12 abril 2018

Cap14☆

Capítulo 14

Reflexiones

      ¿Cómo se había atrevido a hablarle así? Se preguntaba Draco continuamente. Sabiendo cómo era él, el príncipe de Slytherin, que con un simple gesto podía hacer lo peor. Estaba indignadísimo con Luna, pero más con él mismo porque descubrió que la chica tenía razón en todo.

        Era una mañana soleada de domingo, Draco estaba desayunando en la mesa de Slytherin del Gran Comedor. Todos sus invitados comentaban lo ocurrido la  noche pasada entre risas, burlas y emoción, a pesar de todo lo pasaron bien, más con el regocijo de ver a los que interrumpieron su fiesta castigados. El chico comía poco y no paraba de recordar todo lo ocurrido con Lovegood tras su fiesta, cada una de sus palabras… “-Escondes más de lo que eres por fuera, pero te rodeas de gente que te sigue por ser popular.”, “-A mí me habrás dado mi segundo beso, pero sé por qué se deben dar. No como tú, Draco Malfoy”. Con eso le decía que era una persona sin sentimientos. Él chico empezaba a temer que era verdad, si miraba a su lado no tenía amigos sino seguidores. Quizá los que más se asemejaban a unos verdaderos amigos fueran Blaise, Crabbe y Goyle a veces. Levantó la vista de su plato, recorrió el espacio con la mirada y se sorprendió al encontrarse con los ojos de la Ravenclaw que lo miraban cautelosos y llenos de curiosidad, no había restos de rencor, pero el chico pensaba que debería haberlos, al menos por su parte los había por la discusión que tuvieron y por el atentado a sus labios.

          Esta vez no se arrepentía de haberla besado, necesitaba hacerlo para comprobar qué sentía, fue más duradero que la primera vez. Con Luna Lovegood le entraba una emoción distinta que cuando jugaba con sus otras chicas, y, además, había algo que le intrigaba, ella era rara y la primera que le decía la verdad a la cara sin importar nada. Eso sería porque hasta el momento el había besado a chicas que se sentían atraídas por él, pero esta vez, como ninguno de los dos se gustaba, a lo mejor la chica no temía decir lo que pensaba y quedar mal ante él y estar enfadados.

          ¿Pero estaba totalmente seguro de que ella no sentía nada por él?

“-No me ofendes porque no me importas mucho que digamos, nada de lo que me digas o hagas ni me hace ni me ha hecho daño, Malfoy”.

      Con el beso demostró que eso no era del todo cierto, si no, ella no se hubiera molestado tanto… Y lo de: “Yo no beso a cualquiera” también daba pistas para pensar que la chica le tenía en estima…

¿Y él? ¿Sentía algo?

          No sabía qué sentir, era imposible que le estuviera empezando a gustar la Lunática de Hogwarts. La sola idea le molestaba, era como si tuviera en su interior varias voces discutiendo sobre todo eso; una le decía que ni pensara en sentirse atraído por ella, que él era un Slytherin, un Malfoy, debía de buscar a alguien que estuviera más a su altura, pero otra vocecilla le preguntaba que qué tenía de malo sentir algo y dejar a un lado el orgullo, que debía de admitir que la chica no estaba mal del todo, lo averiguó al ver cómo cambió en la fiesta.

        La siguió mirando con discreción. Mientras le daba vueltas al desayuno con el tenedor.
Sí, en la fiesta estaba guapa, pero no terminaba de ser ella misma. Echaba de menos el color de sus ojos… y así al natural, pensaba que aún debía pulir su imagen un poco más. Pero, ¿en qué estaba pensando?

Quizás… -pensaba- es posible que sienta un poco de interés…

      Pero seguía enfadado con ella. Como era domingo debían reunirse de nuevo para que le entregara los deberes del día siguiente y no tenía muchas ganas. No sabía cómo reaccionar, también estaba algo avergonzado pero satisfecho porque con el beso pudo comprobar que Lovegood también podía sentirse como cualquier otra chica ante un beso. Sentía algo, algo raro, pero al fin y al cabo, sabía que la chica le tenía presente por el pacto y por lo ocurrido, si no, no hubiera prolongado el beso que él le dio.

Además, Draco quería descubrir qué escondía ese diario tan raro.

        Luna ya había terminado de comer y estaba dispuesta a dirigirse a su habitación y repasar para el duro lunes que se le avecinaba ya que tendría una pequeña prueba de Transformaciones, algo parecido a un examen, que en realidad era eso lo que había impuesto la directora, unos controles para que los alumnos estuviesen preparados para los exámenes de final de curso y no se distrajesen pensando en otras cosas que a ella no le convenían, no lo logró ya que el E.D. se movía en silencio.

        Cerca de las escaleras divisó a Ginny y se dispuso a saludarla en ese momento estaba entablando una conversión con su hermano y con Harry.

-Entonces, Ginny, -decía Ron-, ¿estás segura de que no has visto a ninguna chica con ese aspecto?

-¡No seas pesado, Ron! –decía su amigo entornando los ojos- Ayer estuviste todo el día buscando a una chica de la que no sabes nada…

-Es que… era como una Veela –suspiraba.

-¿Qué tenías pensado decirle? –preguntó su hermana cruzada de brazos riendo- Si enseguida te pones nervioso.

-Pu-pues no sé, lo que surgiera, un “¿cómo te llamas?”, o algo así… -se encogió de hombros el chico.

-Decías que era morena y de ojos verdes… -se quedaba Ginny pensativa- A lo mejor…

-Hola chicos –saludó Luna antes de que la conversación se empezara a relacionar con ella. 
Recordó el choque que tuvo la tarde del día anterior con Ronald.

-Hola, Luna –dijeron Harry y Ginny al unísono, el otro pelirrojo se limitó a asentir.

-¿Qué tal el fin de semana? –se dirigió a los chicos.

-Normal –dijo Harry.

-Oye, Luna, no te vi ayer en la cena –dijo Ginny-, pensé que después de la sesión querrías venirte con las chicas a dar una vuelta.

-¿Sesión? –preguntó Harry.

-No es nada –dijo Luna indiferente.

-¿Habéis oído lo de los Hufflepuffs? –preguntó Hermione aproximándose al grupo.

-¿El qué? ¿Lo del castigo? –preguntó Ron a la vez que la muchacha asentía.

-No han dicho por qué ha sido –comentó Harry.

-Por lo visto, anoche asaltaron la fiesta de los Slytherins, Umbridge los está castigando ahora mismo en el Gran Comedor –informó Hermione sorprendida.

-No me extraña que hayan llegado hasta ese punto –dijo Harry muy serio-. Los de Slytherin se han estado pasando mucho últimamente con ellos tras el último partido que tuvieron.

-Sí -dijo Ron-, menuda bronca. Y eso que los Hufflepuffs no suelen llevarse mal con las demás casas…

-Hasta que se los molesta demasiado, es normal que estén hartos.

-He escuchado que tiraron bombas fétidas por el local que el bobo de Malfoy alquiló –añadió Hermione entre risas.

-¡Se lo merece!

-Se lo estaba buscando -dijo Ron.

En parte… -pensaba Luna.

-Hay que ver cómo gritaba Umbridge por los pasillos –decía Ginny.

-Es insoportable –dijo Hermione con cara de exasperación.

       Luna vio que Draco y sus secuaces estaban en la puerta del Gran Comedor burlándose y riendo animadamente de unos Hufflepuffs que pasaban por ahí.

          Ese chico era toda una máscara de sentimientos para ella. Pensó que aún seguiría enfadado por haberle dicho unas cuantas cosas a la cara, y eso que aún no se lo había dicho todo. Era arrogante e inmaduro, presumido e insensible, pero Luna no podía ni quería creer que Draco Malfoy fuera tan sólo eso, era una persona, debía tener también algún sentimiento bueno, pero lamentablemente hasta ahora no había visto ninguno en él. Tal vez el ayudar a su amigo Blaise en la fiesta, cuidar de la mascota de otra persona eran un punto a su favor, pero luego recordó que todo eso lo hizo por interés, igual que lo que estaba haciendo con el pacto y su diario. A pesar de todo, intentaría buscar algo bueno en el Slytherin y sabía que le iba a costar trabajo, pero si podía sacarle, aunque fuera un poco, de ese abismo de arrogancia se sentiría muy satisfecha, aunque fuera sólo un poquitín lo intentaría, y ya sabía lo primero que tenía que hacer.

 -Bueno chicos, me voy –dijo Luna con aire distraido-, hasta luego. Si no nos vemos, que paséis un buen domingo.

-Adiós, Luna –se despidió Ginny.

-Cuidado con los Torposoplos, Ronald –advirtió al chico que se la quedó mirando entre extrañado y asustado.

-¿Maldita sea, qué diablos es un “Tortomoplo”? –oyó Luna susurrar cuando esta subía las escaleras hacia su sala común.  No pudo evitar reírse por lo bajo.

      Pasada ya buena parte de la tarde en su habitación terminó un trabajo que tenía pendiente y vio que debía entregarle a Draco sus deberes para el día siguiente. Le extrañó que el muchacho no se lo hubiera recordado en un mensaje, así que, decidió mandarle un avioncito de papel.


-                          -                  -
Hola, ya tengo listos tus deberes. ¿Dónde podemos hacer la entrega? Necesito hablar de algo importante.
Contesta por favor.
L. L  
-                          -                  -


         En la sala común de Slytherin, Draco estaba sentado en un cómodo sofá de cuero negro leyendo “El Profeta”, absorto de la discusión de sus dos guardaespaldas sobre quién era capaz de vaciar antes la despensa de la cocina del colegio. Unas manos se posaron en sus hombros y e hicieron que su mente volviera a la sala.

-Hola, Draquito –oyó una voz en tono femenino y empalagoso–, ¿qué haces aquí encerrado un domingo por la tarde?


-¿No lo ves, Pansy? –respondió el chico indiferente pasando una página del periódico.

-Anda, salgamos a dar una vuelta. ¿Has visto cómo ha sermoneado Umbridge a los Hufflepuffs?

-Sí –rió mostrando una cara de suficiencia-. Se lo merecen, mira que insinuar que hicimos trampas en el partido.

        Ambos rieron muy animadamente notando el sarcasmo en las palabras del chico. Era verdad. Slythrin hechizó el quaffle.

-Anda, vente- dijo de nuevo Parkinson.

-No tengo ganas, Pansy –respondió amablemente y continuó hojeando el periódico.

-Bueno –respondió resignada-. Oye, quería preguntarte una cosa que me intriga desde la fiesta –dijo sentándose a su lado en el sofá-. ¿Quién era esa chica castaña que acompañó a Blaise a la fiesta?

-¿Eh? -el chico, sorprendido, rasgó un poco la parte superior de “El Profeta” y miró por en medio de las páginas estropeadas a su amiga- Esto… -dejó el periódico a un lado e intentó recuperar la compostura- pues una chica que estaba de paso que conocimos hace tiempo en Hogsmeade.

-¿A sí? –la chica arqueó una ceja- ¿Y cómo se llama?

-¿Qué más da? Ya se ha ido –dijo acomodándose en el sillón.

-Bueno, pues para haberse ido Nott y Blaise no paran de hablar de ella…

-¿Que no paran de hablar de ella? –frunció el ceño, cuanto menos se supiera de Lara Bristol, mejor -¿Qué han dicho?

-Que tienen ganas de volver a verla y que a lo mejor la van a buscar para quedar. Esos memos de pierden por unas curvas femeninas…

-¿Dónde está Zabini?

-En vuestro cuarto.

-Bien –se levantó.

-¡Pero, Draqui, no me dejes con la intriga! ¿Quién era esa del vestido rosa?
-Mira que eres cotilla.

-¡Hm! Tú mejor no hables mucho –se cruzó de brazos.
Draco entró mosqueado en la habitación donde estaba Blaise solo leyendo en su cama.

-Tú, imbécil –lo llamó Draco iracundo.

-¿Qué te pasa? –dijo levantando la mirada con tranquilidad.

-¿Qué diablos le vas diciendo a Nott de qué vais q quedar con Lovegood, digo, con Lara? ¡¿No ves que en realidad es Lovegood?!

-Te estás empezando a liar…

-¡Ya lo sé! ¡Contesta a mi pregunta, merluzo!

-Tranqui, Draquito mío y vocaliza –se relajó más en la cama-. ¿A que viene ahora lo del entrar al dormitorio hecho una fiera, dispuesto a arrancarme la cabeza? –preguntó tranquilo siguiendo con su libro.

-Pansy me acaba de decir que Nott y tú teníais pensado a quedar con Lara.

-Eso no es verdad. Habrá vuelto a cuchichear y a montarse sus historias.

-¿Qué pasa exactamente?

-A ver, Nott me preguntó esta mañana que si podíamos ir a visitar a Lara, pero le recordé que la supuesta “Lara Bristol” se estaría marchando ya para que no descubrieran a tu ayudante. ¿Me consideras tan tonto como para dejar que Nott descubra lo que se cuece?

-Pues… -Draco se encogió de hombros y puso los ojos en blanco.

-Déjalo –le interrumpió con tono de indignación-. Para que luego digas que sólo quiero sacar tajada de la situación –puso un tono de voz de dramatismo exagerado-. Mira lo que te ayudo.

-Ya, pues estabas encantado con la actriz –se refería a Luna-. ¿Cómo sabía yo que no te entrarían ganas de volver a verla?

-¿Para qué negarlo? Hizo un buen trabajo como acompañante. Pero ya me has ayudado. Hay que reconocer que Lovegood es maja, tiene su punto –sonrió con picardía y Draco frunció el ceño-, pero me gustaría si se dejara un look como el de anoche. Además ahora es Camila la que sólo cabe en mi mente –dijo suspirando nostálgico.

-Qué empalagoso –dijo Draco mirando hacia la colcha de su propia cama fijándose en un avión de papel que acababa de posarse. Le habían dejado un mensaje.
-Ya te gustará alguien de verdad, ya.  Estarás pensado la mayor parte del día en ella; en cómo besa, en sus ojos, en si…

-¡Cállate ya! –no quería seguir escuchando las cursiladas de su amigo porque se sentía demasiado identificado con los ejemplos que ponía-. Haces que me den nauseas.

-Vale, vale. Qué sensible estás…

      Draco fue hacia su cama para coger enseguida el mensaje, al ver que era de Luna, nada más leerlo, contestó a la Ravenclaw con rapidez:

-         -          -
Quedamos en el aula de anoche a las 18:00 Yo también necesito hablar.

D.M.
-         -          -

         También lo mandó en forma de avión.

      Quedaba media hora para el encuentro, así que, cogió de la estantería el diario de Luna, lo escondió en su túnica y se fue hacia el lugar acordado. Aclararían muchos asuntos tanto si la chica quería, como si no.

Continuará



No hay comentarios:

Publicar un comentario