Capítulo 9
☆☆Repito, un impulso☆☆
Draco estaba
solo en su cuarto preparándose para hacer su ronda de prefecto muy pensativo. Aún
estaba confundido. ¡Había besado a Luna Lovegood! Al hazmerreir de Hogwarts, la
Lunática y lo peor era… que le había gustado. Se sentía avergonzado consigo
mismo por esos pensamientos.
¿Qué había
pasado? Se tropezaron y empezaron a acercarse hasta…
"Fue un vergonzoso impulso -se repetía-… aunque, muy agradable."
Tendría que
pedirle disculpas pero, ¿con qué cara se iba a presentar delante de la chica y
disculparse? Esa acción era poco conocida para alguien como Draco Malfoy. Pero
mejor era eso que a tener que aguantar malas vibraciones entre ellos las
semanas que les quedaban con el pacto. Mejor dicho, peores vibraciones, ya que
no habían dejado de discutir. Definitivamente lo dejaría correr y, conociendo a
la Ravenclaw por encima de cómo la conocía, tenía la impresión de que la chica
también querría dejar atrás el asunto.
-No ha pasado nada -volvía a repetir en su cabeza.
Había otras
cosas más importantes; cuidar de que no se volvieran a cometer descuidos con
Amatis entregándola sana y salva a Umbridge, darle sus deberes y demás tareas a
Lovegood, la fiesta de despedida que les tenía planeada a sus amigas de Italia…
y sobre todo guardar el secreto del pacto con Luna sin que nadie, y menos
Potter, se enterara, que era lo que más iba a costar porque más de uno de la
casa de los leones y también de la suya le había visto caminando con la chica
el día anterior.
Estaba hecho
un lío, empezaba a arrepentirse de
haberle quitado el diario a Luna y de haber hecho el pacto.
En el fondo
(muy en el fondo) le daba algo de pena que la chica fuera tan ingenua y que no
se diera cuenta de que el único que salía ganando con esto era él. Algo valioso
debía de tener escondido ese diario si tanto le importaba recuperarlo, algo
demasiado secreto como para que la chica dejara incluso su dignidad en manos de
alguien como él.
-Maldita sea
–exclamó en voz alta-, me está entrando curiosidad por saber qué tiene de
especial. Sólo es un cursi diario de adolescente.
El chico
fijó la mirada en la mesilla donde tenía guardado el diario y vio algo muy
extraño. De una pequeña rendija se escapaba una especie de luz dorada. Abrió el
cajón y observó que el diario estaba brillando. Lo cogió extrañado, lo miró por
todas sus esquinas pero aún era incapaz de abrirlo.
-Esta
Lunática tiene cosas muy raras –lo volvió a guardar algo alarmado de lo que
pudiera pasar si lo tocaba, aún emanaba leves destellos de luz.
Salió dispuesto
a empezar su ronda, y nada más dejar las mazmorras oyó cómo le llamaban.
Reconoció la peculiar voz de la rubia Ravenclaw y el corazón le dio un acelerón
repentino al no poder evitar rememorar el incidente del día anterior. Se dio la
vuelta y la vio escondida detrás de una columna con la cesta de Amatis en
brazos y pensó que podía haberle pasado algo a la gata.
-¿Qué haces
aquí? –cuestionó el chico. Ya no eran horas para andar por el castillo- ¿Qué
sucede?
-Verás, es
que no puedo quedarme con Amatis en el cuarto –por un momento le tembló la voz
al mirarle. ¿Qué le pasaba? Ella no solía ponerse nerviosa por mirar a nadie a
los ojos, le había empezado a pasar tras la caída del día anterior, justo antes
de que…
-¿¡Cómo que
no te la puedes quedar!? –preguntó Malfoy enfadado, frunció el ceño- ¿Y el
trato, qué?
-Si me dejaras
que te lo explique sin que te alteres…
-Está bien
–puso los ojos en blanco- ¿Qué excusa tienes?
-Una de mis
compañeras de habitación es alérgica a los gatos.
-¡Maldición!
-Lo siento –bajó
la mirada y se encogió de hombros.
-¡Dile que
vaya a la enfermería! No puede aguantarse una noche con los sarpullidos que la
puedan salir, no. Seguro que mucha gente en tu casa tiene gatos. Te ha ido a
tocar la bruja alérgica en tu habitación –refunfuñó Malfoy.
-Puede que
si me la quedo más sospechen… Y bueno, mi relación con mis compañeras de cuarto
no es mala, pero tampoco es buena…
-No me
cuentes tu vida –Draco estaba ofuscado. Se hizo un silencio Luna no sabía qué
hacer, se limitaba a encogerse de hombros- Está bien,… Ya me la quedo yo –dijo
al fin resignado.
-Bueno –le
entregó la cesta.
Draco miró a
su alrededor procurando que no hubiese nadie en el pasillo. No se podía fiar ni
de los fantasmas.
-Esto... Oye,
sobre lo de… lo de –no era capaz de decir nada-. Ya sabes –dijo mirándola con
cara de “no me hagas tener que decirlo”.
La chica lo
miró algo extrañada hasta que cayó en la cuenta y dijo:
-Fue un
accidente, ¿no?
-¡Exacto!
–dijo aliviado.
-Un impulso.
-Sí, un
impulso.
-¿Qué otra
cosa podía ser sino?
Ambos se
quedaron en silencio un momento pensado en esa última frase hasta que la gata
maulló.
Draco dejó
la cesta en el suelo.
-Lo
dejaremos correr -dijo serio el Slytherin-. No se lo digas a nadie, Lunática.
-Tampoco nos
iban a creer… -dijo tranquilamente.
-Pues es
verdad. No ha pasado nada.
-No hace
falta que lo repitas tanto –rió Luna.
-Sí que hace
falta, Lunática –se acercó a ella más serio todavía y la miró a los ojos-. Lo
repetiré las veces que hagan falta para que se te quede bien grabado –arrastraba
las palabras-. Entre tú y yo, nunca, jamás pasó ni pasará nada. La sola idea de
recordarlo me –no pudo terminar porque le interrumpió la chica.
-Ya se me ha
quedado bien grabado, Draco Malfoy –aún había serenidad en su mirada pero se
notaba algo compungida. Cualquier otra persona que no hubiera sido Draco se
hubiese dado cuenta si hubiera presenciado ese momento-. No te haces ni la más
remota idea de cómo.
-Bien,
porque lo que hay entre tú y yo solo es un pacto.
-Yo no he
dicho que haya algo más –volvió a encogerse de hombros-. Aunque, ¿sabes qué
sensación tengo en este momento? Que no es a mí a quien estás intentando
convencer.
El chico no
dijo nada más. Había vuelto a ser tumbado por las palabras de la siempre serena
Ravenclaw.
-No te voy a
negar que no fue agradable -comentó de nuevo la rubia ya más alejada del
Slytherin- pero, como hemos dicho, fue eso, un impulso.
-Pu-pu-¡pues
no lo olvides! –dijo al fin el muchacho algo sonrojado tartamudeando al
escuchar la palabra “agradable”- ¿Y, además, qué te pensabas? Soy un magnífico
besador.
-Eso no lo
sé, puesto que has sido el primer chico al que he besado, ¿pero, no decías que
volviéramos a hablar de ello?
-Hasta
mañana, Lunática.
-Buenas
noches, Malfoy.
El rubio
cogió la cesta y entró den nuevo en la sala común de Slyherin.
Luna retomó
el camino hacia su habitación con cuidado de no ser vista por ningún prefecto. Ya
se imaginaba que el chico reaccionaría de esa manera, sin embargo, le dolieron
un poco sus duras palabras. Definitivamente Malfoy tenía la cabeza llena
Torposoplos. Se contradecía porque era él quien seguía hablando de lo ocurrido.
Ahora sólo
esperaba a que la situación se “normalizara” un poco más, así podría deliberar
mejor qué era ese cosquilleo que le recorría el estómago cada vez que le miraba
a los ojos.
Continuará

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