Capítulo 15
☆☆Tregua y secreto☆☆
Luna
esperaba pacientemente en el aula de la noche anterior caminando de un lado
para otro pensativa. Ya tenía un método para que Malfoy se despojara de un poco
de esa arrogancia que le caracterizaba; Sería haciendo una amiga de verdad, ¿y
por qué no empezar con ella misma? No es que la chica tuviera muchos amigos
-especificando, amigos humanos. Se llevaba mejor con los animales y criaturas
mágicas que con las personas-, aparte de Ginny, pero había podido observar que
cuando las personas se rodean de sus verdaderos amigos son más felices, se
animan y logran sacar sus mejores facetas, y desde el punto de vista de Luna,
Draco lo necesitaba. Y no había que confundir amigos con los guardaespaldas que
le seguían a todos lados ni gente interesada. En el fondo cuesta hacer amigos.
Por otra
parte, había otro tema que la preocupaba desde esa mañana en cuanto empezó a
ordenar sus libros y vio qué día era. Había mirado mal la fecha en el
calendario, por lo que estaba algo impaciente y confusa.
Sí era cierto
lo que Draco le dijo sobre que en su diario había aparecido un mensaje con
letras doradas, entonces, le quedaba poco tiempo.
"Luna eres demasiado despistada… -se decía a sí misma- Todo parecía estar bien organizado y resulta
que te has comido una semana en el calendario… Como Draco vea la semana que
viene lo que va suceder… ¡puede darle un ataque!…" -se preocupaba cada vez
más- No tengo más remedio que explicárselo… Pero es algo…
La joven no
pudo seguir divagando puesto que el Slytherin había aparecido por la puerta del
aula con cara seria.
-Hola
–saludó ella.
-¿Y los
deberes? –preguntó sentándose en un pupitre pegado a una ventana.
-Aquí –respondió
mostrando su bolsa-. También tienes el trabajo que me pediste –la chica sacó un
montón de papeleo y se lo entregó al rubio, seguidamente éste le echó un breve
vistazo por encima.
-Te tengo
dicho que debes esmerarte en copiar mi letra –puso los ojos en blanco
observando un papel.
-Ya, lo intento
–Luna se encogió de hombros-. Por lo menos lo he sabido hacer todo bien, ¿no?…
–dijo cerrando su bolso.
-Lovegood,
tenemos a hablar seriamente –lo guardó todo en su mochila y se cruzó de brazos
apoyándose en la mesa.
-Y luego
dices que yo soy muy directa… -se sentó a su lado sonriente- Estoy de acuerdo,
ya te lo he dicho en el mensaje. ¿De qué quieres hablar tú?
El chico se
sorprendió al no ver ningún atisbo de enfado tras lo de la noche anterior. Le
era más difícil estar enfadado mientras la veía tan tranquila. Sacó el diario
de Luna de su túnica y lo dejó encima del pupitre.
-Debes
explicarme qué significa esto.
En la tapa
habían vuelto a aparecer las mismas letras doradas mostrando el mismo mensaje.
Luna se sorprendió e intentó aproximarse a leer, pero una parte de ella la
impedía moverse por el nerviosismo que la había estado torturando toda esa
tarde. Se acercaba el momento de dar explicaciones al impaciente chico, y no
sabía cómo iba a reaccionar.
-Lovegood
–el rubio Slytherin llamó su atención al ver que se había quedado estática
mirando la nada-. ¿Estás ahí? -arqueó una ceja extrañado pasando una mano por
el rostro de la Ravenclaw arriba y abajo.
-Esto… -musitó
Luna volviendo a la realidad, se aproximó a coger el diario- a ver qué pone.
-Espera –el
chico se le adelantó a cogerlo-. Ya te lo acerco yo.
-Slytherin desconfiado…
-dijo con tranquilidad la chica. Él se limitó a fruncir el ceño sosteniendo el
diario en forma de atril y Luna leyó el mensaje.
“Para Luna con todo el amor de su madre.
Siento no estar ahí, pero sabes que velo por tus sueños en el
cielo.
La fecha se acerca.”
Luna se
quedó un momento en silencio, el chico comenzaba a perder la paciencia al verla
quieta sin reaccionar de ninguna forma y sin explicarle lo que sucedía, cuando,
de repente, vio que una lágrima comenzaba a recorrer la mejilla izquierda de la
joven. Se sorprendió y sintió una punzada en su interior. Era la primera vez
que veía llorar a Luna Lovegood, no pudo evitar sentir parte de ese dolor. La
chica comenzó a llorar con más fluidez, posando una mano en su labio inferior y
secándose las lágrimas con la otra, pero seguían apareciendo a borbotones.
Draco se sentía impotente, no se consideraba la persona más adecuada a la hora
de consolar a la gente.
-Oye… -le
dijo bajando el diario poniéndolo en la mesa- Estás… ¿qué te pasa ahora?
-Perdona… es
que –buscó un pañuelo por su túnica sin éxito, así que se secó un poco con la
manga. El chico, que la miraba extrañado, movió su varita e hizo aparecer un
pañuelo, acto seguido se lo entregó a Luna que entre la aflicción se extrañó un
poco por ese amable gesto- Gracias.
Él no
respondió, seguía con la mirada algo seria pero por dentro estaba empezando a
sentirse algo compungido al ver a Luna así de triste. -¿Por qué?- se preguntaba- ¡¿Por
qué me afecta tanto verla llorar?! Ya no aguanto.- Esperó un poco a que se
calmara y luego le preguntó con calma:
-Lovegood, ¿se puede saber qué te pasa?
-Verás, es
que –empezó a hablar ya sosegada-, cada año recibo un mensaje así, y cada año
me emociono.
-De tu
madre, claro está.
-Sí.
-¿Cómo es
posible si tu madre está…? –apartó la mirada- Bueno.
-Es algo
raro que no podrías entender hasta que no lo hubieses visto.
-Ya me
imagino que es raro, está relacionado contigo –suspiró poniendo los ojos en
blanco-. Déjate de secretismos a estas alturas. Ya he visto demasiado, debes
contarme lo que pasa.
-No me vas a
creer… -se puso seria.
-Pues
prueba.
-Está bien,
te lo contaré. Pero antes quiero proponerte algo.
-Miedo me
das… ¿Quieres proponerme algo después de haber insinuado anoche que no tengo
sentimientos?
-Sí.
-Y me lo
dices tan tranquila –el chico empezaba a mosquearse.
-Pero no te
dije eso exactamente. Dije que escondes más de lo que eres; Por fuera careces
de sentimientos, pero por dentro no creo, eres una persona, al fin y al cabo…
Eso hizo que
el chico se sintiera mejor.
-¿Qué
quieres proponerme? –dijo aún desconfiado.
-Estoy un
poco cansada de discutir. ¿Tú no?
-Al grano
–volvió a poner los ojos en blanco.
-Bien, aún
nos quedan días juntos –a la chica le gustaba cómo había sonado eso-, así que,
te propongo empezar de cero, borrón y cuenta nueva.
-Eso es muy
difícil, Lovegood.
-Pero
evitaremos conflictos innecesarios, sé que a ti tampoco te gustan, lo que pasa
es que tiendes a ponerte a la defensiva.
-Ya vuelves
a intentar psicoanalizarme, tú, la Lunática de Hogwarts.
-¿Lo ves? En
cuanto te dicen algo que no te gusta o que te hace sentir inseguro empiezas a
insultar o humillar, quieres defenderte tratando mal a cualquiera que te haga
sentir inseguro. Por eso te metes con Harry Potter.
-¡¿De qué
diablos hablas?! –saltó muy enfadado- Le odio porque se atreve poner en mal lugar a mi padre, es un traidor
a la sangre, se cree el mejor de todo el colegio sin hacer nada, fingiendo que
no le interesa que todos le admiren y cree que puede desafiarme.
Todos le
tienen en un pedestal porque Quien-Tú-Sabes no le…
-Vale, vale
–interrumpió Luna cansada-. ¿Es que no lo ves?
-¡No! Y no
me nombres a Potter.
-No voy a
discutir sobre ese tema contigo precisamente. Lo que quería decirte es que me
gustaría hacer una tregua. ¿Qué te parece?
-No voy a
dejar de llamarte Lunática si es lo que quieres.
-Me da
igual, me gusta mucho ese apodo –mostró por primera vez una media sonrisa desde
que empezaron a hablar.
-Pues vaya…
-Di,
¿aceptas o no? Yo voy a seguir ayudándote hasta que se cumplan las tres
semanas… y no me meteré donde no me llamen.
-Ni tampoco
harás un análisis continuo de mi persona –advirtió Draco enseguida, empezando a
ceder en las condiciones.
-Conforme.
-Vale,
acepto que nos llevemos mejor durante estas semanas, pero luego nos volveremos
a tratar como si no nos conociéramos, ¿entendido? Después cada uno por su lado.
Y debes contarme ahora mismo lo que ocurre con tu diario, o si no, me odiarás
más estos días…
-Yo no te
odio, Malfoy –le miró fijamente. Sus palabras y su mirada relajaron al chico y
le hicieron sentir que se quitaba un peso de encima, sin saber por qué, se
sintió mejor al saber eso-. Y sí, está bien, acepto tus condiciones –la chica
le extendió la mano pero él pareció pensárselo un poco-. Anda, Malfoy, sellemos
la tregua –le dijo en tono como diciéndole que no se enteraba de nada.
-Que sí, que
vale –el dio la mano a regañadientes y ella la estrechó con decisión-. Ahora
cuéntame de una vez lo que pasa –dijo soltándola.
-Verás –la
chica dio un suspiro y habló con tranquilidad-, mi madre falleció cuando yo
tenía nueve años por realizar un peligroso experimento, no murió al instante pero
la extraña mezcla que estaba inventando junto al hechizo hizo que cayera
enferma durante meses. Mandal, una hechicera, amiga de mi madre y experta en
ritos africanos y de vudú, estuvo asistiéndola en San Mungo todo lo que pudo.
»Mi madre
sabía que le quedaba poco tiempo, así que le dijo a Mandal que en la víspera de
mi décimo cumpleaños me diera este diario, hecho y decorado con sus propias
manos. Ella quiso dejar este mundo rodeada de sus seres queridos, así que,
volvió a casa. A mi padre eso no le gustaba, quería seguir buscando remedios
para que se aferrara a la vida.
»La noche en
que mi madre murió, un momento antes de que dejara este mundo, Mandal me pidió
que fuese a verla a su habitación. Mandal hizo algo más que entregarme el
regalo de mi madre antes de tiempo, hizo un conjuro de invocación del alma de
mi madre, encerrando una parte de ella en el diario, así yo podría seguir
hablando con ella… Es como una guija programada para reaccionar un día concreto
del año. Pero con el más allá se debe actuar con cuidado, así que, para que el
hechizo surtiera efecto, tuve que dar unas gotas de mi sangre. En ese momento
no entendí bien lo que ocurrió. Me sentí desvanecer. Cuando tomé el diario en
mis manos sentí que una energía muy poderosa recorría mi cuerpo.
Draco
escuchaba asombrado toda la historia, todo él era un tumulto de sorpresa,
emoción e incredulidad, se aventuró a preguntar cuando Luna se quedó en
silencio nostálgica:
-¿Entonces,
lo de que la fecha se acerca es que pronto será tu cumpleaños?
-En realidad yo hago los años en
verano, pero el día en que mi madre se fue, al finalizar el hechizo Mandal me
dijo que había renacido espiritualmente. Por lo tanto, es como si mi cumpleaños
hubiera cambiado de fecha. Cuando queda poco tiempo para el encuentro, empiezo
a recibir esos mensajes, y en el día esperado el diario cobra vida de una
manera asombrosa… Mi cumpleaños cae en domingo de la semana que viene y cuando
hicimos el pacto pensé que caía en el de la próxima, que es la tercera semana del
pacto. Estaba todo bien porque tú me lo entregarías ese día y nadie se hubiera
enterado de nada, pero me he equivocado. Este diario no es sólo una creación de mi
madre, es mi madre en esencia. Una parte de mí dejó este mundo unos instantes
para realizar este hechizo, para que hubiese un vínculo.
El Slytherin seguía pensativo y cada vez
más alucinado.
-¿Y tu padre sabe esto? –preguntó muy
intrigado- Es decir, no cambiaste la fecha de tu cumpleaños así porque sí.
-Lo sabe. No tengo secretos para él.
Mandal se lo explicó y al principio no le gustó nada, temiendo lo que me
pudiera pasar, pero con el tiempo lo fue aceptando. Siempre me felicitaba en la
nueva fecha, pero al principio no lo celebrábamos. Y nunca estuvo presente en
los momentos en que el hechizo hacía su efecto y me reunía con mi madre. Yo no
le decía nada, no le prohibí nunca presenciarlo, pero supongo que para él era
algo más doloroso. Cuando entré en Hogwarts se le hizo un poco más llevadero.
Hubo un momento de silencio y luego Draco
añadió en forma de consuelo:
-Al menos tienes la suerte de hablar con
tu madre una vez al año...
-Sí. Es algo disparatado, pero hermoso a
su vez.
El chico se
quedo en silencio un buen rato asimilando toda la información recibida hasta
que empezó a reírse un poco y habló en tono burlón.
-No sabes ni
en qué fecha cae tu cumpleaños –reía-. Eres demasiado… Mira que equivocarte con
una cosa así, sabiendo lo que pasa ese día, es razón de más para estar
pendiente.
-Lo sé… -se
sonrojó un poco la muchacha a la vez que soprendida- Pero, entonces, ¿me crees?
-Inventarse
una historia así es complicado…Un disparate tú lo has dicho… Pero no creo que
juegues con cosas así sobre tu madre, sabiendo más o menos cómo eres.
-Entonces
necesito pedirte un único favor, Malfoy –se puso seria-. No le cuentes a nadie
lo que sucede con mi diario. Es una magia muy poderosa con la que no se debe
jugar. Debes cuidarlo bien y dejármelo la noche de mi cumpleaños.
-Eso son tres
favores –dijo el muchacho levantándose de su asiento alejándose unos pasos del
pupitre con aire pensativo.
-Pero, es
que –Draco sintió una nueva punzada más dolorosa que la anterior al darse la
vuelta y ver los ojos suplicantes de la chica-, he decidido confiar en ti.
-Está bien,
está bien –suspiró-. Se supone que hemos hecho una tregua...
-¡GRACIAS!
–Luna en un impulso se levantó y saltó a los brazos del chico que sorprendido
intentó apartarla algo ruborizado. Eso le había pillado tan de sopetón como la historia.
-¡Lo-Lovegood,
aparta! –le iba a dar un empujón cuando escuchó un sollozo que le paralizó- Ya
empezamos -refunfuñó-. Venga -suavizó mucho el tono de voz-. No llores, por
favor… -Draco iba a empezar flaquear en sus emociones y terminar estrechándola
también entre sus brazos, una parte de él lo deseaba, pero Luna levantó la
cabeza.
-¿Sabes? -dijo
con la voz quebrada pero sin lágrimas en los ojos ahora su mirada era alegre-
No eres tan malo como crees…
-Ni tú tan segura. Entre lo de hoy y lo de anoche
lo comprobé.
Luna se
separó por completo del chico, algo ruborizada al recordar lo ocurrido en la
sala de baile desierta de la noche anterior.
-Ya,
últimamente estoy más insegura emocionalmente… Será por lo sucedido con el
diario… o por ti.
-¡¿Por mí?!
–exclamó con desconcierto.
-Puede que
me estés pegando tu máscara de emociones –se quedó pensativa.
-¿Mi máscara
de emociones? -frunció el ceño- Ya empezamos con el psicoanálisis. Chiflada…
-Bueno,
bueno, hemos hecho una tregua, ¿no? –interrumpió ella.
-¡Ahora has
empezado tú!
-Está bien,
lo siento –sonrió ampliamente-. Me alegra haber aclarado las cosas, Malfoy.
Gracias de nuevo.
-Vale, si no
tienes nada más para mí, me voy –el chico cogió el diario y lo volvió a guardar
en su túnica.
-¿Adónde
vas? –preguntó curiosa la Ravenclaw.
-Eso a ti no
te importa. Que hayamos hecho una tregua y me hayas contado la mitad de tu diva
no significa que vayamos a pasarnos un informe de adónde vamos.
-Malfoy,
recuerda tregua –le habló como a un niño pequeño-. Por lo menos que haya
respeto por parte de ambos.
-Tendrá que
excusarme señorita, pero he de irme a donde usted no le importa.
El chico se
marchó dando un portazo.
-Me ha
llamado señorita –sonrió y dio un suspiro-. Creo que la tregua va a funcionar…

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