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CAMINO PEDREGOSO
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Todo
paso muy deprisa.
La
lluvia resonaba en el agrietado cristal de la luna del coche y en el
abollado parachoques. Todos habían enmudecido y parecía que les iba
costando asimilar lo que acababa de suceder.
El
corazón de Ginny latía con sumo frenesí, todo se había
emborronado un instante tras el choque. Por un momento recordó la
pesadilla que había tenido horas antes, le embargaba la misma
situación de desconcierto, no oía nada más que el sonido de la
lluvia, no entendía qué había pasado y si se hallaba
verdaderamente en el coche de su hermano, pero unos segundos después
se dijo a sí misma que eso era real, que necesitaba moverse y mirar
a su alrededor, sin embargo el miedo la invadió un momento al notar
un punzante dolor desde su nuca hasta el final de la espalda. Se vio
aprisionada por el cinturón de seguridad. Poco a poco empezó a
distinguir más sonidos aparte del de la agresiva lluvia. Notó cómo
una mano se posó en su hombro y, con cuidado de no volver a hacerse
daño, intentó ladear la cabeza hacia su izquierda, observó a Harry
poniéndose las gafas, su expresión era de total desconcierto y
desasosiego.
-¿¡Estáis
todos bien!? –dijo el muchacho en voz alta y algo quebrada
agarrando a la pelirroja del brazo con intención de que se
enderezara en el asiento- ¿Ginny, me oyes? ¿Puedes moverte?
-Sí...
-musitó la joven-, eso creo... - el dolor del cuello permanecía en
ese punto según se colocaba en el asiento, se miró los brazos por
instinto y Harry la soltó, A primera vista parecía que estaba ilesa
salvo por el molesto dolor del cuello y en el hombro izquierdo. Al
notar que el coche no hacía ruido se desabrochó el cinturón de
seguridad, intentando liberarse así también de la ansiedad que
empezaba a inundarla, a ella y al resto. Miró al frente por fin y le
alivió que el dolor no fuera a más.
Hermione
estaba estática y aferrada a su asiento, sosteniendo la temblorosa
mano de Ron con fuerza. Éste en cambio respiraba agitadamente y se
llevaba la mano que tenía libre a la cabeza. Desde atrás su hermana
no veía del todo bien su expresión, pero intuía que en ese
instante su cara era de completa angustia y desesperación, y que el
joven sólo estaba pensando en el destrozo del coche más que en los
presentes.
Ginny
se dio cuenta de que habían derrapado de lado, desde su punto de
mira una gran roca tapaba la parte derecha del vehículo por la
puerta del conductor hasta el capó y buena parte del parachoques
delantero.
-¡Joder!
–Oyó exclamar a Malfoy con voz quejumbrosa- ¡Qué desastre! ¿¡Se
puede saber qué has hecho, Weasley!?
-¡Cállate,
Malfoy! –dijo Harry con brusquedad.
La
joven Weasley necesitaba comprobar por instinto que todos estaban
bien, o al menos, enteros, fijo su vista en Luna, quien a su lado se
abrazaba a su mochila con la mirada perdida y con grandes ojos de
asombro respirando con lentitud.
-Luna,
reacciona –la dijo la chica sosteniéndola por los hombros
procurando no moverla demasiado por si tenía alguna lesión–.
Háblame, por favor.
-Menos
mal que hay cinturones... -susurró la chica casi sin aliento
pestañeando al fin.
-¿Os
habéis hecho daño? –volvió a preguntar Harry.
-Bueno...
–dijo Hermione de repente moviéndose con cuidado- creo que nada
fuera de común, no sé...
-¡¿Nada
fuera de lo común?! –Estalló Malfoy irascible- ¡Puedo tener el
brazo roto por vuestra culpa! –Decía mientras se frotaba el
antebrazo izquierdo y ponía muecas de espanto- ¿¡Quién cojones te
ha enseñado a conducir, Weasley!?
-¡Ron!
–exclamó Harry, intentado ignorar las quejas del chico rubio, al
ver que su amigo seguía en la misma posición se empezó a alarmar-.
Dime que no tienes nada roto.
En
ese momento Ginny si inclinó hacia delante en su asiento para
observar mejor a su hermano.
-Maldita
sea... -empezó articular el pelirrojo sin quitar la vista del
salpicadero- maldita sea... maldita sea...
-¡Ron,
por favor di otra frase! –dijo Hermione algo asustada aun sujetando
su mano y acercándose un poco más a su asiento al borde de la
histeria.
-Qué
desastre... –era evidente que el chico Weasley estaba en medio de
un estado de shock, pero no parecía tener lesiones externas.
-¡Eso
mismo digo yo! –Intervino Malfoy de nuevo, aun frotándose el brazo
aparentemente malherido-. Pienso ponerte una denuncia en cuanto...
¡Auch! ¡Aparta, Lovegood! Mi padre se enterará de esto...
-Basta,
Malfoy– interrumpió Hermione conteniendo su nerviosismo.
-Está
diluviando y le hemos estado distrayendo... -espetó Harry apretando
los puños- Podría haberte pasado a ti también si fueras al
volante, pedazo de imbécil.
.-Vamos
a ver, un poco de calma –volvió a decir Ginny intentando
serenarse-. Lo primero; ¿Podemos movernos todos?
-Sí,
creo que sí –respondió Harry mirando hacia el cristal de su
ventanilla y desabrochando su cinturón de seguridad.
Luna
y Hermione asintieron.
-¿Qué
eres ahora, enfermera? –soltó Draco.
-Si
lo fuera acabarías pidiendo mi ayuda –contestó Ginny- y si
tuvieras el brazo roto no lo sostendrías en esa posición. Con lo
debilucho que pareces te morirías de dolor.
Por
respuesta recibió una mirada de asco del muchacho.
-Bueno,
lo mejor será salir y ver los desperfectos –intervino Hermione.
-¡Ay,
Dios...! -dijo Ron dijo mirando al agrietado cristal de su
ventanilla.
-Venga,
Ron, has frenado pronto –animó Harry como pudo-, seguro que el
impacto no ha sido tan grave...
-Prueba
a arrancar –dijo Ginny.
-Primero
asegurémonos de que el remolque está intacto –respondió Ron
volviendo a recobrar el sentido del espacio poco a poco.
-Está
bien, Malfoy abre tu puerta –dijo Harry autoritario.
-Está
diluviando, Potter.
-¿Y
qué? Es agua, no ácido.
-Sí
crees que os voy a ayudar con el trabajo sucio, vas listo.
-¿Te
parece que este es momento de ponerse tiquismiquis por tonterías?
Vale, no ayudes cuando terminemos te prometo que te dejamos aquí
plantado por no colaborar. Si el niño rico no quiere ensuciarse de
barro, tampoco se vuelve a casa.
-Vete
a la mierda.
-¡Abre
de una vez! –dijo Ginny exasperada.
Draco
abrió con suma lentitud moviendo su brazo bueno y lanzando un bufido
de rencor. A continuación salió Luna, con el rostro más sereno y
con la sensación de no notar la fina lluvia cayendo en sus holgadas
ropas ni en su espesa melena. Después salió Ginny desperezándose
para terminar de comprobar si podía moverse bien y apartando su
coleta a un lado por la lluvia. De la parte delantera Hermione salió
sin dificultad aunque parecía algo entumecida. Mientras Harry salió
con rapidez a la parte trasera de la camioneta y Ron aún estaba
considerando la opción de quedarse en el asiento por el resto de sus
días temiendo lo peor si se atrevía a mirar más allá del capó.
-Bueno,
al parecer sólo tendremos leves contusiones... -observó Hermione
frotándose el muslo de la pierna derecha y revisando su hombro
izquierdo pensando que quizá le saliera un moratón- Venga, Ronald,
sal ya –dijo suspirando.
-Espera,
intentaré moverla –Ron giró la llave y el motor empezó a sonar
de forma algo entrecortada un momento.
-Ron,
espera –se oyó la voz de Harry tras la camioneta.
-¿Qué
pasa? –dijo el conductor poniendo una mueca aprehensión mientras
se aferraba la volante.
-Se
está deshinchando una rueda... -contestó el chico de la cicatriz
desde la parte de atrás.
Ginny
al oír eso empezó a recorrer la camioneta de cabo a rabo; Como era
de esperar, la parte delantera había sufrido un daño notable en el
lado de Ron, la carrocería estaba marcada de rozaduras y uno de los
faros estaba agrietado. Pero lo que parecía más escandaloso de ver
era la parte de atrás, más que por los daños, por el desorden
provocado, Como dijo Harry, una rueda trasera se estaba deshinchando,
debido seguramente a una de las numerosas y gruesas ramas que se
hallaban en el camino. El remolque en el que iba la moto de Sirius
había volcado junto a un par de maletas que había dentro, la manta
gruesa que lo cubría estaba debajo. Y parte del equipaje estaba
esparcido por el camino embarrado. La roca con la que impactaron era
muy grande y de una forma extraña, daba la sensación de que estaba
incluso mal situada entre ese frondoso camino de árboles y
matorrales, estaba rodeada de musgo y de pedruscos de varios tamaños.
Al
fin Ron logró tomar aire y salir a ver con sus propios ojos el
choque. Tras dar varias vueltas emitiendo sonidos similares al llanto
de un perro al que le acaban de pisar la cola, según le parecía a
su hermana, se llevó de nuevo las manos a la cabeza. Mientras Harry
intentaba enderezar el remolque haciendo palanca, y Hermione empezó
a recoger los objetos y mochilas de alrededor ayudada por Luna.
-Siniestro
total –comentó Draco tras un silencio.
-¿No
podemos inflar la rueda o poner alguna de repuesto? –preguntó
Ginny.
-No,
hay... Sirius me dijo que las que pedí llegarían en unos días...
¡Dios! ¡La moto de Sirius! Me va a matar...
-Ron,
ayúdame -dijo Harry-. No parece que esté en mal estado, y en todo
caso al que asesinará será a mí.
Ginny
fue a echar una mano a las chicas mientras Draco observaba el
panorama sosteniéndose el brazo dolorido molesto por la lluvia. De
repente notó cómo le golpeaban levemente con algo blando:
-Pon
algo de tu parte y terminaremos antes –le dijo Hermione tendiéndole
una mochila.
-He
dicho que no pienso ayudar, Granger, este marrón os lo coméis
vosotros.
-¿Y
vas a dejar tus cosas por ahí desparramadas? Bien, tú mismo –le
dijo la chica arqueando una ceja y soltando la bolsa en el suelo.
En
ese momento Draco empezó a moverse y a imitar a las demás metiendo
el equipaje en los asientos traseros del vehículo, acabó llevando
algo más que sus pertenencias.
Tras
unos minutos y ayudados por las chicas Harry y Ron lograron enderezar
el remolque, desafortunadamente la moto no parecía tener un aspecto
óptimo en un lateral, Entre todos probaron desengancharla y bajarla.
-Puedo
ir con alguien siguiendo el camino hasta encontrar ayuda, mientras
quedaos aquí -Harry se subió dispuesto a probar el motor, pero este
no sonó. Tras varios intentos dieron por perdida la opción "rescate
en moto".
En
su interior Ginny se sintió algo desilusionada, ya que una parte de
ella deseaba ser quien acompañara al chico de las gafas en la moto,
hubiera sido una buena oportunidad de acercamiento, pero tampoco
estaba dispuesta a pronunciarse.
-Decidme
que esto es una broma de cámara oculta... -se quejó Draco.
-Calla.
También hemos perdido el mapa... -comentó Hermione estresada
rebuscando en su asiento.
-A
eso ya no se le podía llamar mapa –dijo Ginny.
-Qué
desastre.
De
repente Luna soltó un fuerte estornudo que hizo dar un respingo al
resto, frotándose la nariz pidió disculpas y añadió:
-¿Oíd,
no creéis que si nos quedamos aquí quietos será peor? Cuando
oscurezca no servirá de nada que estemos quietos y si nos separamos
nos desorientaremos. Y la lluvia me gusta, pero esta zona es medio
montañosa y parece fría por la noche, deberíamos movernos y pedir
ayuda entre todos.
-Sí,
será lo mejor –secundó Ginny.
-¿Y
vamos a dejar esto sin vigilancia? –preguntó Ron angustiado.
-Por
lo que estamos viendo, no creo que pase mucha gente por aquí desde
hace tiempo, Ron.
-Eso
no lo sabemos con seguridad. Puede que por el mal tiempo no pase
nadie, ¿pero y si hay momentos del día en que sí?
- Hemos
comprobado que este camino no aparece en el mapa –Ginny notaba que
Ron analizaba su automóvil con miradas de quejumbroso dolor y añadió
soltando un bufido-. No creo que la poca gente que pueda pasar se
tome tantas molestias en robarte la camioneta tal y como está y con
el tiempo que hace.
-Pero...
-farfulló el pelirrojo imaginándose a una panda de matones
barrigudos vestidos con ropa de leñador y mecánico estropeada,
parando en mitad del camino del siniestro y sacando de su furgón
toda clase de herramientas, dispuestos a desguazar su preciada
camioneta nueva, sin que les importara que lloviera a mares, mientras
enganchaban el remolque con la moto de Sirius a su sucio furgón y
hablaban del dinero que les podrían dar por las piezas de esas dos
sorpresas que habían encontrado por el camino.
-Deberemos
llevarnos lo esencial –añadió Harry-. Y por si acaso esconderemos
la moto entre esos arbustos.
-Sigo
pensando que alguien debería quedarse –insistía Ron mientras iba
poniendo nombre y apellidos a los matones barrigudos de su
imaginación-. Me puedo quedar yo.
-Pero
Ron, la tormenta tiene pinta de ir a peor. No conviene separarse si
no tenemos algo con lo que mantenernos en contacto –repuso Potter-.
Yo solo tengo un móvil.
-¡Y
yo tengo el mío! –saltó Ron esperanzado, lo sacó del bolsillo y
lo encendió- La cobertura no es muy buena, pero la batería puede
aguantar hasta la noche.
-Pero
no sabemos cuánto podemos tardar en encontrar ayuda ni si
recibiremos señal en el móvil de Harry por el camino –intervino
Hermione-. Deberíamos movernos ya sin separarnos. Podemos ir
marcando el camino –sugirió.
-Maldita
sea... Habrá que moverse -suspiró el pelirrojo mirando de nuevo a
su alrededor con resignación.
-Genial,
ahora toca excursión –habló Draco para sí mimo, había
permanecido en los asientos traseros de la camioneta refugiándose de
la lluvia desde que terminó de colocar el equipaje.
Todos
empezaron a recoger lo que creían necesitar mientras aseguraban el
resto en el interior y Harry y Ron tapaban la moto.
Mientras,
Ginny se quitaba la coleta y se esparcía el pelo mojado, incómoda.
Tal y como ocurría en casa, Ron siempre tenía que llevarla la
contraria. Intentando ignorar esos pensamientos que según ella, no
llevaban a ninguna parte, daba vueltas con su mochila al hombro en
busca de algo que hubieran pasado por alto al recoger.
En
su lugar, hubo algo entre la hierba mojada que llamó su atención,
un destello plateado se distinguía entre las ramas y el barro. Se
agachó para desenterrar el pequeño objeto y distinguió lo que
parecía una joya, el accesorio de un colgante sin cadena. Estaba
sucio y parecía algo estropeado con el paso del tiempo pero a simple
vista no era feo del todo y aún conservaba un matiz plateado
brillante. Le extrañaba que fuera de alguna de sus compañeras de
viaje. Pasando el pulgar por un lado podía distinguir ciertas
formas, no veía bien si eran letras o dibujos, pero estaba claro que
era la parte de un medallón. Extrañada, una voz la sacó del leve
ensimismamiento en el que pareció entrar:
-Vámonos
-dijo Harry–, seguiremos el camino.
La
Weasley sacó un pañuelo húmedo de su bolsillo y envolvió el sucio
trozo de medallón antes de ponerse en pie.
-A
ver qué encontramos -dijo Luna con más ánimo que antes echando a
andar tras el chico de la cicatriz.
Comenzaron
a caminar a paso ligero, notando cómo la lluvia iba siendo leve en
algunas zomas de grandes árboles. No habían perdido de vista la
zona del choque, a metros escasos, cuando volvieron a entablar
palabra:
-Aun
no entiendo qué has ido a hacer con el dichoso freno, Weasley –bufó
el joven Malfoy mientras comprobaba que llevaba todas sus
pertenencias.
-Eh,
esto le ha podido pasar a cualquiera –intervino Harry en defensa.
Sin embargo Ron no se atrevía a mirar a su mejor amigo a la cara a
causa del destrozo de la moto de su padrino.
-No,
a cualquiera seguro que no, Sólo a los malos conductores.
-Pues
imagina cómo se te tendría que dar a ti –espetó Hermione, ya más
que cansada de la cruda actitud que había en el ambiente-, si te
cuesta mantener el equilibrio al caminar por la tierra mojada,
imagínate qué peligro tendrías al llevar una camioneta con otras
cinco personas al lado...
-Para
empezar, Granger, yo no conduciría ese trasto ni aunque estuviera
recién sacado del concesionario, y viajaría sin lastre –contestó
el muchacho lanzándole una de sus muchas miradas de asco.
-Tampoco
te sacarías el carnet a la primera –dijo Harry con sorna-.
Tendrías que llamar al chofer de papaíto para que te fuera a
buscar, como hiciste en la fiesta del mes pasado.
-Yo
puedo darme lujos –volvió al ataque un Draco medio sorprendido y
algo avergonzado de que se sacara el tema del carnet de conducir-,
tales como pasear en coches deportivos o dormir en un buen colchón.
No como tú, cara rajada, que te has tenido que acostumbrar a dormir
en alacenas y entre neumáticos sucios.
-Vete
a la mierda con tus lujos Malfoy.
-Bueno...
Vale ya, ¿no? –intervino Ginny Notaba que Harry empezaba a perder
los papeles. Todos estaban muy tensos e impactados y ese era uno de
los momentos menos indicados para empezar otra ronda de insultos.
Encima ahora parecía que Hermione, quien parecía la voz de la razón
durante todo el viaje, se unía a ellos.
Hubo
un momento de silencio, después Ron y Harry, tomaron un paso más
rápido y comenzaron a hablar entre sí. Draco se había quedado al
final del todo. Luna parecía retener todo lo que encontraba a su
alrededor con los ojos muy abiertos como si llevara una video cámara.
Ginny permanecía caminando en mitad de la fila junto a Hermione, que
empezó a rebuscar en una mochila marrón.
-¿Qué
buscas? –le preguntó la pelirroja.
-Estoy
mirando qué nos puede servir para ir marcando el camino, podemos iir
atando pañuelos a los árboles, o usar algo llamativo y permanente
para marcar una señal. Creo que Harry tiene una navaja...
-Ah,
Es que cerca del coche he encontrado entre el barro una pieza de un
colgante y pensé que era eso lo que estabas buscando –contesto
Ginny enseñándole el pañuelo con la pieza del medallón.
-Vaya,
pues no, mío no es. ¿Dices que lo has encontrado por el suelo?
–miró a la joven asentir-. Qué buena vista. Yo no me habría dado
cuenta con lo pequeño que es, además de que parece algo estropeado.
¿Será de Luna?
-Iba
a preguntarle. Oye, Luna, –llamó la chica para que la rubia se
diese la vuelta. Esta miró unos ojos curiosos- ¿es tuyo este
medallón? Lo he encontrado al lado de la camioneta.
Lovegood
se acercó a ellas para observar mejor la pieza. Tras pestañear
varias veces ladeó la cabeza y contesto: -No, nunca la había visto.
Parece antiguo.
-Es
como si le faltara la mitad de la medalla –dijo Ginny observando la
forma ovalada-. Por un lado parece liso completamente y por otro
tiene algo en relieve pero está tan borroso que no se distingue.
-Da
la impresión de que haya llevado mucho tiempo enterrada –dijo
Luna-. Te lo puedes quedar de recuerdo, como un tesoro escondido.
-Sólo
habría que sacarle brillo y ponerle una cadena –observó Hermione.
-Bueno...
-dijo Ginny encogiéndose de hombros y volviendo a guardar el trozo
de medallón.
Ya
habían marcado un árbol con la navaja de Harry, habían hecho una
gran 'x' en la fina copa.
La
tormenta amainaba y volvía a caer con brusquedad por momentos como
si el tiempo no se terminara de decidir. Con el barro Hermione
resbaló un par de veces y la segunda tuvo que ser sostenida por
Ginny. Según iba desapareciendo la luz, el cielo se transformaba en
un grisáceo manto y los jóvenes empezaban a sentir un poco de frío
y notaban el molesto peso de sus ropas.
Los
minutos transcurrieron en un silencio, roto tan solo por los sonidos
de la naturaleza. Los seis jóvenes seguían el embarrado camino que,
para su suerte, estaba bien remarcado en el terreno y de momento no
vieron la necesidad a atravesar trechos del raro y frondoso bosque.
Sin embargo, no se percibían señales de que hubiera cerca una
carretera, ni había carteles indicando si pasaban cerca de cierto
territorio, de fincas o que estuvieran llegando a algún pueblo o
área de descanso ni señalizaciones que especificaran si por allí
pasaban animales con regularidad.
De
repente el hambre empezó a hacerse notar en el estómago de algunos.
Ron sacó de su mochila un gran bocadillo al parecer de carne y
lechuga y empezó a comer con suma rapidez temiendo que se estropeara
junto al envoltorio, al llegar a la mitad lo guardó.
Ginny
por el contrario, estaba desganada, no paraba de darle vueltas a la
serie de contrariedades que habían pasado desde que se levantó esa
mañana, miraba continuamente el camino a seguir esperando encontrar
alguna luz, alguna señal o algún coche, algo que les indicara que
no quedaba nada para salir de ese frustrante camino unidireccional y
frondoso en el que sólo se oía el pesado sonido de la lluvia. Se
repetía de vez en cuando que en cuanto menos se lo esperaba iba a
despertar en su dormitorio, seca y entre sus sábanas, algo que
intuía que también estaban pensando los demás.
Iban
a un ritmo muy ligero, no hablaban mucho, todos parecían muy
enfrascados en sus pensamientos, y Hermione y Luna algo fatigadas,
tomaban aliento repetidas veces.
-Pronto
dejaremos de ver el camino –dijo Harry tras largo rato.
-¡Tengo
una linterna! –intervino Hermione. Alegre de poder seguir ayudando
volvió a rebuscar en su mochila.
-¿Y
bien? –cuestionó Ron observando que su amiga tardaba un poco y
parecía perderse mientras rebuscaba.
-Tenía...una
linterna...en mi bolso –contestó la chica del pelo enmarañado
mostrando una expresión de disgusto y pasmo.
-Mierda...
-musitó el pelirrojo-. Si llego a saber esto, no paramos en la
cafetería...
-¿Bueno,
y qué esperas en un sitio así? –intervino el rubio-. Esos lugares
de paso son una joya para los mangantes; entran, miran el ambiente,
buscan un inocente e ingenuo cliente -señaló lanzando una
despectiva mirada a Hermione-, esperan a que mire para otro lado
haciendo mientras que toman algo y se largan de rositas. Y si te he
visto, no me acuerdo.
De
repente Ginny, intentando ignorar la nueva discusión que estaba
empezando, pareció vislumbrar algo delante de la fila, parecía un
destello anaranjado surgiendo de entre los árboles.
-Al
parecer, tú de eso sabes mucho... -comentó Ron con sorna.
-Chicos
–llamó la joven pelirroja adelantándose un poco yendo a la cabeza
del grupo, el resto parecía inmerso en la bronca, excepto Luna, que
siguió a Ginny.
-Sí,
más de una vez he tenido que evitar estos sitios por si andabas
cerca, rebuscando entre la basura para llevar algo de cenar a tu casa
–saltó Malfoy al chico Weasley.
En
ese momento Ron estalló, colorado por la ira, se dispuso a
abalanzarse encima de Malfoy con intención de borrarle su sonrisa
arrogante de la cara y a la vez para descargar todo el estrés de ese
fatigoso día ya inmerso en la pelea. Si no llega a ser por Harry que
le sostuvo con rapidez y las palabras de Ginny:
-¡BASTA
YA, IDIOTAS! PONED ATENCIÓN EN ESTO –la chica se puso en medio de
ambos contrincantes y se dio la vuelta hacia Malfoy- ¡Tú! O
colaboras, o te callas la bocaza de una vez. ¡Y no vuelvas a meterte
con mi familia o iras al campamento con la marca de esta mano en tu
cara de niño mimado! –estaba a punto de soltarle una bofetada pero
se contuvo a la vez que el muchacho rubio se echó hacia atrás
denotando también su enfado y escondiendo su impresión-. ¡Y tú!
-dijo volviéndose a su hermano ¡Ya tenemos bastante con este tío
como para que vengas a echar más leña al fuego!
-Estamos
todos muy nerviosos... -dijo Hermione aferrándose a su mochila con
cara alicaída,
-Estúpida
–espetó Draco fijando su vista en Ginny- ¿Quién te creerás que
eres...?
-Ginny,
estás echando humo -interrumpió Harry con una mirada dudosa.
Todos
posaron los ojos en una Ginny Weasley iracunda a la que costaba
contener el aliento de repente. La chica pensaba que Harry sólo
había soltado la primera expresión de sarcasmo que le vino a la
cabeza, pero verdaderamente notó cómo un ardor extraño surgía del
bolsillo de su pantalón. Soltó un leve quejido e ignorándolos a
todos, sacó el pañuelo con el trozo de medallón. Al desenvolverlo
vio cómo de la medalla salía humo, lo que hizo que compartiera la
mirada de asombro de todos.
-¿Qué
es eso? –preguntó Ron desconcertado pareciendo olvidar la bronca
de su hermana, la cual si le hubiera gritado en otra ocasión ya
habrían llegado a ser separados por sus hermanos y llevados a
habitaciones separadas para que se tranquilizaran.
-No
estoy segura... -respondió la chica tocando sólo los bordes del
pañuelo, la lluvia no parecía salpicar la tela ni la medalla-. Me
lo he encontrado al recoger el equipaje –de repente el objeto dejó
de desprender calor y el pañuelo empezó a humedecerse.
-Madre
mía –dijo Draco mirando la mano con el pañuelo-. ¿Y eso te
parece normal?
-No,
no sé.
-Reaccionará
a un tipo de clima, o tendrá un microchip –comentó Hermione
buscando la lógica.
Ginny
recordó lo que quería decir antes de saltar y perder los estribos,
se sintió rara pero aliviada del pequeño discurso que les había
soltado-. Oíd, acabo de ver algo entre los árboles, un poco más
adelante, parece que hay una farola.
De
repente todos ignoraron la extraña reacción del medallón y
volvieron a vista hacia donde les indicó la muchacha y comenzaron a
seguir sus pasos. La calma volvió a reinar un largo rato. Y en la
lejanía parecía volver a escucharse truenos como la mañana en la
carretera. Comenzaron a correr más rápido, esperanzados de haber
encontrado algo o alguien, pero el camino no parecía tener fin.
Algo
aceleró los seis corazones y los hizo latir casi al borde del
infarto por segunda vez ese día; un rayo cayó en un árbol cercano
a los raros destellos naranja a los que se aproximaban ensimismados,
al impacto todos se detuvieron en seco soltando un grito, el grueso
árbol se partió y cayó casi al instante produciendo un estruendoso
sonido tras lo cual los jóvenes se echaron hacia atrás agrupándose
entre todos y empujándose llenos de sorpresa haciendo a la vez que
cayeran al suelo la mayoría quedando solo Harry y Ginny en pie
sosteniéndose apoyados con una mano en los hombros del otro sin
apartar la vista del humeante árbol. Los dos jóvenes ayudaron a los
otros a ponerse en pie y bordeando el árbol se fueron acercando a
las luces que parecían multiplicarse.
-Hay
que seguir –musitó Ron con los ojos como platos.
-¡Por
qué poco! –exclamó Hermione mirando hacia atrás, el cielo cada
vez estaba más oscuro y las luces más naranja.
-Vamos,
no podemos parar –dijo Harry.
-Estamos
teniendo suerte –musitó Luna.
-¿Suerte?
–suspiró Ron, aún con el sonido del trueno en sus oídos al igual
que el resto- ¡Casi nos fríe un rayo, Lovegood!
-Tú
lo has dicho, Ronald, casi –respondió la chica echando a correr
para lanzar al resto esbozando una leve sonrisa.
Ginny
suponía que la parsimoniosa tranquilidad de la chica vendría dada
por el hecho de que habían dado con algo seguro. Pero al igual que
el resto, Ginny ya estaba harta del maldito camino.
Y
de repente lo vieron:
Tras
subir una pequeña cuesta se encontraron con el principio de un
camino de piedra tallada en baldosas grises iluminado por una fila de
faroles en ambos lados que no parecían acabar. Ginny se vio
sumergida en un nuevo déjà vu.
-Al
fin –dijo Hermione-. Este camino quizá lleve a un pueblo o a una
finca.
No
se pensaron mucho el adentrarse, y según iban andando procuraban no
resbalar, las farolas parecían antiguas pero en buen estado y
señoriales, lo que les daba a entender que cuidaban el lugar a
partir de esa zona.
-Me
sorprende no ver una verja o algo así –dijo Ron-. El camino nace
de la nada. A lo mejor estamos entrando en una propiedad privada.
-Quizá
haya alguna señal más adelante –dijo Harry.
-No
creo que pongan pegas, ni que se considere allanamiento por completo
–comentó Hermione,
Todos
parecían aliviados a pesar de que no sabían con seguridad qué
podían encontrar.
-La
tormenta está aminando al fin –señaló de nuevo Hermione contenta
pero tiritando.
-Puede
que encontremos una casa, lo primero que deberíamos pedir es un
teléfono -opinó Ron. Este tras la última bronca, sólo había
vuelto a dirigir una mirada a su hermana a la caía del rayo.
A
la vez la chica notó su disgusto y la incomodidad mezclada con
sorpresa y extrañeza del resto de sus acompañantes por su reacción,
pero era tal su estrés y desconcierto que lo tuvo que exteriorizar
así. Aunque en esos momentos se sintió algo rara. No era una
experta en controlar sus emociones pero notaba que su sentimiento de
duda y miedo había aumentado sobre todo al coger la extraña
medalla. ¿Por qué ardió de repente? No entendía nada, pero no
veía motivo para deshacerse de momento del artilugio, le llamó
mucho la atención.
La
molesta lluvia paró definitivamente, lo que hizo que mejorase el
humor de todo el grupo. Otro punto positivo era que ya tenían un
objetivo más definido y la luz les daba seguridad.
En
el camino de piedra seguía sin verse más gente, pero al menos no
estaba lleno de obstáculos como ramas, zarzales, en los que a esas
alturas ya se habían pinchado varias veces, o pedruscos, solo había
algunos charcos iluminados por el destello de las farolas. Poco a
poco el torrente se transformaba en un leve chispeo.
-¿Sabéis
qué? –preguntó Luna tras un largo silencio- Ésta situación me
recuerda a una escena de El mago de Oz. Todos juntos por
el camino de baldosas amarillas...
-Sí,
muy bonito –cortó Malfoy con ironía antes de que su acompañante
siguiera-, sólo falta saber quién de nosotros es El León cobarde.


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