Capítulo 10
☆☆Necesito un favor☆☆
Brillaba.
¿Por qué
brillaba?
Después de
las clases Draco se pasó en su cuarto un buen rato simplemente observando el
diario de Luna, que seguía igual que la última vez que lo guardó, desprendiendo
pequeñas luces doradas como si tuviera brillantina por la tapa.
"Todo lo que rodea a Lunática es raro –pensaba-. Cuanto más lo miro, más curiosidad me entra. Ahora que lo pienso; el
pacto era que me ayudaría en todo lo que la pidiera y yo se lo devolvía… no que
yo no intentara abrirlo…".
Algo en su
interior le decía que lo que pensaba hacer no estaba bien, pero se lo decía con
una voz casi inaudible…
"Tiene que haber algo demasiado
importante –seguía
elucubrando-, más que sus tonterías de
chica adolescente…"
De repente
vio más letras grabadas en la tapa que decían:
“Para Luna con todo el amor de su madre.
Siento no estar ahí, pero sabes que velo por tus sueños en el
cielo.
La fecha se acerca.”
Desaparecieron
en un abrir y cerrar de ojos dejando al chico sorprendido. Sintió deseos de abrirlo
pero esa vocecilla volvía a molestarlo. Al final dejó de intentarlo. En el
fondo esa vocecilla le decía que se estaba pasando con la chica.
Recordó que
le dijo que el diario fue un regalo de su madre.
"O sea que, falleció…" -pensaba.
Lo primero
que veía al pensar en ella eran sus ojos, profundos con una mezcla entre gris y
azul, su mirada relajada pero segura, sus labios… ¿sus labios? Le parecían
bonitos, finos... suaves. Recordó el beso accidental y lo que experimentó, le
encantaron esas sensaciones, pero jamás se atrevería a admitirlo en voz alta.
¿Por qué no
era capaz de sacarse su mirada de la cabeza?
Le empezaba
a gustar pensar en ella.
"La verdad es que si se arreglara un
poco más –pensaba-. No tendría nada que envidiar a las demás
chicas de… ¡¿Pero en qué diablos estoy pensando?!"
Necesitaba
dar una vuelta.
Guardó el
diario y se marchó a caminar por los jardines ya que no tenía nada que hacer
porque sus deberes los tenía Luna, Amatis había sido devuelta a la directora,
que había vuelto pronto y por suerte no hubo ningún problema con su medallón
que detectaba el estado de ánimo de la gata, y ya lo tenía todo preparado para
su fiesta del sábado. Había alquilado una sala en Hogsmeade para todos los de
su casa, música, bebidas, aperitivos y los carteles de la fiesta de Slytherin
por todo el colegio ya que eran el ojito derecho de la directora y se lo
permitía todo a esa casa.
Todo sería
un éxito.
Por el pasillo
oyó cómo alguien lo llamaba:
-Malfoy –era
Zabini, se le veía preocupado caminaba con las manos en los bolsillos y parecía
tenso.
-¿Qué pasa?
-Me he
peleado con Camila y ha dicho que no viene conmigo a la fiesta.
-Vaya, ¿y
por qué? –preguntó riendo arqueando una ceja.
-Me he
puesto algo celoso porque un idiota le estaba tirando los tejos en Hosgmeade.
Le hice un hechizo para tirarlo al barro… y a quien terminé tirando… fue a ella
Draco empezó a reír muy sonoramente.
-¡Eres
demasiado! –se seguía carcajeando, tanto que tuvo que apoyarse en un muro.
-Tío,
necesito una chica para ir a la fiesta. Quiero darle celos.
-Zabini, la
semana que viene se vuelve a Italia.
-Quiero que
vea lo que se pierde.
-Pues no
mucho.
-Oye, se
supone que eres mi amigo. Y bueno, no es sólo para darla celos. Nott también se
ha enterado, me ha dicho que soy un desastre para ligar y nos hemos terminado
picando. Me ha hecho apostar que llevaría a una chica a tu fiesta.
-Claro que
eres malo ligando.
-¡Calla!
-Pídeselo a
Pansy,
-Ni hablar.
Además ya tiene con quien ir.
-¿Y qué has
apostado?
-Veinte galeones.
-No se me
ocurre nada. Aguántate, por impulsivo -dijo encogiéndose de hombros con una
sonrisa malvada de oreja a oreja.
El rubio
siguió su camino hacia los jardines.
-Draco, por
favor.
En ese
momento a Zabini se le encendió la bombillita.
-Espera.
¡Préstame a Lovegood!
Draco se
giró y miró a su amigo con cara asesina, casi dispuesto a lanzarle una
maldición.
¿Luna de
acompañante de Zabini? No sabía por qué, pero le empezaba a hervir la sangre.
-¡Ni hablar!
–lo miró con el ceño fruncido.
-¿Por qué
no? Si es perfecto.
-¡Ella es
mía!
-¿Tuya?
–rio.
-¿Qué? –se
sorprendió el mismo de sus palabras, lo
dijo sin querer- Quiero decir que el pacto es entre ella y yo.
-Anda, hazme
ese favor –se arrodilló.
-¡Que no!
–le encanta que la gente se arrodillara ante él.
-Anda, y te
doy cinco galeones. ¿Qué más te da? Si has hecho el pacto para que te ayude.
-Ya me olía
yo que intentarías sacar tajada de la situación.
El otro
chico miró a otro lado y se puso en pie.
-Está bien.
-¡Aaah!
¡Gracias! Te prometo que la cuidaré.
Draco le dio
un golpe en la tripa.
-¡No hables
de ella como si fuera un caniche!
-Vale. Vale…
-se frotó la tripa-. Pero sí que la voy a tratar bien como acompañante, aunque
me cueste, por lo menos para que Nott vea que puedo estar con la chica que
quiera.
-Más te
vale. Y tendremos que disfrazarla bien o algo para que no la descubran…
-Por supuesto,
en eso había pensado, ¿te imaginas que se enteren de que es ella? Sólo necesito
que esté presente, no hace falta que hable. Y… ¿es cosa mía, o te estás
volviendo más protector con Lunática?
-Mmm… ¡Esfúmate!
–dijo mirándole de arriba debajo de mala manera como si fuera un bicho o un
trol.
Siguió su
camino frustrado por ese último acontecimiento. Él tampoco terminaba de
entender por qué estaba empezando a comportarse así al oír “prestarme a
Lovegood”… Si Zabini tenía razón, ¿a él que más le daba? Él ya tenía a Giovanna
para acompañarlo y Luna al fin y al cabo estaba para cumplir sus órdenes con el
pacto.
Centrándose
en que no descubrieran a Luna, el primer paso era informarla, el segundo
disfrazarla, luego… no estaba seguro. El chico se empezaba a estresar y eso que
la fiesta era al día siguiente.
A todo esto
había algo que le seguía intrigando, ¿por qué aparecieron esas letras en la
tapa del diario?
¿Qué
significaba “La fecha se acerca”?

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