6
HOTEL
PARADISE
El
frescor de una noche de lluvia veraniega empezaba a erizar la piel de
Ginny, estaba exhausta y de vez en cuando notaba leves gotas de
molesto chisporroteo en la cabeza al pasar bajo alguno de los
frondosos árboles que aún reinaban en ese extraño camino
empedrado.
El
grupo caminaba a paso más sosegado. Nadie dijo nada durante largo
rato, de vez en cuando se escuchaba cómo alguno de ellos tomaba
aliento. Ese camino de piedra que recorrían les había calmado a
todos un poco tras la racha de mala suerte nada más subirse a
furgoneta. Obviamente cada uno tenía su punto de vista respecto a lo
que a mala suerte se trataba, pero todos coincidían en esos momentos
en que el camino de faroles les conduciría a un sitio seguro.
-¿Alguno
tenéis hora? –preguntó Harry de repente-. Se me ha estropeado el
reloj.
-El
mío tampoco va -comentó Hermione mirando su pequeño reloj de
pulsera.
-Míralo
en tu móvil, Potter –dijo una voz remarcando obviedad.
-Se
me ha apagado, Malfoy, si no, no preguntaría.
-Yo
no tengo hora... –intervino Luna- pero, a juzgar por la luz y la
posición, y teniendo en cuenta lo iluminadas que están estas
farolas, deben de ser más o menos las nueve o las diez. Sería más
precisa si el cielo no estuviera tan encapotado ni los árboles nos
hubieran tapado tanto el camino...
-Oíd
–insistió Ron acercándose a sus dos amigos y aligerando el paso-,
cuando lleguemos a donde sea que vayamos a llegar, creo que a quien
deberíamos llamar primero es a Sirius, Harry –Por el tono de voz,
Ginny pudo intuir que su hermano tenía miedo de la reacción del
padrino de Harry tras el choque, pero quizás le tendría más miedo
o se sentiría más agobiado al llamar a su propia madre, de la cual
ambos pelirrojos sabían la reacción que tendría. En menos que
cantase un gallo Molly se presentaría allí donde se encontraran,
aunque eso supusiera abordar cualquier avión en Rumanía y exigirle
al piloto que marcara las coordenadas exactas en donde se hallaban
sus dos hijos pequeños-. O a tus padres, Hermione, que tienen
coche. Mi familia está cada una por su lado, tardarán en responder.
-Sí,
bueno, una vez que nos ubiquemos y si nos dejan llamar nos turnamos
–dijo Hermione asintiendo algo insegura al pensar en la reacción
de sus padres-. Cada uno tendrá que llamar a su casa. Seguro que mis
padres no tendrán inconveniente en recogernos. Pero, de todas
formas, deberías avisar a alguien de tu familia, Ron.
-Ya
te digo que no creo que estén disponibles. Sólo nos daremos
problemas mutuamente –comentó con aire desanimado y
desinteresado-... Además, una llamada al extranjero...
-Ronald,
son tus hermanos... No pienso que vayan a ignorar algo así.
-Bueno,
pero...
-Bill
quizá sí esté disponible –interrumpió Ginny despectivamente
notando el desinterés de su hermano-, se quedaba en su casa este
mes.
-De
acuerdo, ya veremos qué hacer una vez que consigamos teléfono.
La
chica Weasley parecía no acabar de dar crédito a la actitud de su
hermano. No era algo que le sorprendiera en él, pero le irritaba esa
capacidad que tenía para evitar a todos los miembros de su familia
en situaciones complicadas.
-Es
muy raro –decía Harry pensativo-, aún me quedaba batería en el
móvil y no se ha dado ningún golpe y lo he mantenido seco en la
mochila.
-A
lo mejor con la tormenta la batería se ha estropeado –le dijo
Ginny-. Tengo aquí el MP3 y he visto que tampoco me funciona.
-Esto
es una pesadilla –soltó Draco-. ¿Si la tecnología empieza a
fallar, cómo sabemos que el sitio al que nos dirigimos va a estar en
buenas condiciones? –el rubio enfatizaba la pregunta con un mueca
de disgusto mientras se echaba a un lado el flequillo mojado-. ¿En
el caso de que hubiera teléfonos, y si resulta que se les habrán
estropeado con la dichosa tormenta? A saber cuánto tiempo habrá que
esperar...
-Bueno,
de momento no se sabe qué vamos a encontrar, Malfoy –dijo Hermione
intentando dar una nota de optimismo-. No hagamos suposiciones ni
busquemos problemas si no estamos seguros.
-Hay
que pensar en todo, y al paso que vamos, como para no ponerse en lo
peor, Granger.
-Vale
que haya que estar prevenidos, pero de ahí a formar problemas donde
no los hay... Precisamente porque tiendo a pensar de esa manera, sé
que no ayuda.
Harry
y Ron se miraron algo extrañados. Empezaban a notar que el estrés
de su amiga aumentaba y suponían que como Malfoy siguiese hablando,
la tregua volvería a verse interrumpida.
-Ya,
bueno, déjame con mis conjeturas y yo te dejo a ti con las tuyas
–espetó el joven de mal humor.
El
camino se les iba haciendo largo a pesar de estar libre de
obstáculos.
-No
sé vosotros, pero yo tengo los calcetines empapados –dijo Luna de
repente.
Ron
la miró de reojo con una expresión de desconcierto y empezó a
pensar en sus propios pies.
-Cogeremos
un resfriado si seguimos así mucho rato –afirmó Ginny-. El camino
no parece acabar nunca...
La
tensión en el ambiente seguía fluyendo, ninguno había olvidado la
bronca con la que casi Ron y Draco llegan a los puños, justo antes
de que Ginny viera una de las farolas de ese camino a lo lejos.
Ninguno de los dos había vuelto a hablar ni a mirar directamente a
la chica, pretendían ignorar lo ocurrido, ya que era la primera vez
que Ginny se mostraba tan alterada. A su vez, el grupo al completo
quería obviar, además del enfado de la Weasley, lo ocurrido con el
extraño objeto que ésta guardaba en uno de sus bolsillos, ese
extraño suceso no les atraía nada. La pelirroja le daba vueltas en
silencio al hecho de que el medallón que encontró al principio del
camino comenzase a arder como si de un hierro candente recién sacado
de una brasa se tratase, muy normal no era.
Al
cabo de unos minutos la luz de las farolas empezaba a cobrar más
intensidad y el terreno iba mejorando. A pesar de estar todo mojado
se notaba que los pocos árboles que tenían ya a su alrededor
estaban mejor cuidados, al igual que las vallas y el césped.
-¡Mirad!
–Exclamó Harry señalando hacia el cielo nocturno donde parecía
divisarse la silueta de una torre iluminada por una débil luz
amarillenta mucho más alta de la posición en la que se hallaban las
farolas-. Quizá haya algún puesto de vigilancia.
Dejando
atrás los baldosines grises de piedra en los que resbalaron más de
una vez, el grupo se dirigió a paso más ligero hacia la luz notando
ahora la sensación de grava y tierra embarrada en sus pies.
Empezaron a distinguir otro camino entre arbustos y setos mal
recortados encontrando de vez en cuando, y para su sorpresa, pequeños
farolillos desgastados a ambos lados del sendero, colocados encima de
un pequeño muro que delimitaba el camino y que no les llegaba a las
rodillas. Con eso se sintieron con un objetivo más fijo aún. Tras
andar varios metros, lo que a lo lejos definieron como un puesto de
vigilancia, poco a poco iba erigiéndose como la imponente y oscura
fachada de una casa al parecer muy antigua. El paso de los seis
jóvenes iba siendo más lento y dudoso a medida que se acercaban a
la entrada cubierta por un porche bastante amplio con vigorosas
columnas de piedra.
La
poca luz que se colaba por los nubarrones del cielo nocturno les
permitió observar un poco mejor lo imponente que era esa casa. Era
una mansión, rodeada de ventanales y balcones con una entrada y
definida por grandes pero estropeados escalones de piedra y barandas
que parecían conectar más caminos. Su fachada y extensiones pasaron
al principio raramente desapercibidas para el grupo; parecía que
todo iba tomando forma a medida que se acercaban, como si toda la
casa hubiera permanecido escondida entre el frondoso bosque y se
hubiera ido materializando en un claro, poco a poco, como un
espejismo, pero ya más de cerca podían comprobar que era una
mansión. Algo dudosos de no ver más luces, subieron los pocos
escalones hacia la entrada y ya resguardados, suspiraron escurriendo
un poco su ropa y el pelo empapado por la lluvia.
Ginny
recorría con la mirada los ventanales agrietados que rodeaban la
gran puerta decorada con enormes aldabones metálicos y de repente un
sentimiento de incomodidad comenzó a inundarla. Se sentía
desconcertada, creía que ya había vivido antes ese momento. Comenzó
a pasearse por el porche analizándolo todo a su paso para no perder
detalle y así además acordarse de un extraño sueño. Las grandes
columnas estaban talladas y decoradas de arriba abajo con detalles
señoriales.
Lo
poco que habían observado hasta el momento era típico de una casa
victoriana en gran magnitud, pero descuidada, olvidada.
-Qué
sitio tan... imponente... -comentó Hermione.
-¿Dónde
diablos estamos? –soltó Ron haciendo salir a los demás de su
breve ensimismamiento.
-Parece
una casa particular –respondió Harry-. Debe de ser de gente
importante.
-Pues
no lo parece por el modo en el que está todo esto.
-Quizá
la casa esté abandonada.
-¿Y
entonces, por qué hay luz en los pisos de arriba? –cuestionó
Draco.
-También
hay luz en el piso de abajo –dijo Ginny observando uno de los
ventanales- . Las luces no están apagadas, pero parece que tienen
las ventanas entablilladas...
-Vaya...
-suspiró Ron para seguir comentando con tono sarcástico:- Eso me
hace sentir más seguro. ¿No pueden simplemente poner unas persianas
o unas cortinas?
Tras
la observación de la joven, el resto siguió sus pasos hasta quedar
frente a la misma ventana dónde Ginny se situaba y luego se fueron
desplazando por el porche para poder comprobar por ellos mismos que
todas las ventanas estaban cubiertas y que la mayoría dejaba
entrever escasas y diminutas rendijas de tenue luz. Todos menos
Ginny, iban saliendo a su ritmo del porche para comprobar el aspecto
los dos pisos superiores que tenían a la vista, esas ventanas no
parecían estar tapadas, dejaban entrever una luz naranja más
apagada que la de las farolas, los cristales empañados no definían
bien si había luz en todas las estancias o era el reflejo del camino
empedrado que dejaron metros atrás.
-Es
curioso, hay luces pero no se oye sonido alguno... -comentó Luna
cruzándose de brazos.
-¿Qué
esperas oír? –preguntó Harry.
-En
una casa de este tipo lo suyo sería que siempre hubiera ajetreo, que
estuviera siempre llena de gente, andando de arriba abajo, pero, o
tiene buenas paredes insonorizadas, o aquí no reciben muchas
visitas.
-Parece
que a los dueños les gusta la intimidad –añadió Ginny aún
sumergida en la fachada-. Espero que al menos nos dejen usar el
teléfono...
-¿En
serio os da buena espina una casa con las ventanas tapiadas en medio
de la nada...? –volvió a cuestionar Malfoy en un tono más
molesto.
-Hay
luz, eso es una señal de que puede haber gente.
-Fíjate
en el aspecto que tiene... Este sitio se cae a pedazos, Weasley.
-A
lo mejor está abandonada y... -añadió Hermione sin poder terminar
puesto que Malfoy volvió a intervenir en sus conjeturas.
-Si
es así y hay luz, puede que dentro haya vándalos o niñatos
haciendo una fiesta.
Ron
apartó la mirada de la fachada y en ese momento Ginny intuyó que su
hermano empezaba a estar de acuerdo con la opinión de Draco, pero
jamás lo admitiría.
-Bueno,
Malfoy, si no llamamos está claro que no vamos a salir de dudas
–opinó Harry- Te veo más alterado de lo normal... Si no me
equivoco, diría que estás asustado –tras decir eso, miró a su
rival con una ceja arqueada.
-¡No
estoy asustado, Potter! –saltó enseguida el rubio, frunciendo el
entrecejo como sólo él sabía- Intento pensar con lógica. Por mí,
venga, llamad a la puerta -empezó a mascullar para sí mismo-.
Veréis cuando mis padres se enteren de esto... Asustado, dice...
-Fijaos,
aquí hay un letrero –dijo Hermione acercándose a la placa que
había colocada en una de las puertas-. Con esta luz no veo nada,
¿tenéis algo que sirva para iluminar?
-Claro,
Granger, por eso hemos venido a oscuras todo el camino... -volvió a
atacar Draco con notas de sarcasmo- Eres aún más brillante bajo
presión.
-Cierra
la boca y préstame el mechero que tienes ahí guardado –le espetó
Ron harto de que se metiera con su amiga y señalando al bolsillo de
la camisa del joven quejica.
-¡Pfffff!
Qué pérdida de tiempo, ¿no podemos llamar y ya? –bufó Malfoy de
nuevo, poniendo los ojos en blanco a la vez que sacaba su mechero.
Ginny pensaba que, en el fondo, él también tenía ganas de saber
qué decía el letrero antes de aventurarse a nada más, si no, nunca
le hubiera prestado nada a Ron.
El
pelirrojo Weasley prendió el mechero y con cuidado lo acercó a la
placa, Hermione empezó a leer en voz alta frotando un poco las
estropeadas letras grabadas con la manga de su chaqueta:
-Pone:
'Hotel Paradise, Hospedaje de la familia Reeve desde 18— '...
Hmm... La fecha está borrosa.
-¿No
os parece que se ven siluetas? –pregunto Luna pegada de nuevo a una
ventana.
-Sí
que parece haber gente –afirmó Harry poniéndose al lado de la
chica-, puede que sea un hotel rural.
-Pues,
como no se esmeren en dar un arreglo a la fachada, me parece que van
a perder mucha clientela –señaló Ron-. En fin... tanto si les
funciona el teléfono como si no, nos pueden dar referencias de dónde
estamos, seguro.
-Esto
de "paraíso" no tiene nada –farfulló Draco.
Todos
estaban extrañamente aliviados, a pesar de los desperfectos de la
maleza y la fachada. Sin embargo, Ginny no tenía muy buenas
vibraciones respecto a ese sitio, pero era consciente de que no
tenían una mejor opción que llamar, era eso o caminar perdidos,
exhaustos y empapados en la oscuridad sin saber qué podrían
encontrar más adelante. Un impulso -motivado por el cansancio de la
discusión del grupo- le incitó a llamar a la puerta. Los aldabones
no eran muy pesados y resonaron captando la atención de los otros
cinco jóvenes que no esperaban que Ginny terminara de decidir tan
pronto.
La
respuesta en el interior de la casa no se hizo de rogar y ambos
portones se abrieron lentamente y resonando. La luz les cegó por un
instante a todos, y cuando los ojos de Ginny se acostumbraron al
cambio lumínico, pudo ver la esbelta silueta de un hombre muy alto,
vestido con un jersey verde oscuro encima de una camisa blanca y
pantalón y zapatos negros.
-Buenas
noches –les dijo con voz grave pero más agradable de lo que se
esperaba-. ¿En qué puedo ayudarles?
El
hombre era de mediana edad, no parecía fornido pero era muy alto y
de pelo castaño y liso bien recogido en una pequeña coleta que le
llegaba hasta los hombros. Parecía que el cansancio también había
hecho mella en él, ya que se le notaban unas leves ojeras.
Se
produjo un instante de silencio y confusión en el que los seis
jóvenes intercambiaron miradas esperando buscar un portavoz.
Finalmente Harry se decidió y dijo:
-Buenas
noches... Verá, mis amigos yo nos hemos perdido. Íbamos de camino a
un campamento cuando nos desviamos de la ruta y hemos tenido un
accidente con la furgoneta en el bosque, pasando el camino empedrado,
cuando ha empezado a llover. Estábamos totalmente perdidos hasta que
dimos con su casa. Nos preguntábamos si sería tan amable de
dejarnos llamar por teléfono para avisar a nuestras familias de que
vengan a recogernos...
Ginny
pensó en la templanza y formalidad que desprendía Harry en ese
momento.
El
hombre cambió levemente su expresión con un mínimo movimiento de
sus cejas y dijo:
-Vaya,
qué mala suerte han tenido, jóvenes. Pero por favor, pasen. Para
este tipo de emergencias está nuestro negocio –mostró una media
sonrisa algo forzada. Ciertamente, por su expresión, en un principio
no se esperaban tanta amabilidad.
En
cuanto pisó el vestíbulo a Ginny le invadió un calor muy
agradable. Todos se sorprendieron, ya que por dentro la estancia era
completamente diferente a la impresión que daba desde fuera; La
entrada era grande, todo estaba elegantemente decorado con muebles
antiguos pero bien conservados, los candelabros centelleaban en la
pared a ambos lados del vestíbulo, que llevaba a dos estancias a
izquierda y derecha, en el medio se imponía una mesa redonda y al
fondo una escalera cubierta por una elegante alfombra morada con
detalles en dorado. Se observaba que el ambiente no estaba recargado
pero no faltaban detalles florales en las mesas, esculturas y una
lámpara de araña. Sumamente impactante a primera vista.
-Bienvenidos
al Hotel Paradise, soy Zyron Burke, uno de los amos de llaves. Debo
decirles que han tenido suerte. Esta lluvia tan repentina al parecer
ha causado varios destrozos por la zona. Si esperan un momento aquí,
les proporcionaré un teléfono.
-Gracias
–dijeron los seis chicos más o menos al unísono.
En
cuanto Zyron Burke cruzó la esquina derecha del vestíbulo todos
empezaron a recorren la estancia despacio sin perder detalle aún con
el extraño semblante del aquel hombre grabado en la mente.
-Qué
señor tan atento. Y qué lugar tan elegante –comentó Luna-,
lástima lo del jardín...
-Esto
no parece una casa rural –opinó Ron-, más bien un lugar de reposo
para gente mayor, una residencia de ancianos...-hizo un gesto en el
que daba la impresión estar olfateando la estancia- Pareciera que
hubiésemos viajado en el tiempo.
-Pero
es precioso –insistió Hermione fijándose en los detalles de la
lámpara de araña- Puede que sea un hotel exclusivo.
-Si
así fuera, me sonaría de algo –alardeó Malfoy-. Mi familia y yo
siempre hemos frecuentado los mejores hoteles.
-A
nadie le importa, Malfoy –cortó Ron.
-Se
nos ha olvidado preguntarle qué hora es –recordó Hermione.
-Ahora
cuando vuelva le decimos que nos ponga al corriente de hora y lugar.
-Es
un poco raro que siendo un hotel exclusivo y bien cuidado por dentro,
esté tan estropeado por fuera –dijo Harry.
Ginny
observó que había cortinas de terciopelo morado cubriendo los
ventanales a juego con las alfombras, y hubo algo que llamó su
atención; le extrañó ver que el cristal de las ventanas estaba en
un buen estado y no había signos de tablas de madera por el porche.
Estaba oscuro pero en el vestíbulo se podía distinguir bien que
desde su posición las ventanas no estaban entablilladas fuera. Al
pegar un poco la cara al cristal creía incluso distinguir la luz de
la luna brillando en un cielo ya despejado. Eso la desconcertó un
poco. Y de repente notó una extraña sensación. Metió una mano en
el bolsillo y sintió cómo la medalla que tenía guardada empezaba a
arder de nuevo, no lo suficiente como para molestarla pero sentía
que algo cambiaba en el objeto. No obstante no lo sacó del bolsillo.
Ese objeto le era familiar y no veía motivo de peso para deshacerse
de él, pensaba que quizá podía llevar algún tipo de circuito. En
ese momento el amo de llaves regresó -era absurdo hacer conjeturas
de eso cuando tenían cosas más importantes de las que preocuparse-,
el hombre con el semblante apesadumbrado informó:
-Lamento
el infortunio, muchachos, pero tras la tormenta la línea telefónica
se ha averiado. Me temo que no les queda más remedio que esperar a
que la arreglen o pasar la noche aquí.
El
semblante del grupo volvió a ensombrecerse. No podían creer la mala
racha que estaban teniendo.
-Precisamente
queríamos preguntarle la hora –dijo Hermione amablemente-. Sabemos
más o menos que estábamos cerca de una de las carreteras
principales del este, pero una vez que chocamos y nos adentramos en
el bosque, entre el agua y mala cobertura, nos hemos desorientado por
completo.
-Son
las doce en punto –informó Zyron consultando su reloj de pulsera.
¿Tanto
tiempo habían estado caminando? Se preguntó Ginny sorprendida,
soltando inmediato la medalla en el interior del bolsillo, en ese
instante dejó de desprender calor.
Todos
compartían miradas de desconcierto.
-Si
quieren pueden entrar a asearse y pasar al ala oeste a tomar una taza
de té o café, les vendrá bien algo caliente tras el paseo bajo la
lluvia. Nuestro servicio está disponible las veinticuatro horas.
-¿Podemos
pasar sin registrarnos? –preguntó esta vez Ron.
-Por
supuesto, tenemos un servicio de restaurante aparte.
-En
ese caso, sí, nos gustaría, gracias.
Los
demás asintieron y Zyron les indicó el camino. En fila fueron
cruzando por la estancia de la derecha hasta llegar a un pasillo
amplio y extenso lleno de candelabros y divanes. Los suelos eran de
madera fuerte y los pasos resonaban de manera incómoda e irregular.
Tras cruzar un par de salones llegaron al umbral de un lujoso y
acogedor salón con una pequeña chimenea en la que crepitaba un
fuego de lo más agradable. Atraídos, los seis jóvenes se acercaron
a la chimenea en cuanto el amo de llavez les indicó dónde podían
encontrar aseos, les tomó nota de lo que iban a tomar y se marchó a
por unas toallas.
Ese
cuarto era más pequeño y recargado, había estantes repletos de
todo tipo de objetos decorativos y bajillas de un aspecto lujoso que
al parecer nadie usaba en mucho tiempo, pues tras los cristales de
los armarios se distinguían algunas capas de polvo, al fondo un
mini-bar con tres taburetes, al que Malfoy le hecho ojo de inmediato,
y en el extremo próximo a la chimenea había un sofá de aspecto
poco confortable pero amplio con sillas alrededor en corro a una gran
ventana tapada con cortinas verdes. Ginny sintió curiosidad y se
acercó a ese lado del cuarto con el fin asomarse por la ventana y
ver qué paisaje se le ofrecía, pero Zyron regresó en ese momento
con toallas. Tras tener cada uno una toalla esponjosa en sus manos se
pusieron cómodos en un asiento cercano al fuego.
Se
produjo un extraño silencio. Ginny en ese momento se preguntaba qué
demonios hacían allí y lo rápido que habían surgido todos esos
acontecimientos. Estaban los seís en corro, sin saber o sin querer
tener nada más que decirse.
De
repente desde fuera se escuchó un fuerte trueno que los sacó de su
ensimismamiento. La tormenta había vuelto y esta vez parecía peor.
-Bueno,
al menos hemos llegado hasta aquí –dijo Harry de repente-.
Esperaremos a que amaine, no tenemos opción...
-Qué
remedio... Debemos ser los únicos pringados que se hayan accidentado
y estén sin coche –intervino Malfoy- . Aunque tampoco se oye mucho
movimiento alrededor.
-¿Cuánto
crees que nos cobrará por las bebidas? –preguntó Ron a Harry en
voz baja, el aludido se encogió de hombros.
-Habréis
traído la cartera, porque no estoy para invitar a nadie y menos a
vosotros.
-Aunque
quisieras, recuerda que papi y mami te han cortado el grifo.
Hermione
puso los ojos en blanco viendo que se avecinaba otra serie de
rebuscados insultos entre los chicos y empezó a doblar su toalla
húmeda.
-El
sitio tiene pinta de caro, eso está claro –dijo Harry- Pero el tal
señor Burke parece que entiende nuestra posición... Propongo que
nos quedemos esta noche.
-¿En
serio? –soltó Ron dubitativo.
-Estoy
de acuerdo –dijo Hermione-. Está visto que la tormenta no va a
parar y aunque tuviésemos línea de teléfono, para nuestras
familias sería más complicado dar con la dirección concreta del
hotel y a la vez que tus hermanos y Sirius se ocupasen de recoger el
coche estampado en Dios sabe dónde... Además es tardísimo. Nos
resultará más fácil hacerlo todo por la mañana con más luz
aunque lloviera.
-¿Y
si mañana línea teléfono sigue averiada?
-Podríamos
esperar un poco.
-Sí,
y sino cada uno tiene lo esencial a mano –volvió a intervenir
Harry-, podemos buscar el pueblo más cercano y avisar desde allí de
alguna manera a emergencias o a alguien.
-Nosotros
de todas formas ya llegamos tarde al campamento, así que, por mí
bien –dijo Luna.
-Bueno
–dijo Ron aún sin estar muy convencido-, ¿y si por lo que sea, la
estancia se nos sale de precio?
-Podemos
acordar con Burke una especie de señal de pago –opinó Harry.
-Sí
-dijo Hermione rebuscando en su mochila-, bueno, obviamente debemos
preguntar primero el precio de... ¡Oh! ¡Pero a mí me falta el
bolso con la dichosa cartera! -La chica volvió a poner una mueca de
desesperación escondida tras abombados mechones de pelo rizado
estropeados por la lluvia.
-Cuando
contactemos con nuestras familias podemos pedirles que nos traigan el
resto del dinero...
-Parece
que en vez de una estancia de hotel vayáis a pedir el rescate de un
secuestro –interrumpió Malfoy otra vez-. Patético.
-Cierra
la boca, Malfoy –le espetaron Harry y Ron al unísono.
-Bueno,
entonces, decidido...Nos quedamos una noche... -dijo Hermione.
-¿Estamos
todos de acuerdo, no? –se aseguró Ron- Ginny... Ginny, reacciona,
vuelve a la realidad –chasqueó los dedos delante de su hermana
para llamar su atención.
-¡Sí,
claro, estoy de acuerdo! –protestó frunciendo el ceño- ¿Qué
otras opciones tenemos...?
-No
has dicho nada desde que hemos entrado –observó Hermione- ¿Estás
bien?
-Sí,
es solo que empiezo a estar algo cansada... -todos parecían haber
notado la extraña reacción de la chica a la hora de llamar a la
puerta y al cruzar esos enormes salones. Ginny quería evadir el
tema, le gustaba ese sitio pero a la vez había algo en el ambiente
que le daba malas vibraciones, no estaba segura de ser la única, por
lo que se había limitado a observar y a escuchar. Sabía de sobra
que lo único que le preocupada a Ron el era el dinero que tendría
que gastarse en "cuidar de su hermana pequeña" y eso era
algo que a la chica le molestaba mucho, ella sabía cuidarse sola.
En
ese momento Zyron regresó con las bebidas calientes y unas tostadas
con mantequilla y mermelada con las que los jóvenes se relamieron.
-¿Se
les ofrece algo más? –preguntó el amo de llaves complacido de ver
a gusto a los chicos.
-Dígame,
¿suelen tener este tipo de averías con frecuencia? –volvió a
cuestionar Hermione-. Es que, pensamos que al ser tan tarde, nos da
igual esperar a que vuelva la línea cuando la lluvia cese por
completo, lo hemos hablado y queríamos saber si quedan habitaciones
libres...
-Bien
pensado jóvenes, justamente les iba a proponer pasar la noche, ya
que, tal y como avanza la tempestad, lo más seguro es que el río
crezca e inunde el camino. Si es difícil pasearse de día,
imagínense de noche. Mañana podrán acercarse al pueblo más
cercano, si el tiempo lo permite.
Ron
puso una mueca de aprehensión y Ginny le leyó el pensamiento; el
chico estaba visualizando su furgoneta en medio del camino hecha
polvo.
-Supongo
que querrán una habitación para cada uno –observó Zyron.
-Sí,
a poder ser –dijo Draco-. Nos gustaría algo sencillo, tal y como
estamos, nos gustaría saber el precio de...
-Por
el precio de las habitaciones no se preocupen. Han tenido un día muy
duro, he consultado con mi jefe, y ya que vienen en grupo y se tienen
que encargar de reparar su vehículo, podemos ofrecerles un precio
que se acomode a su presupuesto. Pero mi jefe prefiere hablarlo con
ustedes en persona, más tarde –se produjo un extraño silencio
solapado con el leve tintineo de la cucharilla de té de Luna-.
Tienen suerte además, al ser temporada baja, tenemos pocos
huéspedes.
-Es
muy amable por su parte –volvió a decir Harry- pero nos gustaría
aclarar el tema del precio de la habitación cuanto antes, no
quisiéramos molestar a su jefe.
-En
cuanto esté libre podrán consultar ese tema con él, no se
preocupen, de momento les acompañaré a sus habitaciones.
En
cuanto hubieron terminado el refrigerio, Zyron les volvió a llevar
al vestíbulo y se acercó a un gran armario cercano a las escaleras,
de allí sacó seis juegos de llaves, en la mesa del centro pidió a
los jóvenes que firmaran cada uno un documento solicitando
habitación, les fue pasando una pluma y un tintero y estos,
extrañados, rellenaron sus datos, lo vieron normal, simple
burocracia en un sitio antiguo. Después los chicos siguieron a Zyron
Burke, que llevaba los papeles en la mano, por la escalera principal.
Esta se levantaba en forma "Y" en el primer piso y tenía
un gran ventanal en el medio tapado con otra gran cortina morada y
tupida. Más candelabros de pared, ningún cuadro, sólo el
repetitivo estampado floral de la pared de fondo azul cobalto y
detalles en amarillo apagado tirando a marrón, suelos oscuros y
parqué, un pasillo interminable en el primer piso y divanes sueltos.
Lo único que se escuchaba ahora era el tintineo de las llaves y el
repiqueteo de la lluvia en los cristales próximos.
-Estoy
seguro de que encontrarán la estancia acogedora.
Continuará


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