Capítulo 18
☆☆ Conociendo a Longbottom ☆☆
Luna despertó algo cansada en la enfermería. Los rayos de sol
iluminaban su cabello y notaba una ligera brisa procedente de una ventana
entreabierta, al principio le costó acostumbrarse a la luz. Confusa, se frotó
los ojos y pudo ver con más claridad en dónde se encontraba. Poco a poco
comenzaba a recordar todo lo sucedido la tarde anterior, algunas partes estaban
algo difusas, pero recordaba lo esencial; la
Parvus Acrománturla y que Draco la había ayudado, había recogido las flores
y la había traído a la enfermería arriesgando su reputación Slytherin.
Una persona
egoísta no lo hubiera hecho –pensaba la chica cerrando de nuevo
los ojos-, habría mirado sólo por su
bienestar… ¡Lo sabía! Draco en el fondo no es tan malo como quiere hacer creer
–se alegró.
Después de todo, su pequeño percance con la Acromántula que produce el sueño había
ayudado a que su propósito de sacar las mejores facetas de Draco al exterior comenzara,
y dando buenos resultados.
Dejó de navegar en sus pensamientos y al abrir de nuevo los
ojos se percató de que no estaba sola en el cubículo que la correspondía de la
enfermería. Giró despacio la cabeza a la derecha y vio a un chico castaño
sentado en una butaca al lado de la mesita de noche que pasaba sus dedos por un
jarrón con sus flores favoritas, al verlas la animaron a mostrar una sonrisa de
sorpresa al reconocer a su visitante.
-¿Neville? –preguntó con la voz algo ronca pero aún así
sonando tan dulce como siempre.
-Buenas tardes, Luna. ¿Cómo,...cómo estás? –saludó con la
sorpresa y la timidez que le caracterizaba.
-Mejor, gracias. ¿Qué hora es?
-Son las cuatro y cuarto –le informó.
-Ah…Vaya, sí que he dormido. ¿Y cómo sabías que estaba aquí?
–respondió extrañada la Ravenclaw incorporándose un poco en la cama.
-He venido con Ginny. Esta mañana se enteró de que estabas en
la enfermería y en cuanto ha encontrado un hueco de descanso ha querido venir a
verte. Yo me la he encontrado en el pasillo y, bueno, me ha contado que has
tenido un percance en el bosque y… Esto… He querido ver si estabas bien
-explicó bajando levemente la mirada algo sonrojado.
-Oh, pues –dijo mirando el ramo de lirios, empezó a atar
cabos y supuso que el regalo debía de ser suyo o de Ginny-, te agradezco el
interés -sonrió-. Ya me encuentro algo mejor, aunque sigo con algo de sueño
pero creo que eso se pasa en un rato.
-Qué bien. Esto, Ginny viene ahora, ha salido a hablar con la
señora Pomfrey.
-Bien.
Ambos se quedaron un largo rato en licencio y Luna pudo
observar bien al tímido muchacho Gryffindor; Hacía poco que había comenzado a
hablar con él ya que ambos pertenecían al E.D. y juntos habían practicado algún
que otro hechizo. Recordó que el día en que Ginny los presentó en el tren él se
mostraba reacio a relacionarse con ella, muy distante, supuso que porque
también la consideraba “la Lunática de Hogwarts”, pero aun así, a Luna no le
pareció una mala persona. Pudo comprobar que estaba en lo cierto con el paso
del tiempo en las reuniones del E.D. Era muy atento, había ido a ver cómo se
encontraba y la había llevado un ramo de flores, ese fue un gesto que la
halagó.
-Esto… -dijo Luna de repente observando la túnica del chico- tienes
un sapo en el hombro –rio.
-¡Trevor! -exclamó el chico cogiendo a su escurridiza
mascota.
-Qué bonito.
-¿De veras te lo parece?
-Sí, es de un aspecto curioso, y parece que le gusta ir a su
aire. Me gustan mucho los animales. Incluso la araña que me picó me gustaba.
-La señora Pomfrey nos lo ha contado. Tuviste mucha suerte.
-¿Os lo ha contado? –Luna se alarmó un poco ya que pensó que
la enfermera les pudo haber dicho que Draco la sacó del bosque. Disimuló su
nerviosa intriga- ¿Y qué os dijo exactamente? Lo pregunto porque aún tengo
vagos recuerdos de la tarde.
-Pues, nada, que un miembro de la Brigada Inquisitorial te
encontró y tú le pediste ayuda con unas flores y luego te trajo hasta aquí.
-Ah, ¿y qué alumno era? –se hizo la despistada para no
levantar sospechas.
-No lo sé. Pero me sorprende que un miembro de la Brigada
haya querido hacer algo bueno por un alumno.
En ese momento Luna sintió una sensación de alivio. La chica
siguió hablando con Neville sobre muchas cosas. Como tenía su bolso naranja a
mano y sus peculiares objetos de la tarde anterior, le enseño un artículo de
“El Quisquilloso” para pasar el rato. El artículo hablaba sobre una planta que
cambiaba de color según el estado de ánimo de la persona o animal que estuviera
en ese momento a lado suyo. Él por su parte le habló de Trevor y dejó que Luna
juagara con él, también le habló de su afición a las plantas, en ese tema el
chico se sentía a gusto y comenzaba a hablar con más confianza y seguridad con
ella. Parecía que ambos se sentían muy a gusto juntos en muy poco tiempo.
Al cabo de un rato Ginny apareció descorriendo la cortina del
cubículo:
-Luna, al fin despiertas, ¿cómo te encuentras? –hablo con
algo de preocupación.
-Hola, Ginny. Me encuentro algo más despejada –decía
sosteniendo a la mascota del chico.
-Me alegro –sonrió-. Siento haber tardado Neville, la señora
Pomfrey hoy está muy atareada con varios alumnos. Me ha dicho que para que se
te baje la hinchazón del tobillo debes ponerte este ungüento y tomar mucho café
para despejarte –le informó entregándole un frasco de color naranja a Luna-.
Dice que hasta mañana estarás algo somnolienta, depende de cada persona. Has
tenido suerte. ¿Quién iba a pesar que en la Brigada Inquisitorial había alguien
amable? –se cruzó de brazos.
-Creo que todo el mundo guarda un lado bueno y otro no tan
bueno en su interior –dijo Luna pensando en Draco mientras miraba el frasco.
-No sé…
-Bueno, Lovegood -dijo la enfermera apareciendo desde detrás
de la cortina para revisar a la muchacha-, ¿qué tal te encuentras?
-Tengo algo de hambre –decía poniendo un dedo en la barbilla
pensativa. A Ginny le hizo gracia.
-Normal mi niña, ahora comerás algo –le sonrió-, pero primero
debo informarte de que no puedes apoyar el tobillo, así que, hasta que no se te
baje el hinchazón deberás usar una muleta.
-Vaya…
-Dentro de nada volverá a la normalidad, lo que pasa es que
ahora no tiene buen color y conviene que esté descansado en alto. No debemos
arriesgarnos.
-¿Pero mañana puedo ir a clase?
-Eso depende, hoy es mejor que te quedes aquí.
-Está bien –respondió
con un poco de resignación.
-Voy a por tu bandeja de comida –la señora Pomfrey terminó de
tomar la temperatura a Luna y se marchó.
-Oye, Luna –dijo Ginny-, si quieres, puedo hablar con alguien
de tu casa para que me deje traerte un pijama y algunas cosas que necesites.
-¿De veras? Gracias, Ginny.
-Dime con quién puedo hablar.
-Pues, desde que se formó el E.D. Cho Chang va a hacerme de
vez en cuando una visita a mi cuarto. Nos hemos ayudado en algunas cosas, creo
que no le importará hace ese favor....
-Ah –dijo un poco seria-, ¿y no hay más gente a quien
pedírselo?
-Bueno, también a una chica que duerme conmigo, se llama
Fiona.
-Ah, sí, ya sé a quién te refieres, coincidimos en algunas
clases, ¿verdad?
-Sí –asintió.
-Bueno, pues iré a hablar con ella. Tú procura descansar el
tobillo.
-De verdad que te lo agradezco mucho, Ginny.
-¿Para qué están las amigas? –sonrió levemente la pelirroja-.
Neville, ¿tú que vas a hacer?
-Bueno, yo supongo que me iré al invernadero o un rato a
estudiar –dijo levantándose de la butaca algo apresurado y tímido-. Que
descanses, Luna.
-Nos vemos, Neville, me ha gustado hablar esta tarde contigo
–dijo otorgándole una hermosa sonrisa.
Ginny miró al chico de reojo y vio como su cara se empezaba a
teñir de un rojo más intenso.
-Y a mí también.
-Luego vengo, Luna –dijo Ginny saliendo junto a Neville.
-Vale, ¡Ah! Y gracias por las flores –dijo la rubia cuando
los chicos ya estaban algo lejos para entender lo que había dicho.
Al cabo de un rato pudo disfrutar de una suculenta comida y
seguir descansando.
Esa tarde en la enfermería le pareció muy amena al lado del tímido
chico Gryffindor, esperaba seguir hablando con él de cosas interesantes, aunque
ella siempre fuera la que terminara acaparando toda la conversación y él se
quedara observándola atento a sus palabras. Se sintió a gusto, como si
disfrutara de la compañía de un amigo, y a lo mejor era eso lo que había
conseguido. Sí, sentía que le iba a gustar ser amiga de Neville Longbottom.
Mientras, no paraba preguntarse si cierto chico de ojos
plateados con el que había soñado esa noche iba aparecer en algún momento.
Sabía que seguramente no lo haría, pero le gustaba pensar que sí, al igual que
la gustaba recordar que se preocupó por ella la tarde anterior y se acurrucó
entre sus brazos somnolienta.

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