12 abril 2018

Cap12☆


Capítulo 12

Caminando entre serpientes

        Los colores del cielo estaban empezando a transformarse en unos hermosos tonos anaranjados relajantes que pronto darían paso a la noche. Luna iba pensando en sus cosas mientras los dos Slytherins hablaban un poco entre ellos sobre la fiesta. Se sentía algo extraña con su nuevo atuendo a modo de “camuflaje”, le gustaba, pero no terminaba de ser su estilo, al día siguiente volvería a ser ella misma y a estar a gusto. Todo ese día le parecía un juego; desde elegir el camuflaje adecuado, poniéndose incluso lentillas, hasta ese momento. Se estaba riendo mucho en todo el camino que llevaban recorrido desde el castillo hasta Hogsmeade, le parecía que Draco y Zabini se la quedaban mirando como si estuvieran viendo a una mariposa gigante, abrían los ojos de par en par.

        Recodó la entrada en la clase hacía un rato y la mirada que más le gustó fue la de Draco, pudo ver un atisbo de sorpresa mezclada con, no sabía bien cómo explicarlo, puesto que ambos eran una caja de sorpresas el uno para el otro, pero se atrevería a decir que fue sorpresa mezclada con agrado y fascinación. Se sintió más alagada por él que por su amigo, quien la seguía mirando raro. Con la mirada del rubio volvió a sentirse como si tuviera mariposas en el estómago, como la vez que sus labios chocaron…

           A pesar de la época del año se estaba muy bien recorriendo las calles del pueblecito de Hogsmeade, no hacía falta llevar mucho abrigo.
Había algo que a Draco le molestaba de esa magnífica tarde-noche y no sabía bien el porqué:

"¡¿Qué hace ese imbécil de Zabini cogiendo a Lovegood del brazo?!" –pensaba mirando a su amigo de una forma un tanto… asesina- ¿Y por qué ella se deja manosear de esa manera?- Los jóvenes simplemente estaban tomados del brazo, un acto que al parecer a Draco no le indicaba que fuera un gesto inocente.

-Oye, Draco -dijo Blaise de repente girándose para encontrarse con la seria mirada del rubio-. Como ya estamos cerca del local, ¿qué tal si vas tú a buscar a Giovanna y yo mientras voy tirando con Luna a la fiesta? Ya debe haber mucha gente.

-No sé… Mejor vamos los cuatro juntos –se imaginaba las intenciones de Blaise, quería quedarse a solas con Luna. Algo le decía que ya pasaba de su apuesta con Nott.

-Bueno, si te empeñas vamos contigo… -dijo el espabilado Zabini casi con cara de resignación.

-Venga, que no está tan lejos.

       Los tres jóvenes se dirigieron a una pequeña casa de tres plantas a juego con las demás de alrededor, tras pasar el local de “Las Tres Escobas”.

-¿Dónde será tu fiesta, Draco? –preguntó Luna, curiosa.

-Lovegood, ya te he dicho mil veces que me llames Malfoy –volvió a recordarle exasperado.

-No seas grosero con mi acompañante –dijo Zabini en tono bromista.

-Es tu acompañante pero es MI ayudante, no lo olvides.

-Bueno –interrumpió de nuevo la chica-, pero, ¿y dónde es la fiesta?

-En un salón libre al lado del local “Cabeza de Puerco”

          Ya en la puerta de la casa donde se alojaban las amigas de los Slytherins se cruzaron con la ex-acompañante de Zabini; Camila, una chica morena con una coleta alta, de ojos verdes, que salía con su acompañante, vestida con un traje verde de tirantes y zapatos negros. Nada más ver a Blaise le echó una mirada de indiferencia.
-Hola, Camila –saludó Draco con aires de galantería.
-Ciao bello Draco –se acercó a él y le dio dos besos, de sus tres amigas ella era la que peor dominaba el idioma- come stai?

-Bien, ¿y tú, bella?

-Preparada para la fiesta –miró a Zabini con desdén.

-Hola, Camila, veo que vas bien acompañada… -dijo Zabini poniendo una media sonrisa y acercando más a Luna hacia él-. Yo puedo decir lo mismo.

-Me alegro –dijo cogiendo a su chico de la mano-. Nos vemos en el local, Draco. Buona note –se despidió mirando a Luna con algo de recelo.

-Bonito acento. Parece simpática –dijo Luna-, ¿cómo es que os habéis enfadado?

-Es una larga historia… -dijo Blaise mirando hacia otro lado.

-No lo es, yo puedo contarla –dijo Draco.

-Pero no lo harás.

-Sígueme tocando las narices y lo haré.

"Menos mal que son amigos… -pensaba Luna- ¿Por qué pelearán? Luego la rara soy yo."

      Draco llamó a la puerta de la casa, salió Giovanna, una chica castaña, alta, de ojos marrones, con un vestido lila que dejaba poco a la imaginación acompañado con un chal y unos zapatos del mismo color y un moño.

-¡Draco! Mi bello ragazzo.

-Hola, estás deslumbrante –decía el aludido sonriente cogiéndola de la mano y mostrando su típico aire de chulería.

         Luna escuchaba esas palabras y le parecía que no salían de la boca de Draco, nunca le había oído decir un piropo en serio a alguna chica, sin palabras obscenas u ofensas camufladas. Aunque él ya le hubiera informado de su alto rango de popularidad entre las chicas del colegio, cosa que a ella no le parecía algo por lo que hacerse popular ni nada del otro mundo, le oía y se sentía rara al ver cómo su acompañante se sonrojaba. Era como si deseara que esas palabras se las dijera a ella. Zabini ya le había dicho un par de cumplidos pero no sabía por qué prefería que se los dijera Draco. ¿Qué le estaba pasando? Ella nunca había sentido eso, ¿acaso eran celos? No, era mejor ignorarlo por el momento. Había que seguir con el plan para no ser reconocida por los Slytherins.

-Hola –saludó la acompañante de Draco-, io sono Giovanna.

-Hola –dijo Luna con una media sonrisa sacando todos esos pensamientos en una fracción de segundo-, yo soy… Soy –eso era algo que ninguno de los tres había pensado, el nombre de la falsa Luna- Lara, me llamo Lara…

-Bristol –sentenció Draco mirándola de reojo algo nervioso arqueando una ceja-, Lara Bristol.

-Una chica que vive por aquí cerca –añadió Blaise-. ¿Guapa, eh?

-Encantada –dijo Giovanna.

-Bueno, vámonos ya –dijo Draco poniéndose en marcha cogiendo a Giovanna del brazo intentando que no se hablara mucho de “Lara Bristol”.

          Ya en el local alquilado todo era ritmo, risa y diversión entre todos. Lo típico entre los jóvenes magos. No había mucha gente ya que los Slytherins eran muy selectos pero sí que había buen ambiente con la pista llena y luces de colores por todas partes. Draco había contratado a una especie pinchadiscos mágico situado al fondo de la sala. Con aires de superioridad, fue saludando a todos los presentes acompañado por Giovanna. Se sentía poderoso.

       Luna se quedó con Zabini en una esquina de la sala, él miraba a todos lados interesado a que apareciera Nott, a la vez que intentaba charlar con Luna. Ella iba a su aire observando a la gente, y los demás la observaban a ella, los chicos con interés y curiosidad, y las chicas con una pizca de envidia. Zabini estaba dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad con ella al ver cómo había cambiado de aspecto.

-Disfruta, Lovegood, nadie te reconoce –le dijo cogiendo un vaso de Hidromiel para ella –. 

Somos la envidia de muchos de los aquí presentes ahora mismo.

-¿Por qué? –preguntó la Ravenclaw inocentemente.

-Porque estás, como dices tú, “camuflada” en una belleza, vestimos bien, en resumen, esta noche resplandecemos, simplemente –explicó con aires de galantería similares a los de Draco.

-Oh… Gracias –dijo ella.

-No hay de qué, esta noche nos sale todo rodado.

-¿Por?

-Intento darle celos a cierta chica.

-¿Italiana?

-Exacto. Lo estoy consiguiendo –dijo mirando a Camila.

-Pues la verdad es que sí, porque ha mirado muchas veces hacia aquí ignorado a su acompañante… -comentó Luna mirando en la misma dirección que el muchacho- Te mira de una manera especial aunque esté enfadada.

-¿Tú crees?

-Sí, creo que le gustas mucho. Me ha parecido ver un Nargle a su alrededor.

-De todas formas ahora estoy empezando a tener a otra persona en mente...

         Luna no sabía a qué se refería el amigo de Draco pero se estaba empezando a sentir incómoda.

-Mira, allí está Nott vamos a saludarlo a ver qué cara pone –dijo el chico emocionado.

-Bueno.

-Ah, e intenta cambiar un poco la voz.

-Lamentablemente, la ventriloquía no es lo mío –dijo sarcástica, se empezaba a cansar de estar allí, se sentía muy observada y como si no terminara de encajar allí dentro.

         La pareja cruzó una parte de la sala hasta donde se encontraba la mente que maquinó la apuesta entre los Slytherins, Theodore Nott.

-Hola, Diana –saludó Zabini a la acompañante de Nott.

-Ciao, Zabini! –le dio dos besos.

-¿Qué? –le dijo Nott con sorna- ¿Qué tal la noche? ¿Has traído a alguien?

-Pues vengo muy bien acompañado, no me canso de decirlo –detrás suyo apareció Luna algo tímida, eso de la apuesta le seguía pareciendo estúpido.

-Hola –saludó dejando a Nott con una mirada de pasmo.

-H-hola –logró responder haciéndose el interesante.

-Esta es Lara, una amiga de por aquí –dijo Zabini presumiendo-. Y tú que decías que no encontraría a nadie... ¿Nott?

Theodore seguía mirando “Lara”.

-¿Eh? Ah, si… Bueno, Lara, espero que lo paséis bien –le dio un beso en la mano y cuando cada pareja iba a seguir su camino le entregó con disimulo a Zabini una bolsita con resignación.

-Gracias -dijo él-. Eso para que vuelvas a subestimarme.

-No tengas morro –dijo Draco que se acercaba en ese momento siendo él el único que veía la entrega de los galeones. Los tres chicos se apartaron un poco del gentío.

-Bueno, aunque hayas traído a una chica seguro que habrás tenido que ser ayudado –dijo Nott intentando humillar un poco a Zabiini ya que no había tenido éxito con la apuesta-. No es normal, aquí hay Draco encerrado -dijo mirando al aludido con una cara que denotaba sospecha.

-Te equivocas, él no ha tenido nada que ver –dijo Zabini algo molesto de que acertara a la primera.

-Ya, ya, lo que tú digas…

-Sólo estás mosqueado porque has perdido veinte galeones al ver que vengo con una hermosura. ¡Celoso!

-Idiota –sentenció Nott poniendo los ojos en blanco en señal de que no le daba importancia lo que dijera Blaise-. Buena fiesta, Draco, me voy con Diana.

-Hasta luego -se despidió el rubio divertido por los comentarios hacia Zabini.

-¿Y Giovanna? –preguntó éste último.

-Con Camila bailando un rato.

-¿Y tú no bailas? –dijo Luna acerándose de nuevo a los chicos.

-No me gusta.

-¿Y entonces, por qué haces una fiesta?

 -Porque quiero y porque puedo. ¿Eso a que viene?

-Es que, se supone que las fiestas son para estar alegre, bailar y divertirse y tú no parece que lo estés pasando muy bien… Da igual si no bailas, a mí tampoco me va, pero tampoco parece que te diviertas…

-Claro que lo paso bien. Estoy fuera del colegio, con amigos, sin la pesada de Umbridge ni los idiotas de Gryffindor, ¿qué más se puede pedir?

-¿Qué es lo que quieres?

-Ya te lo he dicho, además de loca, sorda.

-¡Tss! No digas eso muy alto –dijo Luna poniendo un dedo en los labios de Draco-, podrían enterarse de que yo no soy yo y el juego se chafaría.

-¿Juego? –se extrañó Zabini.

-Sí. Silencio chicos –apartó su dedo de la cara de Draco que le miraba con el ceño fruncido.

Los otros dos se miraron confusos y ella se dirigió a la mesa de aperitivos.

-Mucho maquillaje pero no cambia –dijo Zabini.

¿En realidad eso era malo?

        Luna estaba haciendo muy bien su trabajo interpretativo pero seguiría siendo ella por dentro, eso hizo que Zabini perdiera el interés por ella a lo largo de la noche ya que le había empezado a hablar de alguna de sus criaturas y sus demás gustos. Hubo algo que sí le gustó de Luna, su sinceridad y sus consejos.

-Vamos, Blaise –le decía ella-. ¿De verdad quieres estar enfadado con ella cuando se marche a Italia?

-Pues no, pero se puso muy furiosa con lo del barro.

-Yo creo que fue más bien porque no le pediste que te acompañara a la fiesta como debía ser.

-¿Tú crees?

-Bueno, me has dicho que has sido el único chico con el que ha pasado casi toda su estancia aquí, por algo será, porque pretendientes no le sobran. Y dices que a su acompañante casi ni lo conoce.

-Es cierto.

-Lo del barro seguro que lo deja como una anécdota divertida, para mí lo sería. Ve y dile que lo sientes de corazón, tanto lo del hechizo como que no la invitaras bien a la fiesta, verás cómo te perdona –le hablaba como una maestra a un niño pequeño desplegando una leve sonrisa. En el fondo Zabini no se comportaba tan mal con ella como solían hacerlo otros de sus compañeros, decidió echarle una mano al menos dándole su punto de vista.

       Al cabo de la noche las amigas de Draco tuvieron que marcharse pronto, ya estaban saliendo del local despedidas por Draco cuando de repente:

-Camila –se oyó alto al fondo de la sala-, esto es para ti –las muchachas, extrañadas, se acercaron a la pista y vieron a Blaise al lado del tocadiscos mágico con una especie de micrófono-. Lo siento -empezó a sonar una canción muy bonita. La chica a la que iba dirigida estaba sorprendida, se empezó a acercar al muchacho mirándole con pasmo.

-Te has tragado tu orgullo –dijo la morena de acento italiano con una media sonrisa.

-Te voy a echar de menos, no lo quiero estropear.

-¡Oooooooooh! –exclamaron las chicas de alrededor enternecidas. Luna rio para sus adentros contenta.

      Todos siguieron bailando, esta vez con Camila y Zabini en la pista.

       Draco no entendía nada de lo que pasaba, se despidió de su acompañante y siguió con sus amigos a su aire hasta que divisó a Luna, sola, sentada en una silla arrinconada contemplándolo todo. Se acercó y se quedó a su lado un rato sin decir nada.

-¿Que le ha pasado a Zabini? –dijo después intuyendo que ella podía haber influido en el extraño comportamiento de su amigo al haber pasado buena parte de la noche juntos.

-Pues que le ha pedido perdón a alguien que le importa –respondió la chica con naturalidad.

-Y se ha expuesto a hacer el ridículo...

-Cada uno tenemos un sentido distinto del ridículo.

-Eso está más que claro, eres un buen ejemplo.

-Cuando ese alguien que te importa te perdona, el ridículo que se pueda hacer es lo de menos.

-Pareces estar muy segura de ese tipo de cosas. ¿Es que acaso tienes a alguien con quien confirmarlo?

-No, no tengo novio si es a eso a lo que te refieres –dijo sin inmutarse lo más mínimo con la mirada inmersa en la pista de baile-. Te dije que has sido el primero en besarme.

-¡Baja la voz! –exclamó Draco nervioso, para él las paredes tenían oídos-. No te preguntaba eso exactamente, bueno, sí, ¿y qué?

-No pasa nada. Sólo que pienso que a cualquiera, en esta caso a Zabini, a pesar de lo poco que lo conozco, le importaría poco lo que pensara la gente en ese momento.

-Para Zabini Camila sólo es un cuelgue.

-Yo no estaría tan segura. Además, aunque ella se marche a Italia pueden seguir en contacto. Cuando se quiere a alguien no importa lo lejos que se esté de esa persona… Eso lo sé por mi madre.

        En ese momento Draco recordó lo que le tenía inmerso en mar de dudas y curiosidad.

-Oye, Lovegood, dime una cosa; tu madre ha muerto, ¿verdad?

-Sí, murió cuando tenía nueve años –respondió está vez mirándole.

-Es que, hace poco, he visto cómo en tu diario aparecía una extraña dedicatoria en la tapa para ti, como si tu madre la hubiera escrito. Fue una especie de hechizo, desapareció al cabo de un rato.

-No seas bobo, Malfoy –dijo la muchacha con tranquilidad soltando una risa-. No voy a picar, esa broma es cruel incluso para ti.

-¡Oye! –frunció el ceño ofendido- Yo no juego con esas cosas. ¿Qué le pasa a tu diario? Sé que sabes a lo que me refiero. Tal y como el mensaje estaba escrito, daba a entender que habías hablado más veces con esa persona.

-Creo que has tomado algo en mal estado –dijo levantándose dispuesta a irse hacia cualquier otro lado de la sala para evitar a Draco, pero el chico la cogió del brazo.

-Oye, no me tomes por tonto –habló esta vez más enfadado, la miraba fijamente a los ojos. 

Y ella seguía serena como cada vez que eso pasaba.

-¿Por qué te interesa tanto lo que pueda ocurrirle a mi diario? ¿No se supone que yo te soy indiferente?

-Hemos hecho un pacto serio, y hay aspectos de la magia con los que no se debe jugar.

-Vaya, veo que hasta tú sabes eso.

El chico tiró más bruscamente del brazo de Luna haciendo que estuviesen más cerca y susurró:

-Puedo arruinar tu camuflaje ridiculizándote en presencia de toda la casa Slytherin y decir que te has colado en una fiesta a la que no has sido invitada, y que Umbridge venga a buscarte por no estar en tu habitación como debería ser si no me dices qué pasa con tu dichoso diario.

-Entonces tú saldrías perdiendo más que yo, porque a mí me castigarían, sí, pero ahora mismo todos los de tu casa te están viendo cogerme de la cintura y quedarte a escasos centímetros de mi cara -era cierto, en un instante Draco a había llegado a invadir su espacio, inconscientemente la estaba agarrando de la cintura, se apartó de inmediato pero no le soltó el brazo-. Podrían pensar que te agrada la presencia de Luna Lovegood en tu fiesta, ya que todos sabemos que eres algo propenso a decir mentiras, parecerías indignado pero algunos creerán que me has invitado tú y que me has disfrazado. Puede que no, pero de todas formas, delatarme podría darte problemas a ti también.

-Estás loca.

-Entonces tengo suerte, no todos tienen el privilegio de pensar de esta manera.

-Por Merlín, estas muy loca. Terminarás contándomelo tarde o temprano.

           El chico la soltó alejándose y se mezcló entre la multitud.

        "No puedo contárselo… -pensaba Luna algo preocupada volviendo a sentarse- Pero ha dicho que ha puesto un mensaje… No sé qué debería hacer…"

         De repente las luces de la sala se apagaron de golpe y desde la entrada se oyeron quejas y fuertes alaridos hacia los Slytherins.

-¡Hufflepuff! ¡Hufflepuff! ¡Hufflepuff! –se oía en el exterior de la sala.

-¡Los Slytherins tenéis demasiada cara!

Luna no veía nada.

-Son los estúpidos de Hufflepuff quejándose de nuestra fiesta –oyó decir, reconoció que era la agresiva y chillona voz de Pansy Parkinson.

         Al parecer, varios integrantes de la casa de los tejones empezaron a tirar bombas fétidas y huevos podridos a las ventanas del local.

-¡Serán idiotas! –se oyó- Se van a enterar.

        Eso era muy raro, viniendo de Hufflepuff.

        Las luces seguían apagadas, sólo se distinguían las pocas luces de la calle reflejadas en las ventanas que manchaban los de Hufflepuff. Empezaba a oler mal. Luna ya se había chocado varias veces con la gente desconcertada. Vio cómo unos cuantos Slytherins salían batirse en duelo con los alborotadores. Definitivamente era hora de desaparecer, pero se asustó al notar cómo alguien la cogía por la espalda y le tapaba la boca.

Continuará





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