Capítulo 17
☆☆ Esto es nuevo ☆☆
Draco estaba postrado de rodillas enfrente de Luna, que suspiraba
levemente con tono de cansancio.
-Lovegood… ¡Lovegood! Reacciona –nervioso, la cogió con
cuidado y la dejó con la espalda apoyada al lado de un árbol cercano, quedándose en frente de ella de
rodillas.
La chica movió la cabeza buscando los ojos del Slytherin.
Estaba tranquila sabía lo que le había picado y sólo debía reunir fuerzas para
hablar.
-Malfoy –dijo con voz clara.
-¿Sabes qué era eso? –preguntó la mirándola confundido, no
tenía ni idea de qué hacer.
-Sí, tranquilo –dijo la chica con naturalidad-, era una Parvus Acromántula Purpurea, no es una
especie peligrosa, pero… -la chica se cerró los ojos un momento y se tocó la
frente, él se asustó más.
-¡¿Pero, qué?! Lovegood, habla –la cogió de los hombros con
suavidad-, por favor… Lovegood.
-Tranquilo, estoy pensando, sólo me he mareado un pelín -dijo
ella quitándose la mano de la frente.
El chico puso los ojos en blanco y suspiró exasperado.
-Te estás poniendo pálida. ¿Qué hace esa araña?
-Pues… nada más que recibes un picotazo su veneno actúa con
rapidez, te deja una roncha –el chico la miró el tobillo y lo confirmó-. La
primera fase provoca mucho cansancio, te mareas enseguida… Luego, en la segunda
fase te sientes muy relajado y empiezas a reírte mucho, es como una anestesia…
Y al final te provoca una indefinida somnolencia.
-¡¿Indefinida?! –exclamó el joven- ¿Y ya está? Eso es todo,
me refiero…
-Tranquilo, ha sido una Parvus Acromántula pequeña… Despertaré…
Creo -la chica soltó una leve risa y miró a Draco divertida.
-¿Y qué vas a hacer? –preguntó Draco, sorprendido de que
estuviera tan tranquila.
-El efecto se pasa más rápido si bebes té de pétalos de
Azahar -seguía riéndose.
-¿Y dónde hay de eso?
-En la orilla del lago
hay un arbusto lleno de flores blancas –dijo incorporándose un poco.
-¿Pero adónde crees que vas?
-Pues a por ellas –se rió con más fuerza y le miró como
diciéndole que era obvio y que no se enteraba de nada.
-Pero si no te puedes mover. Mira cómo tienes el tobillo, si
te levantaras te desplomarías –dijo poniéndose en pie sacudiéndose unas hojas
de los pantalones.
-¿Y quién…? –preguntó confusa.
-¿En qué parte está ese arbusto?
-Al lado del embarcadero –respondió riéndose menos.
-No te muevas, ahora vengo.
Draco empezó a correr en busca de la flor que Luna necesitaba
sorteando los arbustos y las ramas que entorpecían su camino. Debía coger la
flor y llevar a Luna a la enfermería con discreción esperando que al volver a
su encuentro no se hubiera quedado dormida.
¿Por qué diablos hago
esto? –se preguntaba- La estoy ayudando…
Si la llevo al colegio corro el riesgo de que nos vean de una manera muy
extraña… Pero ese bicho parecía peligroso. Somnolencia indefinida… ¿Y si no se
despierta nunca? -en ese momento reaccionó otra voz en su cabeza- ¡NO! ¡Ni lo pienses, bobo! Ella te está
ayudando creyendo tus mentiras, al menos le debes esto.- Iba caminando
ágilmente discutiendo consigo mismo los pros y los contras de sus actos hasta
que llegó al embarcadero donde divisó varios arbustos con diferentes tipos de
flores blancas.
-Genial –suspiró enfadado-, ¿y ahora cuál cojo?
No se lo pensó mucho y cogió todos los tipos que vio para
después con rapidez comenzar a recorrer el camino de vuelta al bosque. El sol
ya iba a empezar a ocultarse, así que aceleró más el paso.
Tuvo la mala suerte de que por el camino se encontró con
Potter y con sus dos inseparables amigos, quienes iban en dirección al castillo
hablando sobre Hagrid, según llegó a oír el chico Slytherin.
Mierda -pensó al
cruzarse con ellos-, el cara cortada, la
sangre sucia y el pobretón Weasley.- Pasó por su lado rápidamente chocando
con el maletín de Hermione.
-¡Tú, Malfoy, mira por dónde vas, atondado! –se quejó Ron el
ver que casi hace tropezar a su amiga.
-¡Ahora no tengo tiempo de insultarte! –exclamó corriendo por
una colina sin dignarse a mirarlos.
-¿Irá a coger margaritas? –se burló Harry al verlo con las
flores en la mano y la camisa zarandeada llena da hierbajos.
-Que le den –dijo Ron haciendo reír a Hermione.
Al cabo de un rato, Draco ya estaba cerca del árbol donde
dejó a Luna. Se la encontró tumbada. Parecía que había empeorado, se hallaba
mirando la nada y riéndose más que antes, cogiéndose unos cuantos mechones de
pelo y jugando con ellos pasándoselos por la cara a la vez que lanzaba
delicados suspiros.
-Lovegood, espabila. Ya tengo las flores –dijo arrodillándose
de nuevo frente a ella.
-Me alegro por ti –rio Luna como si le acabaran de contar el
mejor chiste del mundo. El chico se quedó medio atónito, le daba la impresión
de que era como si estuviera un poco ebria.
La chica, un poco más serena y aún con el pelo en la cara,
empezó a incorporarse un poco para quedar también sentada. Él puso una mano en
su espalda por si se mareaba. En efecto, le empezaba a costar mantener el
equilibrio y se fue para atrás, así que, Draco se apoyó en la copa del árbol y
puso a la chica en sus rodillas, sosteniéndole la espalda y parte de los brazos
para que se quedara recta. Era como coger a una niña pequeña y sentarla en su
regazo, ella tenía un aire infantil.
Ya más sosegada, habló con lentitud;
-Oh, Draco… Me siento muy, muy, muy relajada –decía sin parar
de enredar con sus mechones de pelo-... Draaacoooooo -prolongó su nombre a más
no poder tarareando.
-Ese veneno te ha dejado peor de lo que estabas. Intenta
decirme qué flor es –dijo ordenándolas separadas a un lado en el suelo.
-¿Qué flor es cual? Mis favoritas son los lirios amarillos
porque…
-Lovegood –interrumpió él-, las flores para el dichoso té.
-El té está rico, sobre todo el que hacía mi madre,… Recuerdo
que una vez…
-¡El té para el antídoto de esa araña púrpura! –volvió a
interrumpir ya desesperadísimo.
-Aaaaaaah. Esas flores… Pues haberlo dicho antes, hombre
–dijo incorporándose más adelante para identificarlas.
-¡Bah!
-Mmm… Son… estás –señaló y se echó para atrás acurrucándose
en los fornidos hombros del muchacho, acariciándole. Esto al chico le tomó por
sorpresa y se sonrojó un poco.
-Lo-Lovegood –balbuceó él-, debo llevarte a la enfermería,
pero… tenemos que esperar un poco.
-Vale, la fase de la extrema somnolencia es la que más tarda.
Ahora estoy muuuuy ida –rio en su última frase.
Draco echó una mirada al tobillo hinchado de Luna, ahora
estaba morado.
-¿Te duele?
-Un poco. También la cabeza, pero ahora a tu lado estoy algo
mejor.
-Estás muy loca –susurró dejando las flores a un lado de su
maletín y con cuidado, y algo de temor, se aventuró a quitarle a la chica un
mechón que ocultaba mucho su rostro, lo que provocó una cálida caricia y el
agrado de ambos al tacto del contrario.
-Draco, hueles muy bien… -le susurró- Háblame un poco, así
tardaré más en quedarme dormida.
-¿Y de qué quieres que hablemos? –empezó a pensar en un tema
que diera de sí– Dime cómo se sigue haciendo el té.
-¿Nunca has preparado un té?
-No.
-¿Has cocinado alguna vez?
-Yo en mi casa no lo necesito –le recordó considerando que
sería innecesario siendo quien era y en qué posición estaba.
-Ah, es verdad, a ti te cocinan. Pues el éste té se prepara… calentando
el agua y echando las flores –se encogió de hombros-. Tú tranquilo es la
primera vez que me pica una Parvus Acromántula pero he conocido casos… Te terminas
despertando… Lo malo es que tardas en despertar y no te acuerdas de muchas
cosas. Aunque también ha habido casos de gente que no ha despertado nunca… pero
eso es porque el té se hizo mal.
-Dentro de un rato iremos a la enfermería y allí harán el té
–musitó algo alarmado por lo
último que Luna le acaba de decir.
-Lo entiendo, no quieres que te vean conmigo.
-Es que… además, los de tu casa pensarían que te he hecho
algo si nos ven por los pasillos.
-Lo sé… Me alegra que hayamos hecho la tregua, podemos ser
amigos estos días.
-Ya… amigos.
-Como un juego. Tú ahora estás siendo como un amigo.
-Si dijiste que no tengo sentimientos ni amigos –la miró de
reojo algo resentido.
-No eres malo, si lo fueses me habrías dejado aquí sola.
Ahora eres un amigo.
Él se limitó a no decir nada, reflexionaba lo último que la
chica acababa de decir lleno de remordimientos y con un lio en la cabeza. En
parte se sentía raro, él nunca había tenido amigas de verdad, admiradoras y compañeras
pero nunca amigas. La más cercana era Pansy, pero era algo pesada y a veces no
muy de fiar, y los únicos que se acercaban un poco al ser amigos suyos eran
Zabini, Crabbe o Goyle. Su parte positiva de decía que podía ser interesante
tener de amiga a Luna hasta que el pacto terminara. Pero aún se seguía
preguntando por qué la había ayudado tan impulsivamente.
-Draco, ¿te he dicho que hueles muy bien? –dijo la chica
moviendo la cabeza haciendo que el mechón de antes bajara de nuevo en su cara
rozando la barbilla del chico.
-Sí, lo has dicho… -la miró atentamente- Tú también…
La colocó de nuevo el pelo e hipnotizado, tras quitar el
mechón que entorpecía que contemplara los delicados párpados entrecerrados de
la chica, continuó acariciándola hasta la barbilla y el cuello quedando
fascinado por la suavidad de su piel. Oyó un fuerte aleteo y el sonido de los
pájaros resonando por ese claro del bosque y se quedó alerta. Sacó la varita de
su túnica, previsor. Se sentía protector con Luna en ese momento y la estrechó
entre sus brazos hasta que los ruidos de la naturaleza se volvieron más
sosegados. Nunca se había sentido así por nadie, excepto por su familia, era un
sentimiento nuevo y raro para él.
Intentaba negárselo pero la chica le atraía en muchos
sentidos.
Luna se movió un poco para acomodarse mejor en el regazo del
chico y Draco observó sus movimientos recorriendo todo su cuerpo con la mirada
parándose en las delgadas y blanquecinas piernas desnudas de la muchacha, no
eran nada del otro mundo pero eran bonitas, se volvió a ruborizar un poco. Era
la primera vez que se fijaba con tanto detenimiento en ellas, ya lo hizo en su
fiesta pero no tanto como lo hacía ahora, además en la fiesta no la consideraba
ella misma del todo, ahora le parecían más bonitas.
-Luna –dijo posando su vista en el cielo, que empezaba a
teñirse en un tono anaranjado oscuro-, creo que nos podemos ir ya.
-Vuelve a decir mi nombre -contestó adormilada pero con tono
de fascinación.
-… Luna… –repitió extrañado.
-Me gusta mucho cómo lo pronuncias tú –mostró otra leve
sonrisa-. Igual que con Lunática.
Draco dejó a la chica a un lado y se incorporó para cogerla
de nuevo en brazos junto a las cosas de ambos. Con toda la rapidez y discreción
que podía llegó con el pulso algo acelerado hasta la enfermería, donde la
señora Pomfrey los recibió mientras Draco daba las gracias a Merlín por hacer
que la sala estuviera vacía.
Tras un rato Luna bebió lo que pudo del té de Azahar que
preparó la señora Pomfrey, luego ésta fue a hablar con Draco:
-Así que, joven Malfoy, la encontró tirada en el suelo –dijo
la enfermera.
-Sí.
-¿Y cómo sabía usted que estas flores eran necesarias para
extraer los efectos del veneno de esa Acromántula?
-No lo sabía, ella ya las tenía encima. Me preguntó que si la
podía acompañar hasta aquí, y como miembro de la Brigada Inquisitorial, por
esto puedo ganar algunos puntos –mintió.
-Entiendo. Por si le interesa, la señorita Lovegood se pondrá
bien, está un poco consciente, le he dado el té y le voy a dar algo más para la
inflamación del tobillo, pero será mejor que pase esta noche en la enfermería,
mañana debería estar despejada del todo.
-Pues bueno, yo ya he cumplido –dijo el chico encogiéndose de
hombros.
-Puede dejar sus cosas al lado de su cama y así de paso la ve
y se queda más tranquilo –dijo la enfermera mostrando una media sonrisa ya que
se había dado cuenta de que Draco estaba algo inquieto y que si simplemente
estuviera haciendo su trabajo no se hubiera quedado esperando información sobre
cómo estaba Luna tanto rato.
El chico, algo mosqueado por el tono del comentario, asintió
y fue a la cama de Luna para dejar su bolso y su túnica en una silla. Las cortinas estaban cubriendo el cubículo
pero de todas formas se aseguró mirando a los lados de que la enfermera no
viera cómo sacaba su varita y conjuraba un ramo de lirios amarillos que se
posaron en el jarrón de la mesita que se encontraba al lado de la cama. Salió
con discreción del biombo y fue derecho a la salida.
-Adiós, señor Malfoy –dijo la señora Pomfrey desde su mesa-,
me alegra que se haya quedado tranquilo.
-Adiós –respondió algo avergonzado.
El sol ya se había escondido y la noche cambió por completo
los pasillos del castillo. Draco decidió irse derecho a su sala común para
asearse y dar fin a esa tarde tan agitada. Eso sí, estaba mucho mejor tras
asegurarse de que Luna ya no corría peligro de convertirse en una bella
durmiente. Aunque, empezaba a admitir que, si eso sucedía, no le importaría
probar un nuevo beso para que despertara.

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