probar el motor, pero este no sonó. Tras varios intentos dieron por perdida la opción "rescate en moto".
         En su interior Ginny se sintió algo desilusionada, ya que una parte de ella deseaba ser quien acompañara al chico de las gafas en la moto, hubiera sido una buena oportunidad de acercamiento, pero tampoco estaba dispuesta a pronunciarse.
-Decidme que esto es una broma de cámara oculta... -se quejó Draco.
-Calla. También hemos perdido el mapa... -comentó Hermione estresada rebuscando en su asiento.
-A eso ya no se le podía llamar mapa –dijo Ginny.
-Qué desastre.
        De repente Luna soltó un fuerte estornudo que hizo dar un respingo al resto, frotándose la nariz pidió disculpas y añadió:
-¿Oíd, no creéis que si nos quedamos aquí quietos será peor? Cuando oscurezca no servirá de nada que estemos quietos y si nos separamos nos desorientaremos. Y la lluvia me gusta, pero esta zona es medio montañosa y parece fría por la noche, deberíamos movernos y pedir ayuda entre todos.
-Sí, será lo mejor –secundó Ginny.
-¿Y vamos a dejar esto sin vigilancia? –preguntó Ron angustiado.
-Por lo que estamos viendo, no creo que pase mucha gente por aquí desde hace tiempo, Ron.
-Eso no lo sabemos con seguridad. Puede que por el mal tiempo no pase nadie, ¿pero y si hay momentos del día en que sí?
- Hemos comprobado que este camino no aparece en el mapa –Ginny notaba que Ron analizaba su automóvil con miradas de quejumbroso dolor y añadió soltando un bufido-. No creo que la poca gente que pueda pasar se tome tantas molestias en robarte la camioneta tal y como está y con el tiempo que hace.
-Pero... -farfulló el pelirrojo imaginándose a una panda de matones barrigudos vestidos con ropa de leñador y mecánico estropeada, parando en mitad del camino del siniestro y sacando de su furgón toda clase de herramientas, dispuestos a desguazar su preciada camioneta nueva, sin que les importara que lloviera a mares, mientras enganchaban el remolque con la moto de Sirius a su sucio furgón y hablaban del dinero que les podrían dar por las piezas de esas dos sorpresas que habían encontrado por el camino.
-Deberemos llevarnos lo esencial –añadió Harry-. Y por si acaso esconderemos la moto entre esos arbustos.
-Sigo pensando que alguien debería quedarse –insistía Ron mientras iba poniendo nombre y apellidos a los matones barrigudos de su imaginación-. Me puedo quedar yo.
-Pero Ron, la tormenta tiene pinta de ir a peor. No conviene separarse si no tenemos algo con lo que mantenernos en contacto –repuso Potter-. Yo solo tengo un móvil.
-¡Y yo tengo el mío! –saltó Ron esperanzado, lo sacó del bolsillo y lo encendió- La cobertura no es muy buena, pero la batería puede aguantar hasta la noche.
-Pero no sabemos cuánto podemos tardar en encontrar ayuda ni si recibiremos señal en el móvil de Harry por el camino –intervino Hermione-. Deberíamos movernos ya sin separarnos. Podemos ir marcando el camino –sugirió.
-Maldita sea... Habrá que moverse -suspiró el pelirrojo mirando de nuevo a su alrededor con resignación.
-Genial, ahora toca excursión –habló Draco para sí mimo, había permanecido en los asientos traseros de la camioneta refugiándose de la lluvia desde que terminó de colocar el equipaje.
          Todos empezaron a recoger lo que creían necesitar mientras aseguraban el resto en el interior y Harry y Ron tapaban la moto.
         Mientras, Ginny se quitaba la coleta y se esparcía el pelo mojado, incómoda. Tal y como ocurría en casa, Ron siempre tenía que llevarla la contraria. Intentando ignorar esos pensamientos que según ella, no llevaban a ninguna parte, daba vueltas con su mochila al hombro en busca de algo que hubieran pasado por alto al recoger.
       En su lugar, hubo algo entre la hierba mojada que llamó su atención, un destello plateado se distinguía entre las ramas y el barro. Se agachó para desenterrar el pequeño objeto y distinguió lo que parecía una joya, el accesorio de un colgante sin cadena. Estaba sucio y parecía algo estropeado con el paso del tiempo pero a simple vista no era feo del todo y aún conservaba un matiz plateado brillante. Le extrañaba que fuera de alguna de sus compañeras de viaje. Pasando el pulgar por un lado podía distinguir ciertas formas, no veía bien si eran letras o dibujos, pero estaba claro que era la parte de un medallón. Extrañada, una voz la sacó del leve ensimismamiento en el que pareció entrar:
-Vámonos -dijo Harry–, seguiremos el camino.
       La Weasley sacó un pañuelo húmedo de su bolsillo y envolvió el sucio trozo de medallón antes de ponerse en pie.
-A ver qué encontramos -dijo Luna con más ánimo que antes echando a andar tras el chico de la cicatriz.
        Comenzaron a caminar a paso ligero, notando cómo la lluvia iba siendo leve en algunas zomas de grandes árboles. No habían perdido de vista la zona del choque, a metros escasos, cuando volvieron a entablar palabra:
-Aun no entiendo qué has ido a hacer con el dichoso freno, Weasley –bufó el joven Malfoy mientras comprobaba que llevaba todas sus pertenencias.
-Eh, esto le ha podido pasar a cualquiera –intervino Harry en defensa. Sin embargo Ron no se atrevía a mirar a su mejor amigo a la cara a causa del destrozo de la moto de su padrino.
-No, a cualquiera seguro que no, Sólo a los malos conductores.
-Pues imagina cómo se te tendría que dar a ti –espetó Hermione, ya más que cansada de la cruda actitud que había en el ambiente-, si te cuesta mantener el equilibrio al caminar por la tierra mojada, imagínate qué peligro tendrías al llevar una camioneta con otras cinco personas al lado...
-Para empezar, Granger, yo no conduciría ese trasto ni aunque estuviera recién sacado del concesionario, y viajaría sin lastre –contestó el muchacho lanzándole una de sus muchas miradas de asco.
-Tampoco te sacarías el carnet a la primera –dijo Harry con sorna-. Tendrías que llamar al chofer de papaíto para que te fuera a buscar, como hiciste en la fiesta del mes pasado.
-Yo puedo darme lujos –volvió al ataque un Draco medio sorprendido y algo avergonzado de que se sacara el tema del carnet de conducir-, tales como pasear en coches deportivos o dormir en un buen colchón. No como tú, cara rajada, que te has tenido que acostumbrar a dormir en alacenas y entre neumáticos sucios.
-Vete a la mierda con tus lujos Malfoy.
-Bueno... Vale ya, ¿no? –intervino Ginny Notaba que Harry empezaba a perder los papeles. Todos estaban muy tensos e impactados y ese era uno de los momentos menos indicados para empezar otra ronda de insultos. Encima ahora parecía que Hermione, quien parecía la voz de la razón durante todo el viaje, se unía a ellos.
       Hubo un momento de silencio, después Ron y Harry, tomaron un paso más rápido y comenzaron a hablar entre sí. Draco se había quedado al final del todo. Luna parecía retener todo lo que encontraba a su alrededor con los ojos muy abiertos como si llevara una video cámara. Ginny permanecía caminando en mitad de la fila junto a Hermione, que empezó a rebuscar en una mochila marrón.
-¿Qué buscas? –le preguntó la pelirroja.
-Estoy mirando qué nos puede servir para ir marcando el camino, podemos iir atando pañuelos a los árboles, o usar algo llamativo y permanente para marcar una señal. Creo que Harry tiene una navaja...
-Ah, Es que cerca del coche he encontrado entre el barro una pieza de un colgante y pensé que era eso lo que estabas buscando –contesto Ginny enseñándole el pañuelo con la pieza del medallón.
-Vaya, pues no, mío no es. ¿Dices que lo has encontrado por el suelo? –miró a la joven asentir-. Qué buena vista. Yo no me habría dado cuenta con lo pequeño que es, además de que parece algo estropeado. ¿Será de Luna?
-Iba a preguntarle. Oye, Luna, –llamó la chica para que la rubia se diese la vuelta. Esta miró unos ojos curiosos- ¿es tuyo este medallón? Lo he encontrado al lado de la camioneta.
      Lovegood se acercó a ellas para observar mejor la pieza. Tras pestañear varias veces ladeó la cabeza y contesto: -No, nunca la había visto. Parece antiguo.
-Es como si le faltara la mitad de la medalla –dijo Ginny observando la forma ovalada-. Por un lado parece liso completamente y por otro tiene algo en relieve pero está tan borroso que no se distingue.
-Da la impresión de que haya llevado mucho tiempo enterrada –dijo Luna-. Te lo puedes quedar de recuerdo, como un tesoro escondido.
-Sólo habría que sacarle brillo y ponerle una cadena –observó Hermione.
-Bueno... -dijo Ginny encogiéndose de hombros y volviendo a guardar el trozo de medallón.
Ya habían marcado un árbol con la navaja de Harry, habían hecho una gran 'x' en la fina copa.
          La tormenta amainaba y volvía a caer con brusquedad por momentos como si el tiempo no se terminara de decidir. Con el barro Hermione resbaló un par de veces y la segunda tuvo que ser sostenida por Ginny. Según iba desapareciendo la luz, el cielo se transformaba en un grisáceo manto y los jóvenes empezaban a sentir un poco de frío y notaban el molesto peso de sus ropas.
        Los minutos transcurrieron en un silencio, roto tan solo por los sonidos de la naturaleza. Los seis jóvenes seguían el embarrado camino que, para su suerte, estaba bien remarcado en el terreno y de momento no vieron la necesidad a atravesar trechos del raro y frondoso bosque. Sin embargo, no se percibían señales de que hubiera cerca una carretera, ni había carteles indicando si pasaban cerca de cierto territorio, de fincas o que estuvieran llegando a algún pueblo o área de descanso ni señalizaciones que especificaran si por allí pasaban animales con regularidad.
       De repente el hambre empezó a hacerse notar en el estómago de algunos. Ron sacó de su mochila un gran bocadillo al parecer de carne y lechuga y empezó a comer con suma rapidez temiendo que se estropeara junto al envoltorio, al llegar a la mitad lo guardó.
      Ginny por el contrario, estaba desganada, no paraba de darle vueltas a la serie de contrariedades que habían pasado desde que se levantó esa mañana, miraba continuamente el camino a seguir esperando encontrar alguna luz, alguna señal o algún coche, algo que les indicara que no quedaba nada para salir de ese frustrante camino unidireccional y frondoso en el que sólo se oía el pesado sonido de la lluvia. Se repetía de vez en cuando que en cuanto menos se lo esperaba iba a despertar en su dormitorio, seca y entre sus sábanas, algo que intuía que también estaban pensando los demás.
    Iban a un ritmo muy ligero, no hablaban mucho, todos parecían muy enfrascados en sus pensamientos, y Hermione y Luna algo fatigadas, tomaban aliento repetidas veces.
-Pronto dejaremos de ver el camino –dijo Harry tras largo rato.
-¡Tengo una linterna! –intervino Hermione. Alegre de poder seguir ayudando volvió a rebuscar en su mochila.
-¿Y bien? –cuestionó Ron observando que su amiga tardaba un poco y parecía perderse mientras rebuscaba.
-Tenía...una linterna...en mi bolso –contestó la chica del pelo enmarañado mostrando una expresión de disgusto y pasmo.
-Mierda... -musitó el pelirrojo-. Si llego a saber esto, no paramos en la cafetería...
-¿Bueno, y qué esperas en un sitio así? –intervino el rubio-. Esos lugares de paso son una joya para los mangantes; entran, miran el ambiente, buscan un inocente e ingenuo cliente -señaló lanzando una despectiva mirada a Hermione-, esperan a que mire para otro lado haciendo mientras que toman algo y se largan de rositas. Y si te he visto, no me acuerdo.
       De repente Ginny, intentando ignorar la nueva discusión que estaba empezando, pareció vislumbrar algo delante de la fila, parecía un destello anaranjado surgiendo de entre los árboles.
-Al parecer, tú de eso sabes mucho... -comentó Ron con sorna.
-Chicos –llamó la joven pelirroja adelantándose un poco yendo a la cabeza del grupo, el resto parecía inmerso en la bronca, excepto Luna, que siguió a Ginny.
-Sí, más de una vez he tenido que evitar estos sitios por si andabas cerca, rebuscando entre la basura para llevar algo de cenar a tu casa –saltó Malfoy al chico Weasley.
           En ese momento Ron estalló, colorado por la ira, se dispuso a abalanzarse encima de Malfoy con intención de borrarle su sonrisa arrogante de la cara y a la vez para descargar todo el estrés de ese fatigoso día ya inmerso en la pelea. Si no llega a ser por Harry que le sostuvo con rapidez y las palabras de Ginny:
-¡BASTA YA, IDIOTAS! PONED ATENCIÓN EN ESTO –la chica se puso en medio de ambos contrincantes y se dio la vuelta hacia Malfoy- ¡Tú! O colaboras, o te callas la bocaza de una vez. ¡Y no vuelvas a meterte con mi familia o iras al campamento con la marca de esta mano en tu cara de niño mimado! –estaba a punto de soltarle una bofetada pero se contuvo a la vez que el muchacho rubio se echó hacia atrás denotando también su enfado y escondiendo su impresión-. ¡Y tú! -dijo volviéndose a su hermano ¡Ya tenemos bastante con este tío como para que vengas a echar más leña al fuego!
-Estamos todos muy nerviosos... -dijo Hermione aferrándose a su mochila con cara alicaída,
-Estúpida –espetó Draco fijando su vista en Ginny- ¿Quién te creerás que eres...?
-Ginny, estás echando humo -interrumpió Harry con una mirada dudosa.
        Todos posaron los ojos en una Ginny Weasley iracunda a la que costaba contener el aliento de repente. La chica pensaba que Harry sólo había soltado la primera expresión de sarcasmo que le vino a la cabeza, pero verdaderamente notó cómo un ardor extraño surgía del bolsillo de su pantalón. Soltó un leve quejido e ignorándolos a todos, sacó el pañuelo con el trozo de medallón. Al desenvolverlo vio cómo de la medalla salía humo, lo que hizo que compartiera la mirada de asombro de todos.
-¿Qué es eso? –preguntó Ron desconcertado pareciendo olvidar la bronca de su hermana, la cual si le hubiera gritado en otra ocasión ya habrían llegado a ser separados por sus hermanos y llevados a habitaciones separadas para que se tranquilizaran.
-No estoy segura... -respondió la chica tocando sólo los bordes del pañuelo, la lluvia no parecía salpicar la tela ni la medalla-. Me lo he encontrado al recoger el equipaje –de repente el objeto dejó de desprender calor y el pañuelo empezó a humedecerse.
-Madre mía –dijo Draco mirando la mano con el pañuelo-. ¿Y eso te parece normal?
-No, no sé.
-Reaccionará a un tipo de clima, o tendrá un microchip –comentó Hermione buscando la lógica.
       Ginny recordó lo que quería decir antes de saltar y perder los estribos, se sintió rara pero aliviada del pequeño discurso que les había soltado-. Oíd, acabo de ver algo entre los árboles, un poco más adelante, parece que hay una farola.
        De repente todos ignoraron la extraña reacción del medallón y volvieron a vista hacia donde les indicó la muchacha y comenzaron a seguir sus pasos. La calma volvió a reinar un largo rato. Y en la lejanía parecía volver a escucharse truenos como la mañana en la carretera. Comenzaron a correr más rápido, esperanzados de haber encontrado algo o alguien, pero el camino no parecía tener fin.
        Algo aceleró los seis corazones y los hizo latir casi al borde del infarto por segunda vez ese día; un rayo cayó en un árbol cercano a los raros destellos naranja a los que se aproximaban ensimismados, al impacto todos se detuvieron en seco soltando un grito, el grueso árbol se partió y cayó casi al instante produciendo un estruendoso sonido tras lo cual los jóvenes se echaron hacia atrás agrupándose entre todos y empujándose llenos de sorpresa haciendo a la vez que cayeran al suelo la mayoría quedando solo Harry y Ginny en pie sosteniéndose apoyados con una mano en los hombros del otro sin apartar la vista del humeante árbol. Los dos jóvenes ayudaron a los otros a ponerse en pie y bordeando el árbol se fueron acercando a las luces que parecían multiplicarse.
-Hay que seguir –musitó Ron con los ojos como platos.
-¡Por qué poco! –exclamó Hermione mirando hacia atrás, el cielo cada vez estaba más oscuro y las luces más naranja.
-Vamos, no podemos parar –dijo Harry.
-Estamos teniendo suerte –musitó Luna.
-¿Suerte? –suspiró Ron, aún con el sonido del trueno en sus oídos al igual que el resto- ¡Casi nos fríe un rayo, Lovegood!
-Tú lo has dicho, Ronald, casi –respondió la chica echando a correr para lanzar al resto esbozando una leve sonrisa.
      Ginny suponía que la parsimoniosa tranquilidad de la chica vendría dada por el hecho de que habían dado con algo seguro. Pero al igual que el resto, Ginny ya estaba harta del maldito camino.
Y de repente lo vieron:
        Tras subir una pequeña cuesta se encontraron con el principio de un camino de piedra tallada en baldosas grises iluminado por una fila de faroles en ambos lados que no parecían acabar. Ginny se vio sumergida en un nuevo déjà vu.
-Al fin –dijo Hermione-. Este camino quizá lleve a un pueblo o a una finca.
        No se pensaron mucho el adentrarse, y según iban andando procuraban no resbalar, las farolas parecían antiguas pero en buen estado y señoriales, lo que les daba a entender que cuidaban el lugar a partir de esa zona.
-Me sorprende no ver una verja o algo así –dijo Ron-. El camino nace de la nada. A lo mejor estamos entrando en una propiedad privada.
-Quizá haya alguna señal más adelante –dijo Harry.
-No creo que pongan pegas, ni que se considere allanamiento por completo –comentó Hermione,
Todos parecían aliviados a pesar de que no sabían con seguridad qué podían encontrar.
-La tormenta está aminando al fin –señaló de nuevo Hermione contenta pero tiritando.
-Puede que encontremos una casa, lo primero que deberíamos pedir es un teléfono -opinó Ron. Este tras la última bronca, sólo había vuelto a dirigir una mirada a su hermana a la caía del rayo.
        A la vez la chica notó su disgusto y la incomodidad mezclada con sorpresa y extrañeza del resto de sus acompañantes por su reacción, pero era tal su estrés y desconcierto que lo tuvo que exteriorizar así. Aunque en esos momentos se sintió algo rara. No era una experta en controlar sus emociones pero notaba que su sentimiento de duda y miedo había aumentado sobre todo al coger la extraña medalla. ¿Por qué ardió de repente? No entendía nada, pero no veía motivo para deshacerse de momento del artilugio, le llamó mucho la atención.
       La molesta lluvia paró definitivamente, lo que hizo que mejorase el humor de todo el grupo. Otro punto positivo era que ya tenían un objetivo más definido y la luz les daba seguridad.
     En el camino de piedra seguía sin verse más gente, pero al menos no estaba lleno de obstáculos como ramas, zarzales, en los que a esas alturas ya se habían pinchado varias veces, o pedruscos, solo había algunos charcos iluminados por el destello de las farolas. Poco a poco el torrente se transformaba en un leve chispeo.
-¿Sabéis qué? –preguntó Luna tras un largo silencio- Ésta situación me recuerda a una escena de El mago de Oz. Todos juntos por el camino de baldosas amarillas...
-Sí, muy bonito –cortó Malfoy con ironía antes de que su acompañante siguiera-, sólo falta saber quién de nosotros es El León cobarde.


Continuará






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