Capítulo 21:
☆☆¿Esto son celos?☆☆
Tras una tarde de castigo, Draco estaba pensativo en la mesa
se Slytherin disfrutando de la suculenta cena absorto de todo, como últimamente
le daba por estar en las comidas. Esa tarde con Luna Lovegood no había sido tan
mala como esperaba, a pesar de su enfado por la pelea con Harry Potter, se
había distraído, habían hablado más y de una manera más amistosa, cosa que a él
no le disgustó. Pero debía de ser más precavido, aunque la tregua estuviese en
pie debía guardar las distancias con ella y ser más discreto con sus encargos,
por poco casi son descubiertos por el profesor Binns.
No sabía qué tenía esa chica, la veía rara e infantil, con
argumentos extraños y un carácter único. Estaba loca, pero producía sensaciones
extrañas en el chico, nuevas sensaciones. Nadie le había hecho estremecer con
tan solo un roce de manos y nunca se dejó besar de una manera tan imprevista… ni
se quedó con tantas ganas de repetir ese beso.
¡¿Pero en
qué piensas?! –se decía a sí mismo-. Ni
hablar. Olvídalo, Draco… Ella es Luna Lovegood. Bastante estás haciendo ya
accediendo a sus tratos. -Se repetía una y otra vez que cuando sus trámites
con la muchacha acabaran lo olvidaría todo; olvidaría sus conversaciones, sus encargos,
sus miradas y… sus besos, aunque eso último fuera lo que más le costara, lo
olvidaría. Él era Draco Malfoy y no se ataba a nada ni a nadie si no le
convenía. Pero ella se estaba
portando tan bien, estaba aguantando demasiado por un engaño… Pensaba que estaba en deuda con Draco cuando
no era así… Parecía que ese
pensamiento hacía mella en el muchacho. La mala conciencia volvía a aparecer
pero sólo le pasaba con Luna. ¿Sería porque la veía frágil en el fondo? No entendía nada, por lo que optó por volver
a la realidad y dirigirse a la entrada del Gran Comedor para esperar a que la
chica apareciera ya que debía entregarle los trozos del tapiz que ambos
reunieron esa tarde.
Por ese entonces ya casi todo el colegio se habría enterado
de su accidente en la clase de Historia de la Magia, pero poco le importaba,
nadie se atrevería a meterse con él sin salir mal parado, era un Malfoy,
pensaba con orgullo.
La mayoría de los alumnos ya habían dejado el comedor y él
observaba la puerta en espera de Luna hasta que una voz femenina llamó su
atención.
-¿Qué haces aquí tan solito, Draco? –dijo Pansy Parkinson con
una voz seductora acercándose a él con lentitud y una leve sonrisa pícara
dibujada en su rostro.
-¿Y tú, Pansy? –preguntó él igual de seductor.
-Esperaba que estuvieras libre para que pasásemos un ratito
juntos, ya que esta tarde has estado ocupado… Para charlar y eso… -Pansy se
pegaba al muchacho como una lapa y le cogía del brazo con firmeza–. Lo del
fantasmón de Binns ha sido una faena, pero como al parecer ya has acabo,
podemos distraernos un rato –dijo más insinuante.
A Draco le agradaba la compañía de Pansy de vez en cuando, e
incluso le gustaba tontear a veces con ella, pero pensaba que la joven en
excesivas dosis podía resultar ser estresante y empalagosa. Esa chica no poseía
el don de la oportunidad porque, para la mala suerte de Draco, justo cuando
ellos charlaban y se medio abrazaban, Luna cruzaba el umbral de la gran puerta
posando los ojos en ellos de forma un tanto inexpresiva pero de una manera que a
Draco no le terminó de gustar, tal y como les analizó con la mirada. Lo malo
era que estaban rodeados de gente y él quería guardar las apariencias.
-Oye, Pansy, haz una cosa, ve tirando para la sala común y
ahora te alcanzo –le dijo despegándose.
-Pero, Draqui –frunció el ceño refunfuñando como una niña
pequeña.
-Anda, no seas pesada que ahora voy –dijo poniendo los ojos
en blanco y soltó suspiro cansado.
Cuando consiguió despegarse de su empalagosa compañera el
chico fue siguiendo a Luna con discreción esquivando a los alumnos que ya se
dirigían a sus salas comunes. Por fin consiguió alcanzarla hasta el punto de
quedar más o menos a su lado por lo que aprovechó para llamar su atención
rozándola la mano pero sin mirarla, como si no existiera. Ambos sintieron de
nuevo la extraña sensación tras el contacto de sus manos. La chica frenó un
poco sus aligerados pasos y se fijó en la dirección que tomaba el Slytherin,
habían subido un piso. Luna pareció entender. Con la misma discreción que él,
llegaron a un pasillo desierto y entraron en un cuarto de baño de chicos, él
antes que ella para asegurarse, y cuando todo estaba despejado procedieron a
llevar a cabo sus trámites.
-Hola de nuevo, Malfoy –dijo ella al fin, menos sonriente que
de costumbre según intuyó el muchacho.
-Te dije que luego nos veíamos. Aquí están los pedazos del
tapiz –dijo entregándole una bolsa de cuero marrón claro, blanda y voluminosa
pero ligera.
-Gracias. Intentaré darme prisa.
-¿Pasa algo? –preguntó recordando la mirada que puso antes
cuando la chica le vio con Pansy.
-No, nada. Tampoco creo que te interese… -dijo apartando la
mirada.
-Pues muy bien –dijo él encogiéndose de hombros mostrando una
mirada de indiferencia.
Estuvieron un instante quietos frente a frente sin hacer ni
decir nada.
-Bueno, ¿algo más? –preguntó Luna al fin.
-No.
-Como estamos mirando
las musarañas pensé que intentabas hacer memoria de otro recado…
-Oye –dijo sin poder aguantar más poniendo un tono de voz a
la defensiva-, estás poniendo un tono raro. ¿Te pasa algo conmigo, o qué?
-¿Por qué piensas eso?
-Pues porque antes, cuando has pasado por mí lado y estaba
con Parkison, has puesto una cara algo rara.
-Eso es porque soy rara… -explicó con naturalidad encogiéndose
de hombros.
-Sabes a lo que me refiero –suspiró de exasperación.
-No. Como no te expliques mejor…
-Parkinson es sólo una amiga mía. No me interesa, es algo
pesada, pero me cae bien.
-Me parece bien, Malfoy, pero no te he pedido ninguna
explicación –dijo ella mostrando una leve media sonrisa y soltando una risa
floja.
¿Por qué se
molesta en darme explicaciones? –pensaba Luna extrañada pero ya
más contenta-. ¿Será que quiere darme a
entender que…? ¡No! ¿Pero en qué pienso? Yo a él no le… Ni él a mí me… ¿verdad?
-¿Lovegood?
-¿Eh? -musitó la chica volviendo a la realidad con una mirada
ida y los dedos en la barbilla.
-Simplemente te informo de eso porque… no quiero que nadie se
piense que estoy con alguien como ella.
-Vaya, y eso que es tu amiga.
-Una cosa es verla como amiga y otra como pareja. Y como
pareja no me gusta su carácter, es lo que quiero aclarar.
-¿Es que ya has salido con ella para comprobarlo?
-Más o menos. Está como embelesada conmigo. Y lo entiendo…
-dijo poniendo una media sonrisa ególatra- Ya te he explicado que…
-Sí, sí, sí. Las admiradoras y todo eso –puso los ojos en
blanco.
-Pues sí.
-Tengo que irme ya, si no te importa, debo acabar unos
deberes y cuanto antes me ponga con el tapiz, mejor.
-Bien –el chico seguía intuyendo algo de molestia en Luna
pero prefirió no insistir, total, ¿a él qué más le daba?
-Hasta mañana, Malfoy –dijo ella dirigiéndose a la puerta
observando el pasillo antes de salir por si había moros en la costa. Cuando vio
que no pasaba nadie agitó la mano para despedirse de él y salió.
Draco se quedó un rato ahí pensando en sus actos, tampoco
entendía por qué le había dado tantas explicaciones a la chica. No quería que
se hiciera erróneas composiciones de lugar, pero, ¿qué importaba lo que ella
pensara?
-No, Draco, a ti Lovegood
no te interesa –se decía de nuevo escandalizándose de lo que él mismo decía-. No
hacía falta que le explicases nada, has quedado como un tonto. ¿Pero por qué
estaba tan seria tras verme con Pansy? ¡Bah! Déjalo… No pienses en ella… No
tendrá importancia. ¿Quién entiende a las mujeres? Y sobre todo, ¿quién la
entiende a ella?
El día había sido largo y algo decepcionante para él, por lo
que, aprovechando que no le tocaba ronda, prefirió irse a la cama lo antes
posible. Salió con la misma discreción que la Ravenclaw del baño de los chicos
y fue directo hacia su sala común, sin ganas de sentarse junto al fuego, solo
añorando que el sueño lo invadiera, descansar hasta la mañana siguiente y
olvidar esos extraños pensamientos sobre Luna que le taladraban la mente y le
disparaban el corazón. Quería pensar que no pasaba nada, se repetía una y otra
vez que con Lovegood sólo tenía una tregua pacífica y así quería que siguieran
las cosas.
Mientras que en el colegio reinaba una noche tranquila, para
Luna fue larga y algo fatigosa. Se encontraba sentada en su mullida cama, ya
cómoda con el pijama puesto, apoyando su espalda en la almohada pegada al
cabecero y con una pequeña luz tenue para no perturbar el descanso de sus
compañeras de habitación y las cortinas cerradas por precaución para que no
pudiesen descubrir en qué trabajaba por si se despertaban. Había sacado un
pequeño costurero verde de su mesilla de noche. Bien equipada, remendaba los
dibujos del antiguo y complicado tapiz con atención, paciencia y esmero mientras
que su mente no podía parar de hacer un análisis del extraño comportamiento de
Malfoy, ni del suyo propio.
No entendía nada.
Esa tarde el muchacho podía haber seguido en su plan egoísta
y haber dejado que Luna se las arreglara ella sola ordenando, para eso quería
él utilizar el pacto después de todo, pero para su sorpresa fue más paciente y
amable. Lo pasó bien, pero vio que no era él del todo, de eso se dio cuenta, lo
achacó a que estaba enfadado por la pelea y el castigo, pero observó que más o
menos había conseguido que el muchacho se olvidara de sus problemas ese rato,
estaba calmado en su medida. Recordó su sonrisa apacible mientras hablaban de
cosas triviales, le gustaba verle sonreír de esa manera, esa vez fue una
sonrisa sincera. Y cada vez le costaba más sacarse esas sonrisas de su mente,
aunque le hubiera visto muy pocas, empezaba a sentir cosas extrañas cuando las
recordaba. También le confundió el interés que puso el chico por arreglar las
cosas tras haberle visto con su compañera Slytherin. Luna no entendía por qué
se quedó aliviada tras las explicaciones de Draco, las cuales parecían bastante
sinceras por parte del chico. Pero se suponía que ella no estaba interesada en
saber qué había entre la chica Slytherin y él, pero no podía engañarse… no era
así del todo, porque cuando los vio no le hizo demasiada gracia observar que se
tenían tanta confianza. Por primera vez no soportó las miradas que Parkinson
regalaba al chico, pero se suponía que Luna no sentía nada por él, ¿por qué
entonces esa reacción? ¿Eran celos? Se preguntaba ella. Y si lo eran, ¿por qué
lo eran?
-¿Qué me ocurre? –musitó para sí misma.
Ella no era así, se sorprendía de sus reacciones, era la
primera vez que sentía celos con tanta intensidad. Pero se sintió mejor al ver
que no tenía motivos para ponerse celosa por Parkinson. Aunque sí por esas
ciertas chicas que mostraban interés por él.
¿Admiradoras?...
No me lo acabo de creer… -pensaba- Pero
¿por qué me siento así? Él no es precisamente agradable, es Draco Malfoy, una
de las personas que me consideran una Lunática, una de las personas a las que
les resulto insignificante y que me evitan. Pero su faceta interior sí que me
cae bien, es como un niño –sonrió. Si
se ponía a pensar, se podía decir que en ese momento, tras todo lo que habían
pasado con el pacto, los encargos y el secreto que en ese momento los unía, no
se llevaban tan mal como antes, pero tampoco muy bien hasta considerarse
íntimos. Draco podía haberse aprovechado de lo que el diario podía hacer desde
hace mucho, sin embargo cumplía con su parte y entendió todo lo que pasaba con
ese mágico objeto e iba a dejar que Luna lo utilizara ese domingo.- No es malo del todo, es un niño muy niño
–puso una media sonrisa-. Falso y
demasiado creído por fuera, pero no es tan malo por dentro. Se delata con sus
detalles. Hoy le he visto más inseguro-.
Luna se sentía mejor porque, si hacía memoria desde que todo
empezó, consiguió lo que hacía días se proponía, sacar un poco a flote la otra
faceta de Draco la que casi nadie veía y la que a ella le empezaba a interesar.
No podía negarlo, tenía que sincerarse con ella misma, le estaba encantando esa
faceta del chico. Y sí, sintió algo de celos e inseguridad al verle junto a
otra chica, pero también observó que él empezaba a mostrar un extraño interés
por aclarar las cosas y quedar bien con ella.
¿Será que
yo a él también le intereso un pelín? –rio- Estoy observando cómo eres Malfoy… y me gustas. Pero no pienso hacerme
ilusiones…
Ya llevaba dos horas cosiendo, dejándose los ojos en la tela y
navegando en sus pensamientos a la vez, estaba cansada pero menos confusa. Decidió
que ya era hora de descansar. Observó su trabajo con detenimiento, había
avanzado bastante aunque le llevaría unos días más, tenía que quedar perfecto.
Poniendo todo en orden en su pequeño costurero para irse a dormir se pinchó con
una aguja y, para su sorpresa, en ese momento todos los trozos del tapiz que
había conseguido unir empezaron a descoserse de nuevo como antes. Ante su
sorpresa, Luna intentó volver a coser un trozo pero se volvió a separar.
-Oh, vaya… -musitó algo desilusionada tras el trabajo
perdido-. Un momento… -se quedó pensativa de nuevo poniéndose un dedo en la
barbilla. “Creo que voy a tener que
enseñar a Draco a coser…”

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