12 abril 2018

Cap13☆


Capítulo 13

Alboroto

           Luna estaba siendo medio arrastrada, caminaba a oscuras muy aturdida y confusa chocando con la gente esparcida por la sala que se quejaba de los agresores Hufflepuffs en su fiesta. Notaba cómo tiraban de su brazo con fuerza hasta que logró divisar una puerta, al cruzarla, la luz de las farolas en la calle la inundó por completo dejando a su salvador al descubierto.

-¿Camila?, ¿Diana?, ¿Giovanna? –preguntó perpleja- Pensaba que ya os habíais marchado.

-En eso estábamos –explicó Diana-, pero Zabini empezó a dedicar canciones y las luces se apagaron.

-Vámonos, Lara –le dijo Camila tomándola de la mano-, esto se ha descontrolado.

-Sí -oyó una voz tras de ella. Luna se giró y vio a Nott muy cerca suyo, lo que hizo que pegara un leve brinco.

-Tranquilas -siguió hablando el chico-. Son un grupo de idiotas de quinto y sexto de una de las casas de nuestro colegio que quieren molestar, estarán celosos porque nos dejan hacer una fiesta. Va a venir la directora y empezará a repartir castigos de diestro y siniestro, así que, mejor os acompaño a casa. No puede saber que hemos invitado a gente que no es del colegio ni de la casa Slytherin,

-Entonces vamos –dijo Diana.

-Esperad, –interrumpió Luna-, ¿y Draco y Zabini?

-Dentro –indicó Nott-. Luego se reunirán con nosotros. Están batiéndose en duelo con Hufflepuff.

-Habrá que ayudarlos… -Luna miraba la puerta del local intentando divisar a alguno de los dos entre los alborotados Slytherins. Parecía que algunos Hufflepuffs habían logrado entrar por lo que se oía.

-No. Draco me ha dicho que os saque a todas, démonos prisa.
¿Era enserió?, se preguntaba Luna. Draco se preocupaba por ella ya que le había pedido a Nott que la sacara de la fiesta, sin saber por qué la Ravenclaw se sintió mejor tras ese pensamiento. -Draco se ha preocupado por mí…-

-Que desastre de fiesta –dijo Diana- ¿Por qué se ponen los de esa otra casa así?

-Ya os lo he dicho –dijo Nott despreocupado-, porque tienen envidia de que la directora nos tenga en tan alta estima.

-Pues visto lo visto, debéis ser los mejores.

Mmmm… Creo que estas chicas no conocen el colegio en absoluto. Sí, se han dejado informar por el punto de vista de sus acompañantes…. Por la forma de hablar y de actuar tengo el presentimiento de que si estas chicas estudiaran en Hogwarts serían de Slytherin –pensaba Luna-. Pero no serían ese tipo de Slytherins a los que tantos alumnos de otras casas tienen manía, no son malas… Me han sacado de la fiesta.

-Qué rabia –decía Nott-. No creo que haya más fiestas. Oye, Lara, ¿tú donde vives?

-¡¿Que dónde vivo?! –eso a Luna le pilló algo desprevenida-...puf-pues… En una casa…

-Ya lo supongo –dijo el chico poniendo los ojos en blanco.

-Una casa de por aquí. Me refiero a que puedo ir yo sola, no está tan lejos.

-No, insisto, vente con nosotros. Las dejamos a ellas en casa y luego te acompaño yo a ti.

-Sí, no es bueno que te vayas sola con el jaleo que se ha armado –sugirió Giovanna.

-Está bien… -se resignó pensando en que debía pensar en alguna excusa por el camino.

          Ya en la casa de las otras chicas Diana se despidió cariñosamente de Nott y Camila miraba la calle esperando a que Zabini apareciera.

-No te preocupes –le dijo Luna-, seguro que luego viene a verte.

-¿Tú crees?

-Sí, seguro que después de que ayude a Draco a calmar los ánimos en el local viene antes de tener que irse al colegio. Y procura darle tu dirección, lo está deseando, pero el pobre es algo tímido para decírtelo.

-Vaya… -sonrió Camila- ¡Claro que se la daré! Le voy a echar de menos…

-¿Zabini tímido? –preguntó Nott extrañado a la vez que mostraba una media sonrisa de incredulidad.

-Bueno ragatzzi, hasta mañana –dijo Giovanna–. Ha sido un placer, Lara.

-Lo mismo digo –respondió Luna.

       Cuando las chicas entraron en casa Nott acompañó a Luna a merodear, porque la chica no sabía dónde llevarle ni qué inventarse para deshacerse de él y regresar a escondidas al colegio.

        La calle se había quedado más silenciosa. Ya llevaban un rato caminando cuando el chico decidió hablar:

-Oye, te has perdido, admítelo.

-No me he perdido –dijo la chica mirando a los lados.

-El pueblo tampoco es muy grande para perderse…

-Te he dicho que no me he perdido.

-Bueno, esto está bien, así podemos hablar y conocernos más… -dijo cogiendo la mano de 

         Luna y arrimándose más a ella sin ningún reparo-. Entonces, has dicho que sólo estás aquí de paso.

-Sí. Es más, mañana me voy, puede que no esté aquí nunca más…

-¿Enserio? Lástima. Pues podríamos darnos nuestras direcciones, así seguiríamos en contacto...

-Lo siento, pero no tengo casa.

-¿Qué?

-Es que… voy de acá para allá con mi familia. Somos un grupo de magos artistas circenses. Espíritus libres. Hojas movidas por el viento.

-Interesante… Entonces, ¿cómo consigues mantener el contacto con la gente?

-Les escribo yo.

-Pues ya está, escríbeme de vez en cuando y te devuelvo la carta junto a otra mía.

-Ya veremos…

       La calle estaba mal alumbrada por esa zona. Caminaron hasta quedar cerca de la pared de una casa que daba paso a un callejón.

-Oye, y si es la primera vez que vienes aquí, ¿cómo has aceptado ir con Zabini a la fiesta de Draco?

-Pues porque ya lo conocía, llevo aquí cinco semanas -Luna hablaba muy segura, el hechizo del pacto acordado con Draco la hacía inventarse esas coartadas, se estaba divirtiendo mucho al escucharse a sí misma.

-Ah. Sigue contándome cosas. ¿Sabes, Lara? No sé por qué, me resultas familiar…

-¿A sí? Tú, en cambio, no me suenas de nada –se puso algo nerviosa por el comentario-. Lo siento –rió.

-¿Sabes? Estás muy guapa –el muchacho se acercaba más a ella hasta que consiguió cogerla por la cintura con mucha delicadeza haciendo que Luna se estremeciera un poco.

-Gracias –estaba confusa, no sabía lo que Nott pretendía hacer. Sin darse cuenta se encontraba apoyando su espalda a la pared de la casa. Él le acarició la mejilla. Luna le apartó empujándolo con delicadeza hacia atrás.

-Lo siento, pero no me siento a gusto –le dijo con naturalidad marcando su espacio.

-Ah, vale –dijo el chico apartándose más, algo ruborizado.

 Y de repente:

-Ya estamos aquí –dijo Draco en voz alta y seria pero a la vez tranquila acercándose con Zabini hacia la pareja. Contempló cómo Luna apartaba al chico, que dejó libre su cintura pero seguía cogiendo su mano.

 -Hola –dijo Luna fijando su mirada en el rubio más aliviada. Nott se separó por completo de ella soltándola.

-¿Qué hacíais? –preguntó Zabini con picardía lanzando una media sonrisa.

-Nada –dijo Luna derramando inocencia de su mirada y sus palabras, como siempre hacía.

-Pues vámonos entonces –dijo Draco.

-Iba acompañarla a su casa –informó Nott.

-Tenemos que ir a Hogwarts. Los Hufflepuffs van a ser castigados por Umbridge -dijo Zabini-. No me lo quiero perder.

-Yo tengo que encargarme de cerrar el local ya que he sido quien lo ha organizado todo –dijo Draco-. Acompañaré a Lara a su casa –dijo mirando fijamente a la aludida.

-Bueno, está bien –dijo Nott resignado-. Nos vemos –se aceró a la chica y le dio un beso en la mejilla.

      Luna abrió mucho los ojos de la sorpresa, al final no pudo evitar recibir un beso del muchacho. Se distanció enseguida de él intentando no mostrarse nerviosa.

-Que te vaya bien con el grupo circense.

-¿Con el qué? -preguntaron los otros dos mirándose de reojo.

-Gracias –dijo Luna más seria-, que te vaya bien.

      Zabini y Nott se pusieron en marcha hacia el castillo y el príncipe de Slytherin y la Ravenclaw dieron la vuelta.

        Al llegar al local estos dos últimos, se quedaron en un pequeño vestíbulo donde, según se entra, había una serie de sillas pegadas a la pared de la derecha, la pared de la izquierda estaba cubierta por un gran espejo y al fondo había otra puerta que daba al salón de baile. La luz estaba apagada ya que los cristales de la puerta de la entrada dejaban entrar la luz de la noche. 

-¿Por qué estamos aquí si ya está todo cerrado? -dijo Luna sentándose en la primera silla al lado de la puerta.

-Tengo que revisar si está todo limpio. Y había que ponerle una escusa al pulpo de Nott para que viese que no entrabas al castillo –dijo enfadado, dándole la espalda a la chica mirándola desde el espejo.

-¿Qué te pasa? –dijo Luna preocupada. En el camino hacia el local ella le estuvo contando lo ocurrido cuando las luces se apagaron, pero el chico no había abierto la boca para nada y permanecía con el semblante serio.

-¿Qué estabas haciendo con Nott?
-Nada, se empeñaba en llevarme a casa.

-Pues parecía que se pegaba demasiado a ti, ¿no crees?

-Sí, la verdad, menos mal que llegasteis Zabini y tú, porque estaba empezando a ponerse algo pesado. No sé lo que pretendía...

-Lovegood eres demasiado inocentona. Ese bobo quería… darte un beso.

-Bueno, algo de eso ya intuía. Me refiero hasta dónde querría haber llegado. ¡Qué espabilado! No comprendo por qué…

­-Lo dicho, no te enteras de nada –cortó Draco, esta vez dándose la vuelta para mirarla a los ojos, que ahora estaban disfrazados con otro color. Al verlos el chico echó de menos el color natural de la excéntrica muchacha-, y seguro que le hubieses dejado –dijo con más calma.

-Por supuesto que no –dijo Luna esta vez seria.

-Dices que lo intuías, pero se veía que te resistías poco.

-Mira, para empezar, yo no quería besarle, y si lo hubiese hecho, eso a ti no debería importarte, ¿no te parece? Total, si entre nosotros sólo hay un pacto –esa discusión le empezaba a sonar como si discutiera una pareja de novios-. Quiero decir, no eres mi amigo ni mi guardaespaldas –añadió para que no sonara tan raro.

          De nuevo el Slytherin era vencido por las palabras de la Ravenclaw.

        Tocado y hundido por, ¿Cuántas veces van ya? –pensaba el chico y lanzó un suspiro.

      Draco se había enfadado, en parte por la discusión con ella antes de que interrumpieran la fiesta, por el aprovechado de Nott, que se suponía que estaba interesado en su amiga Diana y en cuanto pudo quiso arrimarse a Luna, y por esos celos incomprensibles que sintió al verla junto a los demás chicos en la fiesta que deambulaban a su alrededor como moscardones. El muchacho se puso a la defensiva evadiendo el último comentario de la chica. Quería hacer algo para que se molestara y se sintiera impotente; humillarla u ofenderla.

-Ese no te habría besado de saber que eras tú en realidad.

-¿Crees que no lo sé? Soy “Lunática Lovegood”, eres uno de los que me lo recuerdan cada día -se puso más seria-. Además –se levantó y dio dos pasos hacia él-, yo no beso a cualquiera de la manera en la que Nott pensaba hacerlo.

Hubo un corto silencio en el que se encontraban mirándose fijamente.

-Yo soy feliz cómo soy –añadió Luna-. No me ofendes porque no me importas mucho que digamos, nada de lo que me digas o hagas ni me hace ni me ha hecho daño, Malfoy –la chica se engañaba un poco. Eso era hasta hace poco porque ahora empezaba a sentir esa especie de nervios al encontrarse tan cerca de él.

-Que no te ofendo, ¿eh? –dijo entonces el chico poniendo cara de suficiencia.

-No –Luna estaba escondiendo sus nervios al notar cómo el chico se acercaba más a ella, casi en la misma situación en la que estuvo con Nott hacía un rato, y se preguntaba por qué con Nott no sentía nervios y con Draco sí.

-Eres una mentirosa.

-Puedes pensar lo que quieras –se encogió de hombros.

-¿Y qué es eso de que no te importo mucho? O te importo, o no; una de dos tiene que ser.
-Me importas en parte por el pacto, y pienso que, al igual que yo, escondes más de lo que eres por fuera, pero tú, en cambio, te rodeas de gente que te sigue por ser popular, a mi no me sigue nadie.

-Claro que no, eres una chiflada.

-Te repito que no me ofendes, no te comportes como un niño si... -Luna no pudo terminar la frase porque en ese momento Draco había unido sus labios a los de la chica.

       Ambos volvieron a sentir una explosión de sensaciones agradables en su interior, pero ese beso era distinto para Luna. No era como el anterior, que lo recibió por accidente y con poco sentimiento, además de que era más duradero, le daba la oportunidad de experimentarlo con más intensidad.

    Draco lo había conseguido, Luna sentía vergüenza, de repente se olvido de todo. Al notar que Luna estaba desprevenida y no oponía resistencia, puso más énfasis en el beso. No se lo pudo negar, en el fondo tenía unas ganas de volver a besarla. Ese gesto descortés de besar a alguien desprevenido lo había usado ya con unas pretendientes suyas que le resultaban algo difíciles para ofender, para que se quedaran prendidas por él o para obtener lo que quería. Así era el chico Slytherin, creído y aprovechado. Pero con Luna sentía que todo era diferente se inundó en un pequeño paraíso sin que se diera cuenta. Cuando iba a dejar más espacio a la imaginación e intentar que la chica le dejara adentrarse en su boca, de repente Luna le dio un empujón.

-¿S-s-se puede saber qué haces? –dijo la  desconcertada.

-¿No decías que no podía ofenderte? –preguntó arrogante separándose más de ella.

-Pero no tenías derecho… –la Ravenclaw se encontraba en un estado de éxtasis y desconcierto total. Ella también parecía haber subido al paraíso en ese momento, pero estaba enfadada, cosa que ocurría poquísimas veces- ¿Esto que demuestra? –frunció el ceño sin entender.

-Demuestra que vas de despistada y de que pasas de lo que te digan los demás, pero eres frágil, Lovegood.

-No lo soy, ¿qué hay de malo en que no me importe los que digan los demás? –se serenó un poco y lanzó un suspiro- Sólo estás molesto porque ahora no has sido capaz de hacer sufrir a la alguien para que se sienta peor que tú.

-Sí que estás molesta. ¿Si no por qué te has puesto así por el beso?

-Porque me da pena que no sepas que los besos no se transmiten como tú piensas.

      El chico se quedó confuso ante su silencio Luna se decidió a explicarse:

-Te he visto haciendo lo que acabas de hacer con más chicas –sentía cómo el corazón aún le latía con rapidez tras el beso-, así que, como te dije hace poco, no creo que tengas tantas admiradoras. A mí me habrás dado mi segundo beso, pero sé por qué se deben dar. No como tú, Draco Malfoy.

    Hubo otro silencio, en ese instante más tenso en el que el chico la miró  directamente a los ojos.

-Vámonos –se limitó a decir abriendo la puerta de la calle. Estaba enfadado. Las palabras de Luna le habían vuelto a hacer daño.

     Caminaron hacia el castillo sin mediar más palabras, notando cómo la noche se había vuelto fría y escuchando los sonidos de la naturaleza. Una vez en el vestíbulo procuraron ir con más cuidado por los prefectos y en mitad de las escaleras principales lo único que hicieron fue volver a mirarse a los ojos.  El chico seguía sosteniendo su enfado y Luna daba la impresión de mostrar una nota de lástima por él.

-Hasta mañana –le susurró, pero no obtuvo respuesta del Slytherin.
Ambos separaron sus caminos.

    Ya en su habitación sus compañeras llevaban mucho tiempo dormidas. Entró con cuidado al baño para ponerse el pijama y quitase el tinte del pelo con magia.

     Toda la noche había sido un tremendo alboroto, había conseguido camuflarse bien, causar buena impresión y al final discutir con Draco. Se sentía algo apenada por ello. Le encantó recordar que Draco les pidió a sus amigos que la sacaran de la fiesta antes de que los de Hufflepuff entraran, el beso… ese beso que la llevó a las nubes… pero no le gustó que se lo diera para hacerla sentir incómoda. Definitivamente Draco Malfoy era una serpiente, pero Luna sentía que escondía muchos sentimientos. Le gustaba pensar que la había besado simplemente porque quería repetir. Como ya le dijo, ella no besaba a cualquiera de esa forma, y ahora estaba algo enfada pero, estaba dejando de ver a ese chico como a un cualquiera. Empezaba a sentir cosas fuertes, Se le estaba metiendo en el corazón a pesar de su arrogancia y descaro.

-No me importaría enseñarte a transmitir tus sentimientos con tus besos, Malfoy –dijo mirándose al espejo ya con su melena rubia y sus ojos de nuevo azules grisáceos. Volvía a ser Luna, se sintió más a gusto.

Era hora de dormir.
Continuará





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