12 abril 2018

Cap15☆


Capítulo 15

Tregua y secreto

           Luna esperaba pacientemente en el aula de la noche anterior caminando de un lado para otro pensativa. Ya tenía un método para que Malfoy se despojara de un poco de esa arrogancia que le caracterizaba; Sería haciendo una amiga de verdad, ¿y por qué no empezar con ella misma? No es que la chica tuviera muchos amigos -especificando, amigos humanos. Se llevaba mejor con los animales y criaturas mágicas que con las personas-, aparte de Ginny, pero había podido observar que cuando las personas se rodean de sus verdaderos amigos son más felices, se animan y logran sacar sus mejores facetas, y desde el punto de vista de Luna, Draco lo necesitaba. Y no había que confundir amigos con los guardaespaldas que le seguían a todos lados ni gente interesada. En el fondo cuesta hacer amigos.

        Por otra parte, había otro tema que la preocupaba desde esa mañana en cuanto empezó a ordenar sus libros y vio qué día era. Había mirado mal la fecha en el calendario, por lo que estaba algo impaciente y confusa.

        Sí era cierto lo que Draco le dijo sobre que en su diario había aparecido un mensaje con letras doradas, entonces, le quedaba poco tiempo.

"Luna eres demasiado despistada… -se decía a sí misma- Todo parecía estar bien organizado y resulta que te has comido una semana en el calendario… Como Draco vea la semana que viene lo que va suceder… ¡puede darle un ataque!…" -se preocupaba cada vez más- No tengo más remedio que explicárselo… Pero es algo…

       La joven no pudo seguir divagando puesto que el Slytherin había aparecido por la puerta del aula con cara seria.

-Hola –saludó ella.

-¿Y los deberes? –preguntó sentándose en un pupitre pegado a una ventana.

-Aquí –respondió mostrando su bolsa-. También tienes el trabajo que me pediste –la chica sacó un montón de papeleo y se lo entregó al rubio, seguidamente éste le echó un breve vistazo por encima.

-Te tengo dicho que debes esmerarte en copiar mi letra –puso los ojos en blanco observando un papel.

-Ya, lo intento –Luna se encogió de hombros-. Por lo menos lo he sabido hacer todo bien, ¿no?… –dijo cerrando su bolso.

-Lovegood, tenemos a hablar seriamente –lo guardó todo en su mochila y se cruzó de brazos apoyándose en la mesa.

-Y luego dices que yo soy muy directa… -se sentó a su lado sonriente- Estoy de acuerdo, ya te lo he dicho en el mensaje. ¿De qué quieres hablar tú?

         El chico se sorprendió al no ver ningún atisbo de enfado tras lo de la noche anterior. Le era más difícil estar enfadado mientras la veía tan tranquila. Sacó el diario de Luna de su túnica y lo dejó encima del pupitre.

-Debes explicarme qué significa esto.

       En la tapa habían vuelto a aparecer las mismas letras doradas mostrando el mismo mensaje. Luna se sorprendió e intentó aproximarse a leer, pero una parte de ella la impedía moverse por el nerviosismo que la había estado torturando toda esa tarde. Se acercaba el momento de dar explicaciones al impaciente chico, y no sabía cómo iba a reaccionar.

-Lovegood –el rubio Slytherin llamó su atención al ver que se había quedado estática mirando la nada-. ¿Estás ahí? -arqueó una ceja extrañado pasando una mano por el rostro de la Ravenclaw arriba y abajo.

-Esto… -musitó Luna volviendo a la realidad, se aproximó a coger el diario- a ver qué pone.

-Espera –el chico se le adelantó a cogerlo-. Ya te lo acerco yo.

-Slytherin desconfiado… -dijo con tranquilidad la chica. Él se limitó a fruncir el ceño sosteniendo el diario en forma de atril y Luna leyó el mensaje.

“Para Luna con todo el amor de su madre.
Siento no estar ahí, pero sabes que velo por tus sueños en el cielo.
La fecha se acerca.”

         Luna se quedó un momento en silencio, el chico comenzaba a perder la paciencia al verla quieta sin reaccionar de ninguna forma y sin explicarle lo que sucedía, cuando, de repente, vio que una lágrima comenzaba a recorrer la mejilla izquierda de la joven. Se sorprendió y sintió una punzada en su interior. Era la primera vez que veía llorar a Luna Lovegood, no pudo evitar sentir parte de ese dolor. La chica comenzó a llorar con más fluidez, posando una mano en su labio inferior y secándose las lágrimas con la otra, pero seguían apareciendo a borbotones. Draco se sentía impotente, no se consideraba la persona más adecuada a la hora de consolar a la gente.

-Oye… -le dijo bajando el diario poniéndolo en la mesa- Estás… ¿qué te pasa ahora?

-Perdona… es que –buscó un pañuelo por su túnica sin éxito, así que se secó un poco con la manga. El chico, que la miraba extrañado, movió su varita e hizo aparecer un pañuelo, acto seguido se lo entregó a Luna que entre la aflicción se extrañó un poco por ese amable gesto- Gracias.

       Él no respondió, seguía con la mirada algo seria pero por dentro estaba empezando a sentirse algo compungido al ver a Luna así de triste. -¿Por qué?- se preguntaba- ¡¿Por qué me afecta tanto verla llorar?! Ya no aguanto.- Esperó un poco a que se calmara y luego le preguntó con calma:

-Lovegood, ¿se puede saber qué te pasa?

-Verás, es que –empezó a hablar ya sosegada-, cada año recibo un mensaje así, y cada año me emociono.

-De tu madre, claro está.

-Sí.

-¿Cómo es posible si tu madre está…? –apartó la mirada- Bueno.

-Es algo raro que no podrías entender hasta que no lo hubieses visto.

-Ya me imagino que es raro, está relacionado contigo –suspiró poniendo los ojos en blanco-. Déjate de secretismos a estas alturas. Ya he visto demasiado, debes contarme lo que pasa.

-No me vas a creer… -se puso seria.

-Pues prueba.

-Está bien, te lo contaré. Pero antes quiero proponerte algo.

-Miedo me das… ¿Quieres proponerme algo después de haber insinuado anoche que no tengo sentimientos?

-Sí.

-Y me lo dices tan tranquila –el chico empezaba a mosquearse.

-Pero no te dije eso exactamente. Dije que escondes más de lo que eres; Por fuera careces de sentimientos, pero por dentro no creo, eres una persona, al fin y al cabo…

Eso hizo que el chico se sintiera mejor.

-¿Qué quieres proponerme? –dijo aún desconfiado.

-Estoy un poco cansada de discutir. ¿Tú no?

-Al grano –volvió a poner los ojos en blanco.

-Bien, aún nos quedan días juntos –a la chica le gustaba cómo había sonado eso-, así que, te propongo empezar de cero, borrón y cuenta nueva.

-Eso es muy difícil, Lovegood.

-Pero evitaremos conflictos innecesarios, sé que a ti tampoco te gustan, lo que pasa es que tiendes a ponerte a la defensiva.

-Ya vuelves a intentar psicoanalizarme, tú, la Lunática de Hogwarts.

-¿Lo ves? En cuanto te dicen algo que no te gusta o que te hace sentir inseguro empiezas a insultar o humillar, quieres defenderte tratando mal a cualquiera que te haga sentir inseguro. Por eso te metes con Harry Potter.

-¡¿De qué diablos hablas?! –saltó muy enfadado- Le odio porque se atreve  poner en mal lugar a mi padre, es un traidor a la sangre, se cree el mejor de todo el colegio sin hacer nada, fingiendo que no le interesa que todos le admiren y cree que puede desafiarme. 

Todos le tienen en un pedestal porque Quien-Tú-Sabes no le…

-Vale, vale –interrumpió Luna cansada-. ¿Es que no lo ves?

-¡No! Y no me nombres a Potter.

-No voy a discutir sobre ese tema contigo precisamente. Lo que quería decirte es que me gustaría hacer una tregua. ¿Qué te parece?

-No voy a dejar de llamarte Lunática si es lo que quieres.

-Me da igual, me gusta mucho ese apodo –mostró por primera vez una media sonrisa desde que empezaron a hablar.

-Pues vaya…

-Di, ¿aceptas o no? Yo voy a seguir ayudándote hasta que se cumplan las tres semanas… y no me meteré donde no me llamen.

-Ni tampoco harás un análisis continuo de mi persona –advirtió Draco enseguida, empezando a ceder en las condiciones.

-Conforme.

-Vale, acepto que nos llevemos mejor durante estas semanas, pero luego nos volveremos a tratar como si no nos conociéramos, ¿entendido? Después cada uno por su lado. Y debes contarme ahora mismo lo que ocurre con tu diario, o si no, me odiarás más estos días…

-Yo no te odio, Malfoy –le miró fijamente. Sus palabras y su mirada relajaron al chico y le hicieron sentir que se quitaba un peso de encima, sin saber por qué, se sintió mejor al saber eso-. Y sí, está bien, acepto tus condiciones –la chica le extendió la mano pero él pareció pensárselo un poco-. Anda, Malfoy, sellemos la tregua –le dijo en tono como diciéndole que no se enteraba de nada.

-Que sí, que vale –el dio la mano a regañadientes y ella la estrechó con decisión-. Ahora cuéntame de una vez lo que pasa –dijo soltándola.­

-Verás –la chica dio un suspiro y habló con tranquilidad-, mi madre falleció cuando yo tenía nueve años por realizar un peligroso experimento, no murió al instante pero la extraña mezcla que estaba inventando junto al hechizo hizo que cayera enferma durante meses. Mandal, una hechicera, amiga de mi madre y experta en ritos africanos y de vudú, estuvo asistiéndola en San Mungo todo lo que pudo.

»Mi madre sabía que le quedaba poco tiempo, así que le dijo a Mandal que en la víspera de mi décimo cumpleaños me diera este diario, hecho y decorado con sus propias manos. Ella quiso dejar este mundo rodeada de sus seres queridos, así que, volvió a casa. A mi padre eso no le gustaba, quería seguir buscando remedios para que se aferrara a la vida.

»La noche en que mi madre murió, un momento antes de que dejara este mundo, Mandal me pidió que fuese a verla a su habitación. Mandal hizo algo más que entregarme el regalo de mi madre antes de tiempo, hizo un conjuro de invocación del alma de mi madre, encerrando una parte de ella en el diario, así yo podría seguir hablando con ella… Es como una guija programada para reaccionar un día concreto del año. Pero con el más allá se debe actuar con cuidado, así que, para que el hechizo surtiera efecto, tuve que dar unas gotas de mi sangre. En ese momento no entendí bien lo que ocurrió. Me sentí desvanecer. Cuando tomé el diario en mis manos sentí que una energía muy poderosa recorría mi cuerpo.

Draco escuchaba asombrado toda la historia, todo él era un tumulto de sorpresa, emoción e incredulidad, se aventuró a preguntar cuando Luna se quedó en silencio nostálgica:

-¿Entonces, lo de que la fecha se acerca es que pronto será tu cumpleaños?

-En realidad yo hago los años en verano, pero el día en que mi madre se fue, al finalizar el hechizo Mandal me dijo que había renacido espiritualmente. Por lo tanto, es como si mi cumpleaños hubiera cambiado de fecha. Cuando queda poco tiempo para el encuentro, empiezo a recibir esos mensajes, y en el día esperado el diario cobra vida de una manera asombrosa… Mi cumpleaños cae en domingo de la semana que viene y cuando hicimos el pacto pensé que caía en el de la próxima, que es la tercera semana del pacto. Estaba todo bien porque tú me lo entregarías ese día y nadie se hubiera enterado de nada, pero me he equivocado. Este diario no es sólo una creación de mi madre, es mi madre en esencia. Una parte de mí dejó este mundo unos instantes para realizar este hechizo, para que hubiese un vínculo.

El Slytherin seguía pensativo y cada vez más alucinado.

-¿Y tu padre sabe esto? –preguntó muy intrigado- Es decir, no cambiaste la fecha de tu cumpleaños así porque sí.

-Lo sabe. No tengo secretos para él. Mandal se lo explicó y al principio no le gustó nada, temiendo lo que me pudiera pasar, pero con el tiempo lo fue aceptando. Siempre me felicitaba en la nueva fecha, pero al principio no lo celebrábamos. Y nunca estuvo presente en los momentos en que el hechizo hacía su efecto y me reunía con mi madre. Yo no le decía nada, no le prohibí nunca presenciarlo, pero supongo que para él era algo más doloroso. Cuando entré en Hogwarts se le hizo un poco más llevadero.

Hubo un momento de silencio y luego Draco añadió en forma de consuelo:

-Al menos tienes la suerte de hablar con tu madre una vez al año...

-Sí. Es algo disparatado, pero hermoso a su vez.

       El chico se quedo en silencio un buen rato asimilando toda la información recibida hasta que empezó a reírse un poco y habló en tono burlón.

-No sabes ni en qué fecha cae tu cumpleaños –reía-. Eres demasiado… Mira que equivocarte con una cosa así, sabiendo lo que pasa ese día, es razón de más para estar pendiente.

-Lo sé… -se sonrojó un poco la muchacha a la vez que soprendida- Pero, entonces, ¿me crees?

-Inventarse una historia así es complicado…Un disparate tú lo has dicho… Pero no creo que juegues con cosas así sobre tu madre, sabiendo más o menos cómo eres.

-Entonces necesito pedirte un único favor, Malfoy –se puso seria-. No le cuentes a nadie lo que sucede con mi diario. Es una magia muy poderosa con la que no se debe jugar. Debes cuidarlo bien y dejármelo la noche de mi cumpleaños.

-Eso son tres favores –dijo el muchacho levantándose de su asiento alejándose unos pasos del pupitre con aire pensativo.

-Pero, es que –Draco sintió una nueva punzada más dolorosa que la anterior al darse la vuelta y ver los ojos suplicantes de la chica-, he decidido confiar en ti.

-Está bien, está bien –suspiró-. Se supone que hemos hecho una tregua...

-¡GRACIAS! –Luna en un impulso se levantó y saltó a los brazos del chico que sorprendido intentó apartarla algo ruborizado. Eso le había pillado tan de sopetón como la historia.

-¡Lo-Lovegood, aparta! –le iba a dar un empujón cuando escuchó un sollozo que le paralizó- Ya empezamos -refunfuñó-. Venga -suavizó mucho el tono de voz-. No llores, por favor… -Draco iba a empezar flaquear en sus emociones y terminar estrechándola también entre sus brazos, una parte de él lo deseaba, pero Luna levantó la cabeza.

-¿Sabes? -dijo con la voz quebrada pero sin lágrimas en los ojos ahora su mirada era alegre- No eres tan malo como crees…

-Ni tú tan segura. Entre lo de hoy y lo de anoche lo comprobé.

Luna se separó por completo del chico, algo ruborizada al recordar lo ocurrido en la sala de baile desierta de la noche anterior.

-Ya, últimamente estoy más insegura emocionalmente… Será por lo sucedido con el diario… o por ti.

-¡¿Por mí?! –exclamó con desconcierto.

-Puede que me estés pegando tu máscara de emociones –se quedó pensativa.

-¿Mi máscara de emociones? -frunció el ceño- Ya empezamos con el  psicoanálisis. Chiflada…

-Bueno, bueno, hemos hecho una tregua, ¿no? –interrumpió ella.

-¡Ahora has empezado tú!

-Está bien, lo siento –sonrió ampliamente-. Me alegra haber aclarado las cosas, Malfoy. Gracias de nuevo.

-Vale, si no tienes nada más para mí, me voy –el chico cogió el diario y lo volvió a guardar en su túnica.

-¿Adónde vas? –preguntó curiosa la Ravenclaw.

-Eso a ti no te importa. Que hayamos hecho una tregua y me hayas contado la mitad de tu diva no significa que vayamos a pasarnos un informe de adónde vamos.

-Malfoy, recuerda tregua –le habló como a un niño pequeño-. Por lo menos que haya respeto por parte de ambos.

-Tendrá que excusarme señorita, pero he de irme a donde usted no le importa.  

El chico se marchó dando un portazo.
        
-Me ha llamado señorita –sonrió y dio un suspiro-. Creo que la tregua va a funcionar…

Continuará





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