Capítulo 14
☆☆Reflexiones☆☆
¿Cómo se había atrevido a hablarle así? Se preguntaba Draco
continuamente. Sabiendo cómo era él, el príncipe de Slytherin, que con un
simple gesto podía hacer lo peor. Estaba indignadísimo con Luna, pero más con
él mismo porque descubrió que la chica tenía razón en todo.
Era una
mañana soleada de domingo, Draco estaba desayunando en la mesa de Slytherin del
Gran Comedor. Todos sus invitados comentaban lo ocurrido la noche pasada entre risas, burlas y emoción, a
pesar de todo lo pasaron bien, más con el regocijo de ver a los que
interrumpieron su fiesta castigados. El chico comía poco y no paraba de
recordar todo lo ocurrido con Lovegood tras su fiesta, cada una de sus
palabras… “-Escondes
más de lo que eres por fuera, pero te rodeas de gente que te sigue por ser
popular.”, “-A mí me habrás
dado mi segundo beso, pero sé por qué se deben dar. No como tú, Draco Malfoy”.
Con eso le decía que era
una persona sin sentimientos. Él chico empezaba a temer que era verdad, si
miraba a su lado no tenía amigos sino seguidores. Quizá los que más se
asemejaban a unos verdaderos amigos fueran Blaise, Crabbe y Goyle a veces. Levantó
la vista de su plato, recorrió el espacio con la mirada y se sorprendió al
encontrarse con los ojos de la Ravenclaw que lo miraban cautelosos y llenos de
curiosidad, no había restos de rencor, pero el chico pensaba que debería
haberlos, al menos por su parte los había por la discusión que tuvieron y por
el atentado a sus labios.
Esta vez no
se arrepentía de haberla besado, necesitaba hacerlo para comprobar qué sentía, fue
más duradero que la primera vez. Con Luna Lovegood le entraba una emoción
distinta que cuando jugaba con sus otras chicas, y, además, había algo que le
intrigaba, ella era rara y la primera que le decía la verdad a la cara sin
importar nada. Eso sería porque hasta el momento el había besado a chicas que se
sentían atraídas por él, pero esta vez, como ninguno de los dos se gustaba, a
lo mejor la chica no temía decir lo que pensaba y quedar mal ante él y estar
enfadados.
¿Pero estaba
totalmente seguro de que ella no sentía nada por él?
“-No
me ofendes porque no me importas mucho que digamos, nada de lo que me digas o
hagas ni me hace ni me ha hecho daño, Malfoy”.
Con el beso
demostró que eso no era del todo cierto, si no, ella no se hubiera molestado
tanto… Y lo de: “Yo no beso a cualquiera” también daba pistas para pensar que
la chica le tenía en estima…
¿Y él? ¿Sentía
algo?
No sabía qué
sentir, era imposible que le estuviera empezando a gustar la Lunática de
Hogwarts. La sola idea le molestaba, era como si tuviera en su interior varias
voces discutiendo sobre todo eso; una le decía que ni pensara en sentirse
atraído por ella, que él era un Slytherin, un Malfoy, debía de buscar a alguien
que estuviera más a su altura, pero otra vocecilla le preguntaba que qué tenía
de malo sentir algo y dejar a un lado el orgullo, que debía de admitir que la
chica no estaba mal del todo, lo averiguó al ver cómo cambió en la fiesta.
La siguió
mirando con discreción. Mientras le daba vueltas al desayuno con el tenedor.
Sí, en la
fiesta estaba guapa, pero no terminaba de ser ella misma. Echaba de menos el
color de sus ojos… y así al natural, pensaba que aún debía pulir su imagen un
poco más. Pero, ¿en qué estaba pensando?
Quizás… -pensaba- es posible que sienta un poco de interés…
Pero seguía
enfadado con ella. Como era domingo debían reunirse de nuevo para que le
entregara los deberes del día siguiente y no tenía muchas ganas. No sabía cómo
reaccionar, también estaba algo avergonzado pero satisfecho porque con el beso
pudo comprobar que Lovegood también podía sentirse como cualquier otra chica
ante un beso. Sentía algo, algo raro, pero al fin y al cabo, sabía que la chica
le tenía presente por el pacto y por lo ocurrido, si no, no hubiera prolongado
el beso que él le dio.
Además, Draco
quería descubrir qué escondía ese diario tan raro.
Luna ya
había terminado de comer y estaba dispuesta a dirigirse a su habitación y
repasar para el duro lunes que se le avecinaba ya que tendría una pequeña
prueba de Transformaciones, algo parecido a un examen, que en realidad era eso
lo que había impuesto la directora, unos controles para que los alumnos
estuviesen preparados para los exámenes de final de curso y no se distrajesen
pensando en otras cosas que a ella no le convenían, no lo logró ya que el E.D.
se movía en silencio.
Cerca de las
escaleras divisó a Ginny y se dispuso a saludarla en ese momento estaba
entablando una conversión con su hermano y con Harry.
-Entonces,
Ginny, -decía Ron-, ¿estás segura de que no has visto a ninguna chica con ese
aspecto?
-¡No seas
pesado, Ron! –decía su amigo entornando los ojos- Ayer estuviste todo el día
buscando a una chica de la que no sabes nada…
-Es que… era
como una Veela –suspiraba.
-¿Qué tenías
pensado decirle? –preguntó su hermana cruzada de brazos riendo- Si enseguida te
pones nervioso.
-Pu-pues no
sé, lo que surgiera, un “¿cómo te llamas?”, o algo así… -se encogió de hombros
el chico.
-Decías que
era morena y de ojos verdes… -se quedaba Ginny pensativa- A lo mejor…
-Hola chicos
–saludó Luna antes de que la conversación se empezara a relacionar con ella.
Recordó
el choque que tuvo la tarde del día anterior con Ronald.
-Hola, Luna
–dijeron Harry y Ginny al unísono, el otro pelirrojo se limitó a asentir.
-¿Qué tal el
fin de semana? –se dirigió a los chicos.
-Normal
–dijo Harry.
-Oye, Luna,
no te vi ayer en la cena –dijo Ginny-, pensé que después de la sesión querrías
venirte con las chicas a dar una vuelta.
-¿Sesión?
–preguntó Harry.
-No es nada
–dijo Luna indiferente.
-¿Habéis
oído lo de los Hufflepuffs? –preguntó Hermione aproximándose al grupo.
-¿El qué? ¿Lo
del castigo? –preguntó Ron a la vez que la muchacha asentía.
-No han
dicho por qué ha sido –comentó Harry.
-Por lo
visto, anoche asaltaron la fiesta de los Slytherins, Umbridge los está
castigando ahora mismo en el Gran Comedor –informó Hermione sorprendida.
-No me
extraña que hayan llegado hasta ese punto –dijo Harry muy serio-. Los de
Slytherin se han estado pasando mucho últimamente con ellos tras el último
partido que tuvieron.
-Sí -dijo
Ron-, menuda bronca. Y eso que los Hufflepuffs no suelen llevarse mal con las
demás casas…
-Hasta que
se los molesta demasiado, es normal que estén hartos.
-He
escuchado que tiraron bombas fétidas por el local que el bobo de Malfoy alquiló
–añadió Hermione entre risas.
-¡Se lo
merece!
-Se lo
estaba buscando -dijo Ron.
En parte… -pensaba Luna.
-Hay que ver
cómo gritaba Umbridge por los pasillos –decía Ginny.
-Es
insoportable –dijo Hermione con cara de exasperación.
Luna vio que
Draco y sus secuaces estaban en la puerta del Gran Comedor burlándose y riendo
animadamente de unos Hufflepuffs que pasaban por ahí.
Ese chico
era toda una máscara de sentimientos para ella. Pensó que aún seguiría enfadado
por haberle dicho unas cuantas cosas a la cara, y eso que aún no se lo había
dicho todo. Era arrogante e inmaduro, presumido e insensible, pero Luna no
podía ni quería creer que Draco Malfoy fuera tan sólo eso, era una persona,
debía tener también algún sentimiento bueno, pero lamentablemente hasta ahora
no había visto ninguno en él. Tal vez el ayudar a su amigo Blaise en la fiesta,
cuidar de la mascota de otra persona eran un punto a su favor, pero luego
recordó que todo eso lo hizo por interés, igual que lo que estaba haciendo con
el pacto y su diario. A pesar de todo, intentaría buscar algo bueno en el
Slytherin y sabía que le iba a costar trabajo, pero si podía sacarle, aunque
fuera un poco, de ese abismo de arrogancia se sentiría muy satisfecha, aunque
fuera sólo un poquitín lo intentaría, y ya sabía lo primero que tenía que
hacer.
-Bueno chicos, me voy –dijo Luna con aire
distraido-, hasta luego. Si no nos vemos, que paséis un buen domingo.
-Adiós, Luna
–se despidió Ginny.
-Cuidado con
los Torposoplos, Ronald –advirtió al chico que se la quedó mirando entre
extrañado y asustado.
-¿Maldita
sea, qué diablos es un “Tortomoplo”? –oyó Luna susurrar cuando esta subía las
escaleras hacia su sala común. No pudo
evitar reírse por lo bajo.
Pasada ya
buena parte de la tarde en su habitación terminó un trabajo que tenía pendiente
y vio que debía entregarle a Draco sus deberes para el día siguiente. Le
extrañó que el muchacho no se lo hubiera recordado en un mensaje, así que,
decidió mandarle un avioncito de papel.
-
- -
Hola, ya tengo listos tus deberes.
¿Dónde podemos hacer la entrega? Necesito hablar de algo importante.
Contesta por favor.
L. L
-
- -
En la sala
común de Slytherin, Draco estaba sentado en un cómodo sofá de cuero negro leyendo
“El Profeta”, absorto de la discusión
de sus dos guardaespaldas sobre quién era capaz de vaciar antes la despensa de
la cocina del colegio. Unas manos se posaron en sus hombros y e hicieron que su
mente volviera a la sala.
-Hola,
Draquito –oyó una voz en tono femenino y empalagoso–, ¿qué haces aquí encerrado
un domingo por la tarde?
-¿No lo ves,
Pansy? –respondió el chico indiferente pasando una página del periódico.
-Anda, salgamos
a dar una vuelta. ¿Has visto cómo ha sermoneado Umbridge a los Hufflepuffs?
-Sí –rió mostrando
una cara de suficiencia-. Se lo merecen, mira que insinuar que hicimos trampas
en el partido.
Ambos rieron
muy animadamente notando el sarcasmo en las palabras del chico. Era verdad.
Slythrin hechizó el quaffle.
-Anda,
vente- dijo de nuevo Parkinson.
-No tengo
ganas, Pansy –respondió amablemente y continuó hojeando el periódico.
-Bueno
–respondió resignada-. Oye, quería preguntarte una cosa que me intriga desde la
fiesta –dijo sentándose a su lado en el sofá-. ¿Quién era esa chica castaña que
acompañó a Blaise a la fiesta?
-¿Eh? -el
chico, sorprendido, rasgó un poco la parte superior de “El Profeta” y miró por
en medio de las páginas estropeadas a su amiga- Esto… -dejó el periódico a un
lado e intentó recuperar la compostura- pues una chica que estaba de paso que
conocimos hace tiempo en Hogsmeade.
-¿A sí? –la
chica arqueó una ceja- ¿Y cómo se llama?
-¿Qué más da?
Ya se ha ido –dijo acomodándose en el sillón.
-Bueno, pues
para haberse ido Nott y Blaise no paran de hablar de ella…
-¿Que no
paran de hablar de ella? –frunció el ceño, cuanto menos se supiera de Lara
Bristol, mejor -¿Qué han dicho?
-Que tienen
ganas de volver a verla y que a lo mejor la van a buscar para quedar. Esos
memos de pierden por unas curvas femeninas…
-¿Dónde está
Zabini?
-En vuestro
cuarto.
-Bien –se
levantó.
-¡Pero,
Draqui, no me dejes con la intriga! ¿Quién era esa del vestido rosa?
-Mira que
eres cotilla.
-¡Hm! Tú
mejor no hables mucho –se cruzó de brazos.
Draco entró
mosqueado en la habitación donde estaba Blaise solo leyendo en su cama.
-Tú, imbécil
–lo llamó Draco iracundo.
-¿Qué te
pasa? –dijo levantando la mirada con tranquilidad.
-¿Qué
diablos le vas diciendo a Nott de qué vais q quedar con Lovegood, digo, con
Lara? ¡¿No ves que en realidad es Lovegood?!
-Te estás
empezando a liar…
-¡Ya lo sé!
¡Contesta a mi pregunta, merluzo!
-Tranqui,
Draquito mío y vocaliza –se relajó más en la cama-. ¿A que viene ahora lo del
entrar al dormitorio hecho una fiera, dispuesto a arrancarme la cabeza?
–preguntó tranquilo siguiendo con su libro.
-Pansy me
acaba de decir que Nott y tú teníais pensado a quedar con Lara.
-Eso no es
verdad. Habrá vuelto a cuchichear y a montarse sus historias.
-¿Qué pasa
exactamente?
-A ver, Nott
me preguntó esta mañana que si podíamos ir a visitar a Lara, pero le recordé
que la supuesta “Lara Bristol” se estaría marchando ya para que no descubrieran
a tu ayudante. ¿Me consideras tan tonto como para dejar que Nott descubra lo
que se cuece?
-Pues… -Draco
se encogió de hombros y puso los ojos en blanco.
-Déjalo –le
interrumpió con tono de indignación-. Para que luego digas que sólo quiero
sacar tajada de la situación –puso un tono de voz de dramatismo exagerado-. Mira
lo que te ayudo.
-Ya, pues
estabas encantado con la actriz –se refería a Luna-. ¿Cómo sabía yo que no te
entrarían ganas de volver a verla?
-¿Para qué
negarlo? Hizo un buen trabajo como acompañante. Pero ya me has ayudado. Hay que
reconocer que Lovegood es maja, tiene su punto –sonrió con picardía y Draco
frunció el ceño-, pero me gustaría si se dejara un look como el de anoche.
Además ahora es Camila la que sólo cabe en mi mente –dijo suspirando nostálgico.
-Qué
empalagoso –dijo Draco mirando hacia la colcha de su propia cama fijándose en
un avión de papel que acababa de posarse. Le habían dejado un mensaje.
-Ya te
gustará alguien de verdad, ya. Estarás
pensado la mayor parte del día en ella; en cómo besa, en sus ojos, en si…
-¡Cállate ya!
–no quería seguir escuchando las cursiladas de su amigo porque se sentía
demasiado identificado con los ejemplos que ponía-. Haces que me den nauseas.
-Vale, vale.
Qué sensible estás…
Draco fue
hacia su cama para coger enseguida el mensaje, al ver que era de Luna, nada más
leerlo, contestó a la Ravenclaw con rapidez:
-
- -
Quedamos en el aula de anoche
a las 18:00 Yo también necesito hablar.
D.M.
-
- -
También lo
mandó en forma de avión.
Quedaba
media hora para el encuentro, así que, cogió de la estantería el diario de Luna,
lo escondió en su túnica y se fue hacia el lugar acordado. Aclararían muchos
asuntos tanto si la chica quería, como si no.

No hay comentarios:
Publicar un comentario