28 octubre 2019



7

VENTANAS AGRIETADAS


-Disculpe si le molesta –intervino Ginny-, pero, ¿qué le ha ocurrido a la fachada, van a empezar unas obras en el hotel?

-¿Por qué lo pregunta? –Zyron parecía verdaderamente extrañado o desconcertado tras la pregunta de la chica. Caminaba dirigiendo al grupo por el pasillo y de repente se detuvo lentamente en seco para después darse la vuelta y mirar a Ginny, aunque a la vez parecía que nada le perturbaba.
-Bueno, antes hemos visto tablas en las ventanas... -dijo la pelirroja dubitativa, ya que el amo de llaves pareció tardar un instante en reaccionar:
-Ah, cierto... Bueno, me temo que el Hotel Paradise ha conocido tiempos mejores. Intentamos renovarnos constantemente, pero al estar en un sitio tan apartado de las nuevas carreteras, nos cuesta un poco. Y tener estos días de tormenta tampoco ayuda mucho a la imagen. Pero tengan presente que nos alegra su visita, y aunque no lo parezca, este hotel ha sido de prestigio durante muchos años. Nos aseguraremos de que estén cómodos y con la mejor atención. Queremos abrirnos a un público más joven. Tiempo atrás este lugar fue muy familiar... Digamos que pretendemos llevarlo con elegancia a esta nueva época. Lamento que su primera impresión haya sido de desagrado.
-No, en absoluto –dijo esta vez la joven Weasley compartiendo una mirada con el resto.
-Simplemente nos sorprendió encontrar una casa de este estilo cuando pensábamos que caminábamos hacia la nada –explicó Harry intentando ayudar a Ginny a que su último comentario no pareciera descortés.
        Dada la parsimoniosa y elegante postura que Burke les presentaba desde el principio, los jóvenes se sentían sumamente inclinados a hablar con la mayor educación que les era posible, ya no solo por gratitud. Era una sensación extraña, el amo de llaves influía de cierta manera, y al menos Ginny se sentía algo incómoda por tanta formalidad, llegaba a ser desconcertante. No sabía si era por la simpatía de Zyron Burke, pero notó al resto un poco reticente a cruzar un último pasillo apartado de la gran escalera en el segundo piso. En todo el recorrido no se habían cruzado con nadie más ni habían percibido mayor ajetreo.
-Bien, segundo piso. El hotel se compone de tres plantas accesibles a los huéspedes; Me he tomado la libertad de distribuirles por género; dormitorios de las damas a la izquierda, caballeros enfrente a la derecha –Zyron les fue indicando sus estancias.
        Las puertas de las habitaciones eran señoriales y estaban talladas al detalle como cabía esperar en un sitio así, de madera noble y oscura, y los números de la habitación se hallaban remarcados en pequeños carteles debajo de lo que parecían ser las mirillas de las puertas.
      Al fondo del pasillo había una gran ventana, también tapada con una cortina tupida, en color amarillo mostaza muy oscuro. Ginny pudo percibir un destello del exterior a través de ella, tal vez una farola o la luz de la luna.
         Cuando Zyron terminó de asignar las habitaciones Ginny ocupaba la tercera puerta al fondo a la izquierda junto a la ventana, en la puerta de frente estaba Draco, las habitaciones del medio las ocupaban Harry y enfrente suyo Hermione, y las de la entrada al pasillo Ron y Luna.
-Les avisaré cuando el señor esté libre. Mientras tanto, por favor, no salgan de sus habitaciones.
-Está bien, esperaremos –dijo Ron contemplando el interior de su dormitorio-. Gracias por todo.
-No hay de qué. Recuerden, no se alejen de este pasillo, o se perderán –Zyron Burke les dio a cada uno la llave de su estancia y se retiró por otro pasillo del segundo piso con los documentos firmados por los chicos en la mano.
          La última en entrar a su habitación fue Ginny, utilizó la llave de su dormitorio –antigua y con un pequeño cartelito con el número de la habitación- y una vez dentro se deleitó hasta con el sonido de las bisagras de la puerta; Todo estaba, como no, decorado al estilo victoriano, el papel de la pared era grisáceo con motivos florales estampados, los muebles se mimetizaban con el suelo de madera, había un robusto armario con un espejo en la puerta y grabados a una esquina, la cama estaba cubierta con un dosel de fina tela blanca y una cómoda a cada lado con lámparas de aceite, predominaba un color rosa apagado en la colcha bordada y en los sofás cercanos a una chimenea y a un escritorio con un jarrón con flores púrpuras. Ginny volvió a sentirse abrumada, parecía la habitación de una niña rica, pero a la vez no tenía queja alguna. Dejó su mochila en el sofá y se paseó con cuidado de no estropear la alfombra. Al lado de la entrada había una puerta, supuso que era el baño. Daba la impresión de que esos muebles no se habían usado en mucho tiempo. Las dos ventanas del dormitorio también estaban cubiertas con gruesas cortinas de color rosa.
         Escuchó las voces de los otros cinco en el pasillo por lo que decidió salir a ver de qué hablaban. Se encontró con Hermione apoyada en el marco de la puerta del cuarto de Harry y Luna se paseaba por el pasillo observando el papel de pared como si fuera la cosa más interesante que allí había.
-Esto es precioso –comentó Granger-. Estarán de obras, pero se nota que cuidan los detalles, Algunos de los muebles de mi cuarto parecen antiquísimos.
-El único fallo es que en la almohada no han puesto los típicos bombones de menta –dijo Harry sacando unas cuantas cosas de su mochila e hizo reír a su amiga.
        Ginny se asomó un poco a la habitación del chico, la distribución y los muebles eran similares, pero ese cuarto era más masculino. Predominaban el negro, el azul y el rojo. Y no tenía doseles en la cama. Tan solo había una ventana y estaba tapada por una cortina con bordados rojos.
-Todo está tan bien preparado que da un poco de reparo tocar algo por miedo a que se rompa –comentó Ginny.
-Parece que somos los únicos huéspedes.
-Es temporada baja de turistas –observó Hermione-. Por estas fechas suelen empezar abrir y acondicionar este tipo de casas, quizá lo han tenido muy dejado en invierno... Y parece que hace poco que haya llegado la luz eléctrica. Es como un hotel temático.
-Hay que reconocer que esto es lo mejor que nos puede pasar tras una tormenta –se escuchó a Ron desde su dormitorio. Ginny sintió curiosidad y se asomó a ver que hacía su hermano; la habitación era más o menos como la de Harry, el pelirrojo estaba tumbado en la cama boca arriba y con los brazos reposando en forma de almohada, se había quitado las empapadas botas y estaba en manga corta. Había encendido su chimenea y puesto su mochila y su chaqueta a secar. Parecía que en ese momento no había nada que lo perturbara.
-¿Qué? –espetó el chico al ver que su hermana se lo quedaba mirando.
-Nada –dijo enseguida la chica cruzándose de brazos-. Que parece que ya no estás tan preocupado por lo que debe costar la habitación.
-Claro que lo estoy, además no solo tengo que pagar la mía.
-Por mí no te preocupes a estas alturas, Ron. He estado ahorrando desde hace meses y puedo encargarme de MIS gastos.
-¿Qué quieres decir con "a estas alturas"? –el chico se levantó de la cama con lentitud hasta quedar sentado y la miró con el ceño fruncido.
-Que me voy a cambiar la ropa mojada –sentenció Ginny saliendo del cuarto.
-Yo también –dijo Hermione-. No me hará gracia que además de todo lo que nos ha pasado hoy también terminemos acatarrados.
-Este tal Zyron nos debe de estar tomando el pelo –dijo Draco saliendo de su habitación-. ¿Habéis visto la calidad que hay aquí? Seguro que son suites VIP. Yo por mi posición me lo puedo permitir... ¿Pero darnos las mejores habitaciones, así, sin más, sin decirnos el precio y sabiendo en las condiciones que hemos llegado?
-¿Si te lo puedes permitir, qué más te da, Malfoy? –cuestionó Harry asomándose al pasillo.
-Si somos los únicos huéspedes y no hay reservas, habrá pensado que qué más da que usemos estas suites -opinó Hermione.
-Nadie es tan amable... Querrá cobrar un plus cuando nos vayamos. Y sino, esperad a ver qué nos dice su jefe.
-Pero Burke nos ha dicho que este hotel fue prestigioso en su día –señaló Granger-, será normal que conserven antigüedades y que el ambiente esté tan decorado. ¿De veras crees que son las mejores habitaciones?
-Es un medio para promocionarse, seguro. Por otro lado, es normal que intente impresionarnos, teniendo en cuenta el exterior y lo que ha dicho hace un rato de renovarse, no tendrán visitas desde hace mucho tiempo.
-"Tan sólo Malfoy", deberías tener un poco más de fe en la gente –dijo Luna aun absorta en el papel de pared, pasando por su lado rascando un borde del marco de la puerta de la habitación de Ginny.
-Y dale... ¿Y eso ahora a qué vendrá? –se limitó a susurrar el chico rodando los ojos-. Tal vez no lo sean porque ni siquiera han puesto un mini-bar para poder aguantar vuestras charlas nocturnas.
-Tranquilo, nosotros no te aguantaríamos ni borrachos –espetó Ron haciendo reír sonoramente a Harry y discretamente a Hermione.
-Nadie te obliga a quedarte en el pasillo a escuchar –dijo Harry-, para eso querías una habitación para ti solo.
-Estoy intentando cargar el móvil de mi padre, pero no encuentro enchufes por ningún lado –dijo Luna ignorando la nueva discusión-. Ni en mi habitación ni en el pasillo. ¿Vosotros tenéis?
-No –contestó Ron saliendo al pasillo-. Yo tampoco he encontrado ninguno.
-Parece que no hay en ninguna habitación –dijo Hemione-, podemos preguntarle al señor Zyron.
-Es muy raro, parece que todos nuestros teléfonos han dejado de funcionar a la vez –observó Ginny.
-Quizá sea por la tormenta –comentó Luna-. Una anomalía en las ondas.
-Se habrá estropeado alguna torre de esas de telefonía –supuso Ron despreocupado pero a la vez observando la cara de suspense que ponía la chica rubia.
-¿Sí, pero que falle la batería del móvil también? –cuestionó Harry- No es muy normal, por el golpe en coche no creo que haya sido.
-Si tuviese aquí mi móvil... -se lamentó Hermione.
-Una vez leí un artículo en el que sostenían la teoría de que en noches tormentosas podía haber anomalías en campos electromagnéticos creados estratégicamente para que los ovnis no sean detectados al pasar por ciertos puntos de la Tierra.
-Eso no es posible, Luna –defendió enseguida Hermione poniendo cara de escepticismo.
-He dicho que es una teoría.
-Ya, pero...
-Bueno, mientras estemos bajo techo, en una noche así a mí me da un poco igual el teléfono –cortó Ginny observando la cara de su hermano y la de Hermione, seguramente pensando que Lovegood leía demasiados comics. No quería más discusiones ni que se metiesen con Luna-. Ya tenemos un plan de qué hacer mañana. Así que descansemos, tendremos tiempo para pensar a quién llamar. No le demos más vueltas.
-Eso si están en casa para cuando llamemos –dijo Ron.
-Es una pena, tanta gente y a la hora de llamar por ayuda no hay nadie... -comentó Draco con sorna.
-¿Quién te crees que eres para decir eso? –soltó el pelirrojo ya muy harto frunciendo el entrecejo y mirando casi con incredulidad a Malfoy-. Seguro que tus padres están ya de vacaciones en una isla, desconectados, sin querer saber nada de ti. Incluso te han quitado el teléfono para que no les molestes. Yo por lo menos tengo gente que, tarde o temprano llama y pregunta. A mí no me viene a buscar mi chofer y me voy solo, me voy rodeado de mi gente –recalcó su última frase.
-Vete a la mierda, Weasley –se limitó a decir el chico con odio antes de entrar en su habitación y cerrar la puerta.
-Ahí te has pasado un poco, Ron –musitó Hermione acercándose a su amigo con cara de exasperación.
-¡No, si ahora el malo voy a ser yo! Me da igual cómo se lo tome, es la verdad. Llevamos todo el día con lo mismo...
-¿Cómo sabes que es la verdad? –cuestionó Luna de repente. Había dejado sus paseos y se disponía a irse a su cuarto. Ginny pensó que la chica se vio obligada a intervenir por algo serio. Era la primera vez que se metía en la disputa "Weasley vs Malfoy"- Cada uno en su casa tiene una historia. Él no puede dar por sentado la tuya ni tú la suya.
-Eso es cierto –señaló Ginny.
      Hermione y Luna entraron en sus habitaciones y Harry siguió a lo suyo con la puerta de su dormitorio abierta como si nada.
-¿Y tú que dices ahora? Se ha metido otra vez con nuestra familia –Ronald se dispuso a entrar en el cuarto de su hermana para no darse por vencido en su defensa.
-¡No estoy en absoluto de parte del idiota de Malfoy!
-Fíjate que en eso te creo, porque casi nos arreas un tortazo en el bosque antes de que cayese el rayo en el árbol.
-En chulería y en ser borde estáis igualados. No ganaréis nada más que humillaros. Todos lo están viendo. A ver si maduras ya, Ron.
-No soy el único que debe madurar aquí. A ver si controlas un poquito más tu genio y dejas de lanzarme indirectas y me dices de una vez por todas lo que te pasa conmigo.
-¡Mi genio es mi genio y no puedo cambiarlo por mucho que quiera! Y ahora vete para que pueda cambiarme-. Le cerró la puerta en las narices y soltó un largo suspiro.
        La Weasley estaba exhausta mental y físicamente. No quería más discusiones. Se dejó caer en la cama y para su sorpresa notó el colchón muy blando y la colcha sedosa. Se quedó boca arriba unos instantes contemplando el techo, intentando vaciar su mente, pero no lo lograba. Tenía una extraña sensación desde que entró en el hotel. Todo le era extrañamente familiar... Al cabo de un rato empezó a notar el ambiente algo cargado. Se dio cuenta de que la chimenea estaba encendida:
-¿Pero cuándo...? –musitó la joven. Sabía que estaba apagada al entrar. Se levantó de un salto y se acercó para ver si tenía algún mecanismo que la encendiese automáticamente, pero era una chimenea simple y normal de las de toda la vida.
       De repente se dio cuenta de lo que la había estado molestando desde que entró en el hotel; todas las ventanas estaban tapadas. Entendía que con el tiempo que hacía no había un paisaje muy agradable de ver fuera, pero cuando se asomó a la ventana del vestíbulo parecía que hacía una noche muy distinta a la que ella y su grupo estaban pasando.
       Decidió asomarse y así poder observar un poco mejor la fachada desde el piso superior para ver si podía distinguir un poco más el terreno. Fuera resonaban de nuevo las gotas de lluvia con mucha más intensidad, escuchó retumbar un trueno. Al descorrer la gruesa cortina se extrañó, el cristal de la ventana no estaba mojado, no se veían las gotas de lluvia estampadas y el cielo estaba completamente despejado desde su perspectiva. Podía verse un cielo repleto de estrellas, de esas que solo se ven bien en el campo, y una clara y enorme luna llena en medio del oscuro cielo con sus rayos chocando contra la fachada del hotel. Vio que en las otras ventanas también había tablas.
     La suya era la típica ventana con dos puertas, apresurada buscó el manillar y abrió con lentitud una de ellas. -Ahora sí que no entiendo nada- se dijo a sí misma. Al abrir pudo notar como la tormenta arreciaba con una brusca brisa y el cielo tan despejado que vio desde el interior antes de abrir cambió por uno encapotado, notaba cómo las gotas le salpicaban y escuchaba cómo se estrellaban en la fachada, las aceras y los charcos de los jardines. Se asomó todo lo que pudo hasta la cintura sosteniéndose en una cornisa, empezó a mirar a fondo el exterior; no se distinguía gran cosa, había un par de farolas iluminando tenuemente lo que supuso era la entrada que ella y el resto habían utilizado. Al fijarse en las ventanas del segundo piso desde su izquierda pudo ver la habitación de Hermione y seguidamente la de Luna, luego el resto de la fachada que se curvaba hacia delante y tenía unos ventanales más altos, llegaba a ver parte del primer piso también y el bajo cubierto con un porche con fornidas columnas como las que había a la entrada del hotel solo que un poco más pequeñas, para su sorpresa todas y cada una de las ventanas estaban cubiertas con tablas en todos los pisos que llegaba a ver.
    Volvió a adentrarse en el calor de la habitación medio atónita de ver que los cristales de su dormitorio reflejaban una noche muy diferente a la que estaba siendo en realidad. No dejaba de comprobarlo, se puso delante de las puertas de ambos cristales un rato, las abrió y las cerró un par de veces. Era como tener delante una pantalla de móvil u ordenador con un video antiguo del mismo lugar al que estabas mirando. En el escenario de dentro todo era cálido, con un bello paisaje nocturno, propio de la típica noche veraniega y escenario de fuera la tormenta arremetía y las ventanas estaban entablilladas.
      Volvía a notar calor en el bolsillo de su pantalón pirata por lo que sacó el pañuelo con la medalla y lo apretó en su mano izquierda.
      Necesitaba comprobar otras ventanas. Salió del dormitorio y abrió la cortina del pasillo, el gran ventanal tenía una pequeña cerradura en la parte superior pero al pegar la cara al cristal volvió a ver reflejada la tranquila noche que veía en el interior de su dormitorio. Se separó del ventanal y, contrariada, volvió a correr la cortina. En ese momento vio que Harry tenía la puerta de su habitación entreabierta y quiso matar la curiosidad:
-Perdona, ¿Harry, puedo pasar? –se aventuró dando dos golpecitos en la puerta. El chico estaba sentado en una butaca negra y su expresión pareció de mucha sorpresa al principio. Ciertamente ni ella misma se esperaba que algún día llegase a llamar a su puerta.
-Sí, ¿qué ocurre? –el chico de la cicatriz se puso en pie.
-Me gustaría comprobar una cosa –algo agitada más que por la mera curiosidad, entró dirigiéndose a paso firme hacia la ventana.
-¿Qué necesitas? –balbuceó el muchacho.
    La chica intentó medir sus palabras. No sabía cómo explicarle al muchacho qué era lo que necesitaba comprobar, aunque por otro lado tampoco le parecía complicado, no quería ponerse más nerviosa de lo normal ni parecer una paranoica con el tema de sus malos presentimientos.
-Es que, estaba en mi habitación cuando he empezado a curiosear, algo me ha llamado la atención, y es que parece que mi ventana es la única que no está tapada en el hotel.
      Cuando la joven descorrió la cortina se encontró la ventana tapada con una tabla desde fuera y el cristal estaba notablemente estropeado, parecía que hubiesen apedreado la ventana numerosas veces y lo hubiesen querido tapar.
-Vaya... -soltó Harry-. Eso le quita un poco de encanto a la habitación.
-¿Lo ves? Parece que las ventanas del porche y el primer piso no eran las únicas que estaban tapadas.
-Bueno, ya sabes lo que ha dicho Zyron, nos ha dado a entender que el hotel no está en muy buen estado. Puede que la mayor parte de la fachada esté aún por arreglar y les resultará difícil proteger las ventanas. No sé...
-Es que... Parece que todas las ventanas están entablilladas menos la mía y, bueno, la del pasillo, pero cuando me asomo a mirar... Te va a parecer muy raro, pero es como si hubieran puesto una pantalla o algo para cambiar las vistas de fuera, no se ve la lluvia caer y el cielo está tan diferente...
-¿Crees que estén poniendo decorados?
-Quizá por eso tu ventana esté tapada, deben de usar algún aparato tecnológico pero luego miro y veo que no tenemos ni enchufes y, en fin, que me parece muy raro.
-Sí... Podemos preguntarle a Burke más tarde.
La chica asintió.
-De todas formas hemos tenido suerte, tal y como está la habitación de bien, la ventana no me preocupa.
-Ya, bueno. Vuelvo a mi cuarto...
Se produjo un silencio y la chica se dio la vuelta dispuesta salir al pasillo, pero Harry tomo aire y dijo:
-¿Ginny, estás bien? Me ha parecido que Ron y tú habéis vuelto a discutir, pero esta vez más seriamente.
-Ya, no es nada nuevo –volvió a darse la vuelta cruzada de brazos-. Le conoces, a veces se le va la fuerza por la boca. Siempre estamos así, en tensión.
-Ya –el chico soltó una leve risa-. No logro entender bien por qué.
-A veces yo tampoco, tonterías de hermanos –dijo poniendo una cara entre seria y desganada.
      El chico no estaba seguro de que Ginny quisiese profundizar en el asunto de Ron. Tras años junto a su amigo, era la primera vez que veía tan de cerca la relación que éste tenía con su hermana lejos del resto de los Weasley por lo que no se podía basar en su experiencia entre hermanos, pero tampoco se imaginaba que ambos pelirrojos estuviesen tan cortantes y fríos entre ellos. Sin embargo sabía que Ron parecía tener siempre algo que decir de su hermana, pero nunca lo hacía. Y Harry tampoco había prestado demasiada atención.
-Parece que estar aquí te pone algo nerviosa... -cambió de tema observando la postura que Ginny tenía cruzada de brazos, como en guardia frente algún acontecimiento.
-¿Aquí, dónde exactamente? –dijo la chica sin saber si se refería al hotel o al estar en la misma habitación por primera vez en un largo rato y completamente a solas con Harry Potter.
-En el hotel –dijo el chico encogiéndose levemente de hombros tras pensar un instante su respuesta.
-Ah...Yo... Lo sé. Es que, te parecerá raro, pero no dejo de tener una mala sensación desde que hemos entrado. Burke parece muy amable, pero no entiendo por qué algo no me encaja...
-¿Tienes miedo? –dijo el chico mostrando una media sonrisa- Nunca me has parecido de las chicas que se asustan con facilidad.
-No, no es miedo –sentenció ella devolviéndole la sonrisa y a la vez alzando una ceja y descruzando los brazos- Después de recorrer estos pasillos lo que tengo es curiosidad.
-Mezclada con esa mala sensación.
-Es complicado...
-Bueno, que no sea nada.
-Voy a cambiarme antes de que Burke vuelva a buscarnos.
-Vale –Ginny se sintió analizada al detalle por el chico durante la corta distancia que recorrió de la ventana a la puerta y al cerrar tras de sí volvió a exhalar otro hondo suspiro.
      La medalla seguía quemando en su mano. Apartó el pañuelo molesta por el calor que desprendía, era blanco con pequeños estampado grises y siempre solía llevarlo consigo en los viajes para limpiar las gafas de sol, normal y corriente, y de repente pudo ver que en él se había grabado en letras negras la palabra "MÁRCHATE", como si la hubiesen bordado con sumo cuidado.


Continuará











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