La
clara luz del amanecer empezaba a hacerse notar en un cielo cubierto
de nubes grises que parecían dar un aviso de tormenta. La noche
anterior fue muy tranquila, sin embargo, Ginny Weasley había dormido
muy poco. Se hallaba en su cama pensativa, medio adormilada,
acurrucada con finas sábanas sintiendo el peso de sus párpados y
escuchando el silbido del viento en las hojas de los árboles del
gran jardín trasero de su casa. En pocas horas estaría en un
autobús hacía el campamento de verano más aburrido del mundo,
repitiendo el verano pasado: sola durante cuatro semanas estudiando
refuerzo de matemáticas y lenguaje en una enorme y vieja casa de
campo junto a veintitantos chavales entre doce y dieciocho años y
aburridos monitores; con clase por las mañanas, manualidades por las
tardes, madrugones, comidas insípidas, más madrugones, salidas a un
pequeñísimo pueblo cercano los domingos, yéndose a la cama
temprano y tan sólo una sosa fiesta de despedida el último día; Un
gran plan en comparación con la invitación de pasar todo el mes de
julio en una casa cerca del mar con sus amigos, donde podría
tumbarse en la playa, surfear, ir por las noches a la discoteca, al
centro comercial, al cine... Había planeado miles de cosas para
pasarlo en grande, pero no, por otro lado, sus padres, al ver que sus
notas habían bajado, la aconsejaron severamente que debía regresar
al campamento para mejorar, ya que arrastraba las matemáticas desde
hacía dos cursos y, como el año siguiente iba a ser más duro,
debía ponerse más las pilas si no quería repetir. «Ya tendrás
tiempo de divertirte el resto del verano. Allí vas a aprender y a
conocer gente», le repetían una y otra vez.
A
Ginny no le desagradaba la idea de irse a una casa rural, al
contrario, le encantaban la naturaleza y los animales, entendía que
iba para estudiar, sí, pero ya tenía experiencia de lo "divertido"
que era estar allí. Ese campamento lo organizaba su instituto, por
lo que no vio, ni vería ese año, a nadie nuevo ni se juntaría con
gente más o menos de su edad ya que se había informado y por lo que
había oído, ese año no iba nadie de su mismo curso. El año
anterior ella fue la más mayor, por lo que no terminaba de encajar
en las actividades, a veces se sentía como una monitora más y se
aburría. Aunque sabía todo eso, guardaba la pequeña esperanza de
que a alguno de sus compañeros de clase le diera por apuntarse a esa
"aventurilla de aprender" y así tener a alguien conocido
al lado, pero sería muy raro ya que todos sus compañeros conocían
igual que ella lo aburrido que era eso, por lo que no irían a no ser
que estuvieran obligados como ella.
Estaba
enfadada con sus padres, aunque admitía que había bajado la guardia
en el último momento con sus notas dejándose llevar por la pereza,
sólo le habían quedado las matemáticas para septiembre y tenía
pensado repasar después de volver de las vacaciones con sus amigos y
recuperarlas, pero consideraron que lo mejor era que se pusiera las
pilas enseguida. De nada le servía que les explicara lo incómoda
que se iba a sentir repitiendo esa experiencia campestre, ni que no
había tenido un respiro desde que se acabaron las clases y sus
actividades extraescolares de futbol y natación. No la dejaban
opinar ni empezar su verano. Se preguntaba si al regresar podría
descansar unas semanas de tanto número y letras que sabía que al
volver estarían revoloteando en su cabeza.
Regresaría
al campamento, estudiaría en casa, saldría poco, no iría a la
playa ni vería a sus amigos hasta septiembre... Todos esos
pensamientos la impedían conciliar el sueño, tenía ganas de
protestar como una niña pequeña, de explotar. Prefirió dejar de
pensar en todo eso y descansar un poco más hasta que dieran las
siete y tuviera que ponerse en marcha, pero no podía dejar de dar
vueltas en la cama.
***
-Ginny,
vamos, levántate ya que se va a hacer tarde -escuchó la voz de su
madre en tono algo severo y unos golpecitos a la puerta de su
dormitorio.
La
chica se levantó con lentitud, sintiendo cómo le pesaban los
párpados, y se dirigió al cuarto de baño para darse una ducha
lanzando suspiros de fastidio. Al salir al pasillo le llegó el dulce
olor del desayuno que su madre preparaba con prisas en la cocina.
Entrando en el baño se dio un susto al notar cómo le pasaban una
mano por la cabeza de manera agitada revolviendo su ondulada mata de
pelo largo y pelirrojo por la cara.
-¡Ron!
-exclamó la chica, exasperada desde primera hora, apartando la
manaza de su hermano con fastidio.
-No
tardes -se limitó a decir el joven, con tono burlón a la par que
indiferente, dispuesto a bajar a desayunar.
-Siempre
fastidiando -refunfuñó la chica cerrando la puerta.
No
era fácil ser la pequeña de la casa.
El
chico estaba de muy buen humor esa mañana, era para estarlo, había
planeado todo el mes de julio con sus amigos de Hogwarts, el
instituto al que iba con Ginny y sus otros dos hermanos gemelos. Su
plan era parecido a lo que Ginny en un principio había pensado para
ella, estar con amigos; Ronald Weasley, el pequeño de los seis
hermanos varones, se iría a una casa en la montaña. Orgulloso por
su carnet de conducir también pasaría un tiempo recorriendo la
carretera en su primer coche, obsequio de su padre, adquirido de
segunda mano pero en perfectas condiciones. Se iría de acampada, sin
pasar tanto calor, haciendo deporte y yendo a algunos pueblos de
fiesta.
Y
no sólo él, toda la familia tenía planes y lo fatigoso era que
todos salían de viaje esa mañana casi al mismo tiempo; Fred y
George, los hermanos gemelos, mayores que Ron, habían sido invitados
a pasar el verano en el pueblo natal de uno de sus mejores amigos,
Lee Jordan, y ya que empezarían pronto las fiestas del pueblo, no
desaprovecharían la ocasión de invitar a más amigos, disfrutar de
todo tipo de actividades veraniegas y continuar con su programa de
videos de bromas en internet. Percy, el tercero y mayor que los
gemelos, se quedaría en la cuidad, había decidido apuntarse a unos
cursos de verano en su universidad y continuar repasando sus estudios
de Ciencias Políticas, de acuerdo, Ginny consideraba que eso sería
un rollo, pero por lo menos su hermano sí haría lo que le gustaba
en verano. Por último, sus padres tenían preparado un viaje a
Rumanía para visitar a Charlie, el hermano mediano, mayor que Percy.
Charlie llevaba ya varios años allí instalado realizando una
investigación para el Museo de Historia Natural de Londres, sus
padres se hospedarían en un hotel ya que también querían tener
algo de tiempo para ellos unos días. Volverían unas semanas más
tarde que Ginny, por lo que cuando esta terminara el campamento
tendría que quedarse en casa de su hermano más mayor, Bill, y con
su novia Fleur, quienes esa semana también estaban preparando un
viaje para mediados de agosto a casa de unos amigos en las Canarias
en cuanto les dieran las vacaciones en el trabajo. Mientras el
resto de sus hermanos y sus padres disfrutaban, consideraban a su
única niña demasiado joven como para quedarse sola en casa.
Lo
dicho, no era fácil ser la pequeña.
Al
salir del baño, ya vestida con ropa veraniega y campestre compuesta
de: unos piratas vaqueros, una camiseta granate de manga corta,
zapatillas grises de deporte y una fina chaqueta negra, se dirigió a
su habitación para terminar revisar su maleta por si se olvidaba de
algo. Tenía pensado llevarse varias cosas para no aburrirse por allí
como el año anterior. Se dirigió a su estantería y cogió algunos
comics que aún no había leído, todos de terror, sus favoritos,
seguidamente guardó su cámara de fotos, le encantaba fotografiar
paisajes naturales, eso era lo único bueno que le ofrecía el
campamento. Se aseguró también de que su MP3 estuviese bien repleto
de canciones, no podía llevarse mucho más aparte de unos cuadernos
y un estuche para repasar allí. Lamentablemente su móvil estaba
averiado y sin saldo por lo que sólo podía recibir llamadas y era
demasiado antiguo, por lo que no le servía para distraerse, esperaba
que sus padres le regalasen uno en su próximo cumpleaños pero no
quería que se sintiesen presionados ni hacerse demasiadas ilusiones
ya que la economía familiar era algo ajustada.
-¡Ginny
-llamó su hermano Ron subiendo de nuevo hacia su habitación-, baja
a desayunar de una vez, pesada! -dijo algo borde-. Mamá lleva un
buen rato llamándote y tiene que recoger la cocina ya.
-Ya
voy -dijo saliendo del cuarto mientras se recogía apresuradamente el
pelo en una coleta.
-Mira
que eres tardona -dijo lanzando un suspiro.
-Mira
que eres pesado -se volvió hacia él-. Corre, ¿no habías quedado
en pasar a recoger a tus amigos?
-Sí
-respondió contento, repeinándose el flequillo pelirrojo que le
cubría las cejas-, algunos hemos estudiado.
-¿Desde
cuándo conoces el significado del verbo estudiar? -preguntó
cruzándose de brazos y arqueando una ceja- Como mucho habrás
copiado. Prepara tus cosas, anda -ofuscada, bajó las escaleras.
Ron
no había dejado de restregarle su suerte desde que se enteró de que
la chica volvería al campamento y se quedaría en compañía de las
mates y la lengua para después quedarse con Bill una semana más, ya
que sus padres tampoco estarían en casa cuando ella llegara. Se
empezaba a poner muy pesado con ella.
Ginny
no tenía una relación precisamente buena con el más pequeño de
los varones, era con el que peor se llevaba, desde hacía ya un
tiempo discutían más que antes. Ron, a pesar de ser un año mayor
que ella, era inmaduro, siempre solía ir a su aire, tanto en casa
como en el instituto, pero cuando quería era aplicado y no hacía el
vago. Disfrutaba a su manera de todo lo que un muchacho de diecisiete
años podía disfrutar; sus amigos y amigas, sus hobbies, como el
equipo de baloncesto, sus fiestas... Ginny, por otro lado, también
disfrutaba de todo eso, sólo que también más a su manera, no era
tan popular como su hermano en el instituto, ni se interesaba
demasiado por muchas cosas que estaban de moda entre las chicas de
dieciséis años, cosa que su hermano no veía normal; era más
callada y algo menos sociable, sin embargo lograba llamar mucho la
atención de los chicos. Se podría decir que cada uno tenía un tipo
distinto de popularidad que no se mezclaba en el instituto. Desde que
Ron empezó en Hogwarts dejaron de compartir muchas aficiones, ambos
fueron formando sus personalidades y sus distintos grupos de amigos y
sus actividades extraescolares, no hablaban tanto, dejaron de cuidar
ese lazo fraternal que les unía hasta el punto en que casi todas sus
discusiones terminaban en una pelea en la que tenían que ser
separados por sus hermanos mayores.
Mientras
Ginny desayunaba contemplaba el enorme ajetreo que reinaría por
todos los rincones de su peculiar casa, a la que apodaban La
Madriguera, situada a las afueras del barrio de Ottery St. Catchpole.
Pensaba que sólo a ellos se les podía ocurrir irse de vacaciones
casi a la misma hora, mezclando sus almuerzos y removiendo el
equipaje. La más estresada era Molly, su madre, y a la vez la que
mejor ordenaba y controlaba todo a su paso, vigilando que cada
habitación estuviese impecable y que cada uno llevase lo necesario
para el viaje.
La
muchacha al verla pensaba que si por ella misma fuera se quedaría en
casa las cuatro semanas del campamento sin problema, estaría
dispuesta a hacer lo que hiciera falta; limpiar, cocinar, todo eso se
le daba bien ya que solía ayudar a su madre cuando entre todos
repartían las tareas. Sólo debía hipnotizar o sobornar a sus
padres, porque pensaba que de otra manera no darían su brazo a
torcer para que se quedase sola.
Con
tanto ajetreo ya dieron las nueve, todos se reunieron en la puerta
principal con sus maletas en la mano. Los gemelos charlaban
animadamente mientras esperaban ver llegar el coche de los padres de
su amigo Lee, Ron estaba entretenido mandado un mensaje y Ginny
esperaba sentada en el sofá apoyando un brazo en el asa de su
maleta.
-Venga,
chicos -dijo Arthur Weasley, su padre, bajando las escaleras-, ¿todo
listo entonces?
El
hombre estaba alegre y optimista con el viaje. Por lo que iba algo
apresurado. Ginny sabía que siempre que hacían cosas en
familia, Molly marcaba el ritmo y Arthur entonaba la música.
-Sí
-respondió su madre-, llevamos a Ginny a la estación de autobuses,
Ron va a buscar a sus amigos en coche y cuando lleguen a la casa de
campo nos llaman, a los gemelos os acaba de llamar Lee para esperar
en la puerta, ¿verdad? -los aludidos asintieron abriendo la puerta
de la calle- y nosotros a las tres en punto nos vamos hacia el
aeropuerto, así que, chicos, despedíos -dijo dirigiéndose a Ron y
a Ginny que en ese momento estaban saliendo para guardar el equipaje,
uno en cada coche.
-Esperad,
que me dejo las llaves -dijo Arthur volviendo a entrar en casa con
prisas.
El
amigo de los gemelos ya había llegado y saludaba desde el asiento
del copiloto animadamente chocando los cinco con los gemelos y Ron y
haciendo un saludo a Ginny con la cabeza que la chica devolvió con
una media sonrisa.
-Bueno,
chicos -dijo Fred acercándose a su hermana- nos veremos en agosto.
Suerte en el campamento, Gin -le pasó el brazo por los hombros.
-Qué
envidia me dais -dijo suspirando-. Hacedme un favor y divertíos por
mí.
-Te
traeremos algo bonito -dijo George.
-Y
cuando termine ese tostón, intentad no mataros el uno al otro a su
regreso -dijo Fred señalando con el pulgar a Ron, que en ese momento
les ignoraba al estar charlando animadamente con Lee.
-¡Te
queremos, enana! -dijeron los gemelos al unísono dándola un beso
cada uno en una mejilla al mismo tiempo.
-Adiós
-dijo frunciendo el ceño levemente pero a la vez mostrando una
bonita sonrisa observándoles mientras subían al coche-. No hagáis
de las vuestras.
-Cómo
nos conoces, hermanita -otra vez al unísono.
Ron
les dijo adiós a sus hermanos junto a sus padres y se dirigió hacia
su coche.
-Yo
me tengo que poner en marcha ya -dijo zarandeando las llaves de su
nuevo coche.
Ginny
observaba cómo el coche de Lee se alejaba, Fred y George eran
siempre los que más la animaban, conseguían sacarla una carcajada
tras sus broncas con Ron.
-Acuérdate
de activar la alarma, Arthur -recordó Molly recibiendo un beso en la
mejilla de Ron-. Llámanos por favor, Ronald -dijo seria.
-Lo
haré -dijo el chico poniendo los ojos en blanco al haber escuchado
el recordatorio de su madre más de mil veces esa mañana.
Seguidamente se despidió de su padre.
Molly
entró en casa suspirando exasperada recordando que se olvidaba de
algo más.
-Me
voy, intenta no dormirte en clase. Tomaré el sol por ti cuando vaya
de acampada -dijo Ron en tono mordaz dándole una palmada en el
hombro a su hermana, sonriendo con satisfacción y subiendo a su
camioneta Toyota de color azul marino metálico.
-Adiós
-contestó ella secamente apoyándose en el Ford Anglia azul claro de
su padre viendo cómo su hermano desaparecía del barrio.
Minutos
más tarde, sus padres ya salían con todo lo no necesario y se
pusieron en marcha hacia la estación, con tan mala suerte de coger
un pequeño atasco por el camino.
-Verás
cómo te lo pasas mejor este verano, Ginny -decía su madre dese el
asiento delantero.
-Seguro...
-musitó ella sarcásticamente mirando por la ventana.
-Creo
que incluso van a ir una o dos personas de tu clase.
-Esperemos...
-Y
creo que esta vez sí que vas a tener compañera de habitación.
-Sí
-intervino su padre-, pero no olvides centrarte en estudiar...
-Que
sí, papá, sólo me ha quedado matemáticas... ¿No me vais a dar un
respiro? Aún no he empezado el verano... -dijo lanzando un suspiro y
entornando los ojos.
-Hija,
no exageres... Lo vas a empezar ahora y te lo pasarás bien.
-Lo
pasaría mejor con mis amigos -decía en voz muy baja sin que sus
padres la oyeran cruzándose de brazos-. Ron se lo pasará bien...
-frunció el ceño. Pensaba que, de todos sus hermanos, él era el
único que no se merecía irse a sus anchas.
Con
la lentitud del tráfico, la música de la radio y el vaivén del
coche, Ginny no pudo evitar caer en un sueño ligero. Ya casi estaban
llegando cuando su padre recibió una llamada.
-¡Oh,
qué mala pata! -dijo enfadado al colgar- Hay una emergencia en el
ayuntamiento.
-¿Qué
ocurre? -preguntó Molly.
-Necesitan
unos informes bastante importantes para mañana -explicó con
frustración-. ¡Me dijeron que estaría todo arreglado para cuando
me fuera de viaje! Si no lo entrego, el proyecto se va al garete.
-Pero...
-Tranquila,
nos dará tiempo, te lo aseguro. Pero no puedo esperar el autobús de
Ginny con vosotras, debo llegar al ayuntamiento cuanto antes.
-Está
bien -dijo Molly con exasperación.
-Sólo
es entregar esos dichosos documentos. Os dejo enfrente de la
estación, tengo que irme enseguida.
-Entiendo
cariño. Ginny -dijo dándose la vuelta hacia su hija que estaba
adormilada-, venga, espabila.
Al
bajar del coche Ginny se despidió de su padre con prisas mientras su
madre sacaba la maleta y la mochila del maletero.
-Corre,
que perdemos el bus -dijo Molly.
-¿Entonces,
qué vas a hacer tú ahora? -preguntó la pequeña de los pelirrojos
con algo de miedo ya que notaba que el estrés de su madre aumentaba.
No, la señora Weasley, no estaba teniendo una buena mañana y el
estrés desencadenaba en enfado.
-Pues
no lo sé, cielo -se encogió de hombros mientras comenzaban a
caminar apresuradamente-. Esperaré a tu padre revisando que todo
está en orden para nuestro vuelo... Ha asegurado que terminaría
enseguida, y para que nos dé tiempo a facturar...-suspiró.
Tras
buscar la zona de salida del autobús, a Ginny le empezó a extrañar
no ver a nadie del campamento, ni campistas ni monitores que le
dieran una pista de por dónde salía el autobús. Empezaba a intuir
lo que para sus padres sería lo peor.
-No
puede ser...-dijo su madre- Vamos a preguntar a la ventanilla.
-Yo
te espero aquí por si el bus aún no ha llegado.
-Pero
si ya son las once, debería de haber llegado ya. Ahora vengo.
Ginny
se sentó en uno de los pocos bancos libres a esperar, cuando alguien
llamó su atención con una leve voz:
-¿Ginevra?
-la aludida alzó la vista y contempló a una chica alta y delgada,
con una voluminosa y enmarañada mata de pelo rubio y ondulado hasta
la cintura, ojos azules muy abiertos, de piel muy clara y un piercing
en la nariz. Vestía un vaquero un poco holgado, una camiseta de
tirantes blanca con rayas horizontales negras, una chaqueta azul
celeste y unas converse All Star del mismo color que la chaqueta con
cordones negros. La chica miraba a Ginny con sorpresa y con aire
inocente, cargaba una mochila de tamaño considerable al hombro.
-¿Luna?
-preguntó Ginny con sorpresa. De todos sus compañeros de clase, a
Ginny no se le pasó nunca por la cabeza el poderse encontrar con
ella. Luna Lovegood estaba en su mismo curso, coincidían de vez en
cuando en algunas clases. A la rubia de mirada soñadora se la
conocía como una chica tímida, centrada en los estudios y,
lamentablemente, objeto de muchas burlas en el instituto por su
apariencia, su forma de actuar y algunos de sus hobbies. Muchos,
jugando con su nombre, decían que era una "lunática", una
"friki" por creer en algunos mitos y en leyendas urbanas,
una chica rara que se te quedaba mirando y te hablaba con una voz muy
infantil, siempre enganchada a sus revistas y amuletos y siempre
solitaria. Hablaban bastante poco, ya que Ginny se iba con sus
amigos, pero no se caían mal, al menos a Ginny no le caía mal. Para
ella, Luna era una chica bastante curiosa.
-Vaya
sorpresa -dijo Luna mostrando una diminuta y breve media sonrisa-.
¿Qué tal estás?
-Pues,
bueno...-Ginny lo pensó en lo que se levantaba del asiento- tirando.
¿Y tú?
-Muy
bien. ¿Vas al campamento que organiza el instituto?
-Sí...
¿Es que también vas tú?
Luna
no era mala estudiante, por lo que Ginny no creía que fuese a
asistir al campamento, quizás debía de ser una simple coincidencia
que se encontrasen allí. Si la chica era tan lista como Ginny la
consideraba, cogería otro autobús.
-Pues
sí.
-Pero,
tú sacas muy buenas notas -dijo Ginny algo extrañada-. Bueno, no
creo que necesites asistir a esas clases.
-Ya,
pero me entró curiosidad por ver cómo se organizaba todo eso. Me
gusta mucho la naturaleza. No tenía mucho que hacer este verano, iba
a estar casi siempre sola en casa por el trabajo de mi padre, así
que, me animé para variar un poco -explicó encogiéndose de
hombros.
-Ah...-asintió
la pelirroja- Pero, ¿ya sabes lo que opina la gente que va, no?
-Sí...
Pero de eso cada uno da su opinión, ¿no crees? Lo veo como una
nueva experiencia. Una curiosa aventura -mostró una sonrisa.
Ginny
pensaba que si la opinión de todos era que el campamento era un
muermo, debería reconsiderar veranear en otro sitio, ya que al menos
Luna podía elegir. Y tampoco le veía nada de emocionante como para
calificarlo de aventura.
-Supongo.
A mi mis padres me han "aconsejado" volver.
-No
sabía que habías ido el año anterior, yo tampoco te veo mala
estudiante, al contrario.
-Gracias
-respondió confusa y alagada. Por fin alguien que reconocía su
trabajo-. Espero llevarme este año un mejor punto de vista como el
tuyo. ¿Sabes dónde está el autobús?
-No...
-dijo con tranquilidad mirando hacia los demás autobuses- Es algo
raro que no esté aquí ya...
-Pues
esto no me gusta, estoy empezando a preocuparme -dijo Ginny mirando
hacia el mismo sitio que Luna por si su autobús aparecía.
-Preocúpate
-dijo una voz masculina detrás de las chicas.
Al
darse ambas la vuelta pudieron ver a un chico alto, rubio, de ojos
grises, vestido de manera informal, con unos vaqueros, una camiseta
de manga corta negra y una camisa de cuadros de color mostaza por
encima abierta y unas deportivas grises y negras, todo de marca y
arremangado para lucir un carísimo reloj. El chico parecía
intimidar un poco, era atractivo, pero tenía un semblante muy serio
y con cierto aire de superioridad. A decir verdad, Draco Malfoy no
parecía cambiar nunca ese gesto y poca gente creía que pudiera.
-Malfoy
-dijo Ginny sorprendida de encontrarle allí- ¿Es que tú también
vas al campamento? -preguntó frunciendo el entrecejo.
-Iba,
el bus ya ha salido -dijo despreocupado.
-¿¡Qué!?
-exclamaron las chicas a la vez.
-¡Lo
que faltaba! -dijo Ginny lanzando un suspiro de cansancio
desplomándose en el banco. En parte no veía mal lo que estaba
pasando.
-¿Pero
no hay monitores que vigilen si la gente ha llegado a la estación?
-cuestionó Luna abriendo mucho los ojos- ¿No hacen recuento de la
gente que sube al autobús? Menudo descontrol...
-Además,
en el papel ponía que la hora de salida era a las once.
-Yo
que sé -dijo Draco encogiéndose de hombros siempre con ese aire de
mal humor-, acabo de enterarme en la ventanilla.
-¿Y
ahora qué se supone que habría que hacer? -preguntó Luna de nuevo
arqueando una ceja con aire divertido.
-Mi
madre también ha ido a preguntar -dijo Ginny en ese momento. Les
miró a ambos un momento y pensó un poco lo que iba a decir-, si
queréis esperar conmigo...
-¡Qué
asco! -dijo Draco desplomándose en el banco dónde Ginny estaba
sentada pero mucho más alejado de ellas, dejando su mochila y su
maleta en el suelo. Sacó su móvil y empezó a escribir un mensaje.
Ginny
le miró un momento de reojo y frunció el ceño. Ese chico no le
caía nada bien. Draco Malfoy no era precisamente un estudiante
modelo, tenía diecisiete años pero repitió y en ese momento estaba
en el mismo curso que Ginny y Luna, de vez en cuando porque el chico
podía pasarse semanas sin ir al instituto, solía suspender varias
asignaturas, llegar tarde y saltarse las clases que más le
aburriesen. Más de una vez se le podía encontrar fumando con sus
amigos en la puerta del instituto. Era muy popular. Pertenecía a una
familia de buena posición y no desaprovechaba la ocasión para
presumir de ello, hablando siempre de una manera algo arrogante y
fría, lo que no le ayudó con algunos de sus antiguos compañeros de
clase. Aunque a esas alturas Ginny no estaba muy metida en la vida
social de su hermano Ron y sus amigos, a los que ni siquiera conocía
oficialmente ni recordaba bien los nombres de la mayoría, sabía que
el chico de los Malfoy y él se llevaban a matar, ambos habían
tenido algunas peleas acerca de su puesto en el equipo de baloncesto
del instituto y sobre su estatus social, ya que la familia de los
pelirrojos a veces se mantenía como podía. Era por eso por lo que a
Ginny le caía mal, por las burlas a su familia y su mal compañerismo
en clase, ya que a veces coincidían en ciertas asignaturas, como con
Lovegood. Le asqueaba esa continua arrogancia y esa superioridad que
le caracterizaban, pero el resto de discusiones que Malfoy tuviera
con Ron le daba igual, sólo si se pasaba de la raya con el resto de
su familia, eso no lo permitía. (Ese verano habían tenido mucha
suerte de poder viajar y pagar los estudios de Percy y su campamento,
otra cosa que molestaba a la chica, que además se gastaran el dinero
en algo que a ella no le gustaba y creía no necesitar).
Por
lo que había odio y observado en el instituto, Draco últimamente
parecía haberse juntado con malas compañías, más malas de lo
normal, y haber descuidado mucho más sus estudios, por lo que sus
padres, cansados de su actitud, decidieron enviarlo unas semanas al
campamento de verano y cortarle el suministro de dinero para sus
muchos caprichitos hasta que su comportamiento no mejorase,
incluyendo su coche del que tanto presumía. Pero pensaba que sólo
eran rumores o que el niñito que en cursos anteriores se engominaba
el pelo se acabaría librando de ir pero al parecer no era asi y los
rumores se terminaron de confirmar.
"Genial -pensó
la joven Weasley-, ahora encima tengo que aguantar a este
niñato. Esperemos que no se pase con sus comentarios o esta vez seré
yo la que le reviente a puñetazos".
A
pesar de todo, Ginny le encontraba un parecido a su hermano Ron,
ambos eran igual de insoportables para ella, y quería guardar las
distancias con ese muchacho.
Hubo
un silencio sepulcral entre los tres jóvenes. Ginny esperaba sentada
cruzada de brazos pensando en la situación, Draco daba la espalda a
las chicas sentado en extremo del banco, inmerso en su móvil y en
mandar mensajes de texto y Luna deambulaba mirando la nada con ojos
curiosos mientras tarareaba una canción por lo bajo. Pasados unos
minutos Molly apareció con una cara que denotaba cierto malestar.
-Ginny,
al parecer el autobús ha salido hace ya media hora -informó con
fastidio.
-Me
acabo de enterar -contestó poniéndose en pie-, estos chicos también
venían conmigo. ¿Ahora qué hacemos?
Ginny
esperaba que su madre le dijera que no tenía más remedio que
quedarse en casa de Bill hasta que sus padres volvieran de Rumanía,
ya que sabía que no la dejarían estar sola y ya era tarde para
retomar los planes de la playa con sus amigos.
Mientras
su madre socializada:
-Oh.
Encantada, soy Molly, la madre de Ginny -saludó sonriente y efusiva
a la chica rubia.
-Igualmente,
soy Luna Lovegood -saludó la risueña chica.
Draco
por su parte aún estaba absorto en el móvil, tan solo se dignó a
dedicar una seria mirada de refilón a las tres.
-Ah,
y el jovencito Malfoy -señaló Molly un poco seria. Conocía al
muchacho de sobra al haber ido dos veces al despacho del director por
sus peleas con Ron-. Bien -dijo limitándose a ignorar su reacción e
intuyendo el carácter del muchacho-, por lo visto hay dos autobuses
programados por el campamento -explicó haciendo que tanto su hija
como Draco pusieran una cara desilusión, que Ginny intentaba
disimular mientras les seguía explicando-, pero se ha programado mal
la hora de salida en algunas estaciones. Me han dicho que podéis
subir al otro sin problema, dicen que viene a las doce, está
recogiendo a los estudiantes de otros institutos en dos pueblos
cercanos.
-Entonces,
tenemos que esperar... -dijo Ginny resignada.
-¿Vuestros
padres saben algo sobre lo de los autobuses? -les preguntó a los
otros dos chicos.
-No
-informó Luna-. Mi padre ya se ha marchado, tenía trabajo.
El
chico se levantó del banco conteniendo el enfado mientras señalaba
con la cabeza hacia la puerta de la estación. Una mujer rubia,
entrada en años con un moño recatado, elegantemente, vestida con un
traje de chaqueta veraniego de color verde oscuro y un bolso negro se
acercaba al banco dónde estaban situados:
-Buenos
días -saludó con la elegancia que la caracterizaba a la vez que
arrastraba las palabras y guardaba las formas con seriedad.
-Buenos
días -saludó Molly mostrando la misma educación. Ambas mujeres
habían coincidido en el colegio por las peleas de sus hijos y, tras
varias charlas y encuentros, el aprecio entre ellas no era notable-.
Volvemos a encontrarnos, señora Malfoy.
-Se
hace raro verse fuera del despacho del director -dijo mirando a su
hijo severamente-, ¿verdad, señora...?
-Weasley
-señaló Molly-. Al parecer usted también ha animado a su hijo a
apuntarse al campamento.
-Lamentablemente,
acaban de informarme de que ha habido una confusión con el horario
de llegada de los autobuses. Por lo visto el primer autobús ha
salido ya.
-Sí.
Pero afortunadamente nos han informado de que el segundo llega en una
hora.
-Al
parecer tampoco llegará -dijo con rostro de indignación, hablando
con sosiego-, se ha averiado en una villa cercana mientras
transportaba a otros campistas. No han dicho cuánto van a tardar en
venir.
-Vaya.
Lo mejor sería informar a los monitores responsables -el estrés de
Molly iba en aumento.
-Por
una vez estoy de acuerdo con usted -dijo la refinada Narcisa Malfoy
arqueando una ceja.
Eso
a Ginny no le gusto, era la primera vez que veía a la madre de Draco
Malfoy y en ese momento les encontró un razonable parecido, y
comprendió a lo que se refería su madre acerca de los Malfoy cada
vez que volvía de una de las reuniones con el director.
Ambas
mujeres se separaron para realizar varias llamadas.
En
un rincón apartado del banco, Draco intentaba hablar con su madre:
-Mamá,
por favor -dijo en susurro sólo para ellos dos-, es tu oportunidad
para reconsiderarlo. Ya he escarmentado, te lo aseguro, he aprendido
la lección. No me envíes a ese sitio. Es un muermazo, ¡un
infierno! Todo el mundo lo dice. Además, sabes que odio el campo.
-Razón
de más para llevarte -le dijo tranquila e indiferente mientas ponía
atención en la agenda de su teléfono táctil-. Necesitas un tiempo
de reflexión, Draco, tiempo para que te alejes de ciertas compañías
y vicios, tiempo para aplicarte. A no ser que quieras que la cosa
empeore en casa.
Draco
frunció el ceño.
-Pero
-protestó, y fue interrumpido.
-No
hay "peros" que valgan, Draco Malfoy -esta vez en tono más
severo, le dirigió una mirada que para el muchacho era bastante
aterradora-. Ya lo hemos discutido mil veces y te empeñas en
quejarte y desafiarme como un niño pequeño. Intento defenderte ante
tu padre siempre que puedo, no cumples tus promesas. Al parecer, te
gusta sacarme de mis casillas. Que sepas que van a cambiar muchas
cosas más.
-¿Es
que no son suficientes mis castigos en casa?
-Lo
serían si no te empeñaras en ignorarlos. Y basta ya, esta
conversación se ha terminado -volvió a poner atención al móvil-.
Cambiar de aires te vendrá bien.
El
chico soltó un sonoro suspiro y se llevó las manos a la cabeza.
-Encima
tendré que viajar con ese par -dijo señalado a Ginny y a Luna-, la
hermana de la "comadreja fracasada" y la "friki
lunática".
-Conocerás
a más gente, no estás obligado a estar pegado a ellas.
-Sólo
faltaría que me pusieras ese castigo... -puso los ojos en blanco.
-Y
haz el favor de guardar la compostura con esos Weasley. Estoy harta
de tener que aguantar el bochorno de sus discusiones porque tú no
seas capaz de tener la boca cerrada.
-¡Bah!
-se limitó a exclamar el chico metiéndose las manos en los
bolsillos despreocupadamente.
-Por
cierto -cambio a un tono más tranquilo-, dame el móvil -le pidió
su madre extendiendo la mano elegantemente.
-¿Para
qué? -preguntó intuyendo lo que pretendía su madre.
-Que
me lo des, he dicho -dijo autoritaria pero tranquilamente arrastrando
las palabras de nuevo.
El
chico terminó obedeciendo a regañadientes.
-No
lo necesitarás, en el campamento tienen teléfono -dijo mientras lo
guardaba en su bolso, ignorando la cara de angustia y enfado de
Draco.
-¡Pero,
mamá!
Tan
solo le bastó mirarle una vez para que el chico cambiara el tono y
contuviese el enfado alejándose un poco de ella. Decidió sentarse
de nuevo en el banco dando por perdida la batalla.
Por
otro lado, cerca de la puerta de la estación, Molly realizaba varias
llamadas y Ginny caminaba a su lado con lentitud. Una de las llamadas
que realizó su madre la alarmó:
-Ron,
hijo -le pareció escuchar.
-Espera
-dijo Ginny al oír a quién se dirigía-, ¿qué vas a hacer?
-preguntó empezando a alarmarse más, abriendo los ojos como platos,
intuyendo lo que pretendía su madre-, ¿para qué le llamas?
Molly
la estuvo ignorando hasta que terminó de hablar con Ron.
Seguidamente se reunió con Narcisa y estuvieron hablando un momento,
sorprendentemente tranquilas, para después reunirse con los chicos,
que intercambiaban miradas de confusión al verlas hablando a lo
lejos. A Ginny y a Draco eso les daba mala espina.
-Todo
solucionado -dijo Molly.
-He
llamado a la jefa de monitores y no pueden proporcionarnos otro medio
de transporte -informó Narcisa con indignación-, la he informado de
su incompetente error y le he dicho que si cabía la posibilidad de
que se os llevara en coche ya que la señora Weasley tiene la
dirección del campamento aquí -dijo señalando un mapa de
carreteras en manos de la madre de Ginny-. Han dicho que os esperan
muy atentos a los tres, pero tenemos que conseguir el medio de
transporte por nuestra cuenta -la señora Malfoy pensaba hacerse oír
en cuanto volviera a ponerse en contacto con los directores del
campamento e incluso podría hacer que se cerrase por la
"inconpetencia" del personal, pero aún quería intentar
darle un escarmiento a Draco.
-¿Y
quién nos va a llevar?-preguntó Ginny con resignación temiendo la
respuesta de su madre.
-La
señora Malfoy y yo hemos tenido una idea -intervino su madre con
parsimonia-. Tu hermano tiene que pasar cerca del campamento, cuando
termine de recoger a sus amigos, vendrá a por vosotros y os
acercará.
-¿¡QUÉ!?
-exclamaron Draco y Ginny al unísono, se miraron con el ceño
fruncido.
-Pero
se tarda casi todo el día en llegar -dijo la chica intentando
recobrar la compostura, lo había estado intuyendo pero no quería
acabar de creerlo-, si se entretienen en llevarnos, llegaremos casi a
media noche y ellos llegarán de madrugada a la casa de campo
-intentaba improvisar más excusas-. ¿No podemos esperar a que
arreglen el otro autobús averiado?
-Ese
ya no pasará por aquí y los alumnos que iban en él también tienen
que buscarse otro medio de transporte -informó la señora Malfoy.
-No
pasa nada, Ginny, ya lo hemos hablado -dijo Molly con tranquilidad ya
que tanto ella como Narcisa esperaban esa reacción en sus hijos.
-Dirás
que le has obligado -susurró la joven poniendo los ojos en blanco.
Ambas
se separaron un poco de los Malfoy y de Luna para hablar.
-Vamos
a estar todo el día apretujados en una furgoneta enana, aguantando
su mala cara por tener que llevarnos al dichoso campamento -dijo
Ginny apresuradamente, ahora más fastidiada-. Y encima pretendes que
lleve a ese después de todos los líos que han tenido -dijo
señalando a Draco con la cabeza- ¡Nos mataremos entre todos antes
de que arranque el coche!
-Ron
lo entiende, le he explicado que no hay más remedio, no se va a
morir por llegar un poco más tarde a la casa de campo.
-Créeme,
si me tiene que llevar a mí, se morirá. O terminaré cargándomele
yo porque se pondrá pesadísimo. ¡No aguantaremos y lo sabes!
-¡Pues
ya es hora de que terminéis con tanta estupidez! -exclamó Molly muy
severa haciendo que algunas miradas de los viajeros posaran en ella-
Cansa oíros discutir. Sois hermanos y a veces hay que hacer
sacrificios por la familia -dijo mostrando una mirada más dura que a
la vez mostraba pesadumbre a la que la joven pareció ceder un poco
quedándose ambas en silencio un instante-. No será tan malo, esta
vez estarás con una amiga -dijo señalando a Luna, quien estaba
telefoneando a su padre.
-Ella
no es mi amiga, sólo una compañera de clase... -corrigió Ginny
mirándola despreocupada-. Mis amigos están en la playa -dijo con el
ceño fruncido.
Su
madre entornó los ojos y la llevó de nuevo hacia el banco con los
demás.
Draco
y su madre habían tenido en ese instante la misma discusión, el
chicho se negaba a viajar en el mismo coche que Ron y sus amigos.
Habría pelea y se burlarían de él por asistir al campamento y
tener que depender de ellos para llegar, eso último era lo que más
le molestaba.
-Mamá,
que me lleve el chofer -suplicó el muchacho en voz baja.
-Bueno,
todo listo entonces -dijo la señora Malfoy ignorando por completo a
su hijo, pensando que ese castigo le podría servir de mucho. Aunque
tampoco terminaba de agradarle la idea de que su niño tuviese que
viajar con los rebeldes hijos de los Weasley. En ese momento tenía
que marcharse por trabajo, se despidió de Draco dándole las últimas
advertencias mientras Molly y Ginny estaban pendientes de si a Luna,
que informaba de lo ocurrido a su padre, le daban permiso para viajar
con sus compañeros de clase en coche. Narcisa de despidió seca pero
amablemente de ellas agradeciéndoles que le ofrecieran transporte a
su hijo intentando poner una notita de falsedad en sus palabras para
no parecer grosera.
Al
cabo de unos minutos se quedaron esperando en la puerta principal de
la estación a que Ron apareciese con el coche. Impacientes, Molly y
Luna caminaban de un lado para otro, la rubia con parsimonia y
despiste, mientras que Ginny y Draco permanecían sentados en las
escaleras con cara de aburrimiento, echándose miradas despectivas.
En su interior ambos jóvenes iban a estallar de rabia.
Ginny
no tenía ganas de viajar ni de oír las egoístas e inmaduras quejas
de su hermano diciendo que le entorpecía sus planes, teniendo que
aguantar también a sus amigos, a los que no conocía casi de nada.
Sabía que terminaría discutiendo con Ron bruscamente. Y Draco era
un caso similar. Si no había discusión por una parte la habría por
otra. El viaje no sería tranquilo.
-Genial
-dijo Draco sólo para Ginny-, ahora encima tengo que soportar a dos
Weasley, como si no hubiera bastante con uno -frunció el ceño.
-Oye,
que yo a ti no te he hecho nada -dijo Ginny en tono seco y borde-, al
contrario, siempre te metes con mi familia.
-Qué
asco de viaje me espera.
-Pues
no vengas o haber amenazado a tu chofer para que te lleve -dijo con
una nota entre ironía y sorna-. En esto pintas menos que yo, no
tienes nada que ver, por mi puedes irte andando. Así sólo tendría
que aguantar a un imbécil.
Draco
arqueó una ceja.
-¿Qué,
no defiendes a tu hermanito? -le dijo en tono burlón.
-No.
Se pondrá muy pesado. Tan pesado como te estás poniendo tú ahora.
Si crees que vas a pasar un infierno, no tienes ni idea, niño
Malfoy.
Ambos
guardaron silencio un momento y dijeron a la vez:
-Es
un imbécil -se miraron confusos. El chico rio y Ginny mostró una
media sonrisa y volvió su vista al tráfico.
Al
salir de sus pensamientos, la pelirroja observó cómo el coche de su
hermano aparcaba enfrente de ellos, pudo divisar que en asiento del
copiloto estaba ocupado, pero no distinguía bien de quién se
trataba y le parecía que había otra persona el asiento trasero. Ron
subía las escaleras regalando a su hermana una cara de pocos amigos
que ella supo devolver mientras se ponía en pie. Él se puso hablar
con su madre, mientras que los jóvenes comenzaban a coger sus cosas.
Ginny
miró al cielo, estaba empezando a nublarse, transformando lo que
empezaba a ser un buen día soleado de verano en un día deprimente.
Una
cosa estaba clara, el comienzo de sus vacaciones estaba siendo un
desastre.
Continuará


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