Capítulo 12
☆☆Caminando entre serpientes☆☆
Los colores del cielo estaban
empezando a transformarse en unos hermosos tonos anaranjados relajantes que
pronto darían paso a la noche. Luna iba pensando en sus cosas mientras los dos
Slytherins hablaban un poco entre ellos sobre la fiesta. Se sentía algo extraña
con su nuevo atuendo a modo de “camuflaje”, le gustaba, pero no terminaba de
ser su estilo, al día siguiente volvería a ser ella misma y a estar a gusto.
Todo ese día le parecía un juego; desde elegir el camuflaje adecuado,
poniéndose incluso lentillas, hasta ese momento. Se estaba riendo mucho en todo
el camino que llevaban recorrido desde el castillo hasta Hogsmeade, le parecía
que Draco y Zabini se la quedaban mirando como si estuvieran viendo a una
mariposa gigante, abrían los ojos de par en par.
Recodó la entrada en la clase
hacía un rato y la mirada que más le gustó fue la de Draco, pudo ver un atisbo
de sorpresa mezclada con, no sabía bien cómo explicarlo, puesto que ambos eran
una caja de sorpresas el uno para el otro, pero se atrevería a decir que fue
sorpresa mezclada con agrado y fascinación. Se sintió más alagada por él que
por su amigo, quien la seguía mirando raro. Con la mirada del rubio volvió a
sentirse como si tuviera mariposas en el estómago, como la vez que sus labios
chocaron…
A pesar de la época del año se
estaba muy bien recorriendo las calles del pueblecito de Hogsmeade, no hacía
falta llevar mucho abrigo.
Había algo que a Draco le
molestaba de esa magnífica tarde-noche y no sabía bien el porqué:
"¡¿Qué hace ese imbécil de Zabini cogiendo a Lovegood
del brazo?!" –pensaba
mirando a su amigo de una forma un tanto… asesina- ¿Y por qué ella se deja manosear de esa manera?- Los jóvenes
simplemente estaban tomados del brazo, un acto que al parecer a Draco no le
indicaba que fuera un gesto inocente.
-Oye, Draco -dijo Blaise de repente
girándose para encontrarse con la seria mirada del rubio-. Como ya estamos
cerca del local, ¿qué tal si vas tú a buscar a Giovanna y yo mientras voy
tirando con Luna a la fiesta? Ya debe haber mucha gente.
-No sé… Mejor vamos los cuatro
juntos –se imaginaba las intenciones de Blaise, quería quedarse a solas con
Luna. Algo le decía que ya pasaba de su apuesta con Nott.
-Bueno, si te empeñas vamos
contigo… -dijo el espabilado Zabini casi con cara de resignación.
-Venga, que no está tan lejos.
Los tres jóvenes se dirigieron a
una pequeña casa de tres plantas a juego con las demás de alrededor, tras pasar
el local de “Las Tres Escobas”.
-¿Dónde será tu fiesta, Draco?
–preguntó Luna, curiosa.
-Lovegood, ya te he dicho mil
veces que me llames Malfoy –volvió a recordarle exasperado.
-No seas grosero con mi
acompañante –dijo Zabini en tono bromista.
-Es tu acompañante pero es MI
ayudante, no lo olvides.
-Bueno –interrumpió de nuevo la
chica-, pero, ¿y dónde es la fiesta?
-En un salón libre al lado del local
“Cabeza de Puerco”
Ya en la puerta de la casa donde
se alojaban las amigas de los Slytherins se cruzaron con la ex-acompañante de
Zabini; Camila, una chica morena con una coleta alta, de ojos verdes, que salía
con su acompañante, vestida con un traje verde de tirantes y zapatos negros. Nada
más ver a Blaise le echó una mirada de indiferencia.
-Hola, Camila –saludó Draco con
aires de galantería.
-Ciao bello Draco –se acercó a él
y le dio dos besos, de sus tres amigas ella era la que peor dominaba el idioma-
come stai?
-Bien, ¿y tú, bella?
-Preparada para la fiesta –miró a
Zabini con desdén.
-Hola, Camila, veo que vas bien
acompañada… -dijo Zabini poniendo una media sonrisa y acercando más a Luna
hacia él-. Yo puedo decir lo mismo.
-Me alegro –dijo cogiendo a su
chico de la mano-. Nos vemos en el local, Draco. Buona note –se despidió mirando a Luna con algo de
recelo.
-Bonito acento. Parece simpática
–dijo Luna-, ¿cómo es que os habéis enfadado?
-Es una larga historia… -dijo
Blaise mirando hacia otro lado.
-No lo es, yo puedo contarla
–dijo Draco.
-Pero no lo harás.
-Sígueme tocando las narices y lo
haré.
"Menos mal que son amigos… -pensaba Luna- ¿Por qué pelearán? Luego la rara soy yo."
Draco llamó a la puerta de la
casa, salió Giovanna, una chica castaña, alta, de ojos marrones, con un vestido
lila que dejaba poco a la imaginación acompañado con un chal y unos zapatos del
mismo color y un moño.
-¡Draco! Mi bello ragazzo.
-Hola, estás deslumbrante –decía el
aludido sonriente cogiéndola de la mano y mostrando su típico aire de chulería.
Luna escuchaba esas palabras y le
parecía que no salían de la boca de Draco, nunca le había oído decir un piropo
en serio a alguna chica, sin palabras obscenas u ofensas camufladas. Aunque él
ya le hubiera informado de su alto rango de popularidad entre las chicas del
colegio, cosa que a ella no le parecía algo por lo que hacerse popular ni nada
del otro mundo, le oía y se sentía rara al ver cómo su acompañante se sonrojaba.
Era como si deseara que esas palabras se las dijera a ella. Zabini ya le había
dicho un par de cumplidos pero no sabía por qué prefería que se los dijera Draco.
¿Qué le estaba pasando? Ella nunca había sentido eso, ¿acaso eran celos? No,
era mejor ignorarlo por el momento. Había que seguir con el plan para no ser
reconocida por los Slytherins.
-Hola –saludó la acompañante de
Draco-, io sono
Giovanna.
-Hola –dijo Luna con una media
sonrisa sacando todos esos pensamientos en una fracción de segundo-, yo soy… Soy
–eso era algo que ninguno de los tres había pensado, el nombre de la falsa
Luna- Lara, me llamo Lara…
-Bristol –sentenció Draco
mirándola de reojo algo nervioso arqueando una ceja-, Lara Bristol.
-Una chica que vive por aquí
cerca –añadió Blaise-. ¿Guapa, eh?
-Encantada –dijo Giovanna.
-Bueno, vámonos ya –dijo Draco
poniéndose en marcha cogiendo a Giovanna del brazo intentando que no se hablara
mucho de “Lara Bristol”.
Ya en el local alquilado todo era
ritmo, risa y diversión entre todos. Lo típico entre los jóvenes magos. No
había mucha gente ya que los Slytherins eran muy selectos pero sí que había
buen ambiente con la pista llena y luces de colores por todas partes. Draco
había contratado a una especie pinchadiscos mágico situado al fondo de la sala.
Con aires de superioridad, fue saludando a todos los presentes acompañado por
Giovanna. Se sentía poderoso.
Luna se quedó con Zabini en una esquina
de la sala, él miraba a todos lados interesado a que apareciera Nott, a la vez
que intentaba charlar con Luna. Ella iba a su aire observando a la gente, y los
demás la observaban a ella, los chicos con interés y curiosidad, y las chicas
con una pizca de envidia. Zabini estaba dispuesto a aprovechar cualquier
oportunidad con ella al ver cómo había cambiado de aspecto.
-Disfruta, Lovegood, nadie te
reconoce –le dijo cogiendo un vaso de Hidromiel para ella –.
Somos la envidia
de muchos de los aquí presentes ahora mismo.
-¿Por qué? –preguntó la Ravenclaw
inocentemente.
-Porque estás, como dices tú,
“camuflada” en una belleza, vestimos bien, en resumen, esta noche
resplandecemos, simplemente –explicó con aires de galantería similares a los de
Draco.
-Oh… Gracias –dijo ella.
-No hay de qué, esta noche nos
sale todo rodado.
-¿Por?
-Intento darle celos a cierta
chica.
-¿Italiana?
-Exacto. Lo estoy consiguiendo
–dijo mirando a Camila.
-Pues la verdad es que sí, porque
ha mirado muchas veces hacia aquí ignorado a su acompañante… -comentó Luna mirando
en la misma dirección que el muchacho- Te mira de una manera especial aunque
esté enfadada.
-¿Tú crees?
-Sí, creo que le gustas mucho. Me
ha parecido ver un Nargle a su alrededor.
-De todas formas ahora estoy
empezando a tener a otra persona en mente...
Luna no sabía a qué se refería el
amigo de Draco pero se estaba empezando a sentir incómoda.
-Mira, allí está Nott vamos a
saludarlo a ver qué cara pone –dijo el chico emocionado.
-Bueno.
-Ah, e intenta cambiar un poco la
voz.
-Lamentablemente, la ventriloquía
no es lo mío –dijo sarcástica, se empezaba a cansar de estar allí, se sentía
muy observada y como si no terminara de encajar allí dentro.
La pareja cruzó una parte de la
sala hasta donde se encontraba la mente que maquinó la apuesta entre los Slytherins,
Theodore Nott.
-Hola, Diana –saludó Zabini a la
acompañante de Nott.
-Ciao, Zabini! –le dio dos besos.
-¿Qué? –le dijo Nott con sorna-
¿Qué tal la noche? ¿Has traído a alguien?
-Pues vengo muy bien acompañado,
no me canso de decirlo –detrás suyo apareció Luna algo tímida, eso de la
apuesta le seguía pareciendo estúpido.
-Hola –saludó dejando a Nott con
una mirada de pasmo.
-H-hola –logró responder
haciéndose el interesante.
-Esta es Lara, una amiga de por
aquí –dijo Zabini presumiendo-. Y tú que decías que no encontraría a nadie...
¿Nott?
Theodore seguía mirando “Lara”.
-¿Eh? Ah, si… Bueno, Lara, espero
que lo paséis bien –le dio un beso en la mano y cuando cada pareja iba a seguir
su camino le entregó con disimulo a Zabini una bolsita con resignación.
-Gracias -dijo él-. Eso para que
vuelvas a subestimarme.
-No tengas morro –dijo Draco que
se acercaba en ese momento siendo él el único que veía la entrega de los
galeones. Los tres chicos se apartaron un poco del gentío.
-Bueno, aunque hayas traído a una
chica seguro que habrás tenido que ser ayudado –dijo Nott intentando humillar
un poco a Zabiini ya que no había tenido éxito con la apuesta-. No es normal,
aquí hay Draco encerrado -dijo mirando al aludido con una cara que denotaba
sospecha.
-Te equivocas, él no ha tenido
nada que ver –dijo Zabini algo molesto de que acertara a la primera.
-Ya, ya, lo que tú digas…
-Sólo estás mosqueado porque has
perdido veinte galeones al ver que vengo con una hermosura. ¡Celoso!
-Idiota –sentenció Nott poniendo
los ojos en blanco en señal de que no le daba importancia lo que dijera Blaise-.
Buena fiesta, Draco, me voy con Diana.
-Hasta luego -se despidió el
rubio divertido por los comentarios hacia Zabini.
-¿Y Giovanna? –preguntó éste último.
-Con Camila bailando un rato.
-¿Y tú no bailas? –dijo Luna
acerándose de nuevo a los chicos.
-No me gusta.
-¿Y entonces, por qué haces una
fiesta?
-Porque quiero y porque puedo. ¿Eso a que
viene?
-Es que, se supone que las
fiestas son para estar alegre, bailar y divertirse y tú no parece que lo estés
pasando muy bien… Da igual si no bailas, a mí tampoco me va, pero tampoco
parece que te diviertas…
-Claro que lo paso bien. Estoy
fuera del colegio, con amigos, sin la pesada de Umbridge ni los idiotas de
Gryffindor, ¿qué más se puede pedir?
-¿Qué es lo que quieres?
-Ya te lo he dicho, además de
loca, sorda.
-¡Tss! No digas eso muy alto
–dijo Luna poniendo un dedo en los labios de Draco-, podrían enterarse de que
yo no soy yo y el juego se chafaría.
-¿Juego? –se extrañó Zabini.
-Sí. Silencio chicos –apartó su
dedo de la cara de Draco que le miraba con el ceño fruncido.
Los otros dos se miraron confusos
y ella se dirigió a la mesa de aperitivos.
-Mucho maquillaje pero no cambia
–dijo Zabini.
¿En realidad eso era malo?
Luna estaba haciendo muy bien su
trabajo interpretativo pero seguiría siendo ella por dentro, eso hizo que
Zabini perdiera el interés por ella a lo largo de la noche ya que le había
empezado a hablar de alguna de sus criaturas y sus demás gustos. Hubo algo que
sí le gustó de Luna, su sinceridad y sus consejos.
-Vamos, Blaise –le decía ella-.
¿De verdad quieres estar enfadado con ella cuando se marche a Italia?
-Pues no, pero se puso muy
furiosa con lo del barro.
-Yo creo que fue más bien porque
no le pediste que te acompañara a la fiesta como debía ser.
-¿Tú crees?
-Bueno, me has dicho que has sido
el único chico con el que ha pasado casi toda su estancia aquí, por algo será,
porque pretendientes no le sobran. Y dices que a su acompañante casi ni lo
conoce.
-Es cierto.
-Lo del barro seguro que lo deja
como una anécdota divertida, para mí lo sería. Ve y dile que lo sientes de
corazón, tanto lo del hechizo como que no la invitaras bien a la fiesta, verás
cómo te perdona –le hablaba como una maestra a un niño pequeño desplegando una
leve sonrisa. En el fondo Zabini no se comportaba tan mal con ella como solían
hacerlo otros de sus compañeros, decidió echarle una mano al menos dándole su
punto de vista.
Al cabo de la noche las amigas de
Draco tuvieron que marcharse pronto, ya estaban saliendo del local despedidas
por Draco cuando de repente:
-Camila –se oyó alto al fondo de
la sala-, esto es para ti –las muchachas, extrañadas, se acercaron a la pista y
vieron a Blaise al lado del tocadiscos mágico con una especie de micrófono-. Lo
siento -empezó a sonar una canción muy bonita. La chica a la que iba dirigida
estaba sorprendida, se empezó a acercar al muchacho mirándole con pasmo.
-Te has tragado tu orgullo –dijo
la morena de acento italiano con una media sonrisa.
-Te voy a echar de menos, no lo
quiero estropear.
-¡Oooooooooh! –exclamaron las
chicas de alrededor enternecidas. Luna rio para sus adentros contenta.
Todos siguieron bailando, esta
vez con Camila y Zabini en la pista.
Draco no entendía nada de lo que
pasaba, se despidió de su acompañante y siguió con sus amigos a su aire hasta
que divisó a Luna, sola, sentada en una silla arrinconada contemplándolo todo. Se
acercó y se quedó a su lado un rato sin decir nada.
-¿Que le ha pasado a Zabini?
–dijo después intuyendo que ella podía haber influido en el extraño
comportamiento de su amigo al haber pasado buena parte de la noche juntos.
-Pues que le ha pedido perdón a
alguien que le importa –respondió la chica con naturalidad.
-Y se ha expuesto a hacer el
ridículo...
-Cada uno tenemos un sentido
distinto del ridículo.
-Eso está más que claro, eres un
buen ejemplo.
-Cuando ese alguien que te
importa te perdona, el ridículo que se pueda hacer es lo de menos.
-Pareces estar muy segura de ese
tipo de cosas. ¿Es que acaso tienes a alguien con quien confirmarlo?
-No, no tengo novio si es a eso a
lo que te refieres –dijo sin inmutarse lo más mínimo con la mirada inmersa en
la pista de baile-. Te dije que has sido el primero en besarme.
-¡Baja la voz! –exclamó Draco
nervioso, para él las paredes tenían oídos-. No te preguntaba eso exactamente,
bueno, sí, ¿y qué?
-No pasa nada. Sólo que pienso
que a cualquiera, en esta caso a Zabini, a pesar de lo poco que lo conozco, le
importaría poco lo que pensara la gente en ese momento.
-Para Zabini Camila sólo es un
cuelgue.
-Yo no estaría tan segura. Además,
aunque ella se marche a Italia pueden seguir en contacto. Cuando se quiere a
alguien no importa lo lejos que se esté de esa persona… Eso lo sé por mi madre.
En ese momento Draco recordó lo
que le tenía inmerso en mar de dudas y curiosidad.
-Oye, Lovegood, dime una cosa; tu
madre ha muerto, ¿verdad?
-Sí, murió cuando tenía nueve
años –respondió está vez mirándole.
-Es que, hace poco, he visto cómo
en tu diario aparecía una extraña dedicatoria en la tapa para ti, como si tu
madre la hubiera escrito. Fue una especie de hechizo, desapareció al cabo de un
rato.
-No seas bobo, Malfoy –dijo la
muchacha con tranquilidad soltando una risa-. No voy a picar, esa broma es
cruel incluso para ti.
-¡Oye! –frunció el ceño ofendido-
Yo no juego con esas cosas. ¿Qué le pasa a tu diario? Sé que sabes a lo que me
refiero. Tal y como el mensaje estaba escrito, daba a entender que habías
hablado más veces con esa persona.
-Creo que has tomado algo en mal
estado –dijo levantándose dispuesta a irse hacia cualquier otro lado de la sala
para evitar a Draco, pero el chico la cogió del brazo.
-Oye, no me tomes por tonto –habló
esta vez más enfadado, la miraba fijamente a los ojos.
Y ella seguía serena
como cada vez que eso pasaba.
-¿Por qué te interesa tanto lo
que pueda ocurrirle a mi diario? ¿No se supone que yo te soy indiferente?
-Hemos hecho un pacto serio, y hay
aspectos de la magia con los que no se debe jugar.
-Vaya, veo que hasta tú sabes
eso.
El chico tiró más bruscamente del
brazo de Luna haciendo que estuviesen más cerca y susurró:
-Puedo arruinar tu camuflaje
ridiculizándote en presencia de toda la casa Slytherin y decir que te has
colado en una fiesta a la que no has sido invitada, y que Umbridge venga a
buscarte por no estar en tu habitación como debería ser si no me dices qué pasa
con tu dichoso diario.
-Entonces tú saldrías perdiendo
más que yo, porque a mí me castigarían, sí, pero ahora mismo todos los de tu
casa te están viendo cogerme de la cintura y quedarte a escasos centímetros de
mi cara -era cierto, en un instante Draco a había llegado a invadir su espacio,
inconscientemente la estaba agarrando de la cintura, se apartó de inmediato
pero no le soltó el brazo-. Podrían pensar que te agrada la presencia de Luna
Lovegood en tu fiesta, ya que todos sabemos que eres algo propenso a decir
mentiras, parecerías indignado pero algunos creerán que me has invitado tú y
que me has disfrazado. Puede que no, pero de todas formas, delatarme podría
darte problemas a ti también.
-Estás loca.
-Entonces tengo suerte, no todos
tienen el privilegio de pensar de esta manera.
-Por Merlín, estas muy loca.
Terminarás contándomelo tarde o temprano.
El chico la soltó alejándose y se
mezcló entre la multitud.
"No puedo contárselo… -pensaba Luna algo preocupada volviendo a
sentarse- Pero ha dicho que ha puesto un
mensaje… No sé qué debería hacer…"
De repente las luces de la sala
se apagaron de golpe y desde la entrada se oyeron quejas y fuertes alaridos
hacia los Slytherins.
-¡Hufflepuff! ¡Hufflepuff! ¡Hufflepuff!
–se oía en el exterior de la sala.
-¡Los Slytherins tenéis demasiada
cara!
Luna no veía nada.
-Son los estúpidos de Hufflepuff
quejándose de nuestra fiesta –oyó decir, reconoció que era la agresiva y
chillona voz de Pansy Parkinson.
Al parecer, varios integrantes de
la casa de los tejones empezaron a tirar bombas fétidas y huevos podridos a las
ventanas del local.
-¡Serán idiotas! –se oyó- Se van
a enterar.
Eso era muy raro, viniendo de
Hufflepuff.
Las luces seguían apagadas, sólo
se distinguían las pocas luces de la calle reflejadas en las ventanas que
manchaban los de Hufflepuff. Empezaba a oler mal. Luna ya se había chocado
varias veces con la gente desconcertada. Vio cómo unos cuantos Slytherins
salían batirse en duelo con los alborotadores. Definitivamente era hora de desaparecer,
pero se asustó al notar cómo alguien la cogía por la espalda y le tapaba la
boca.
Continuará

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