Capítulo
33:
☆☆El trance☆☆
Una extraña e inmensa calma inundaba a la joven en ese
momento. Reinaba el silencio junto a una ligera brisa. Luna se sentía flotar
como si no hubiera suelo, como si volara en una escoba sumamente despacio. Para
más sorpresa, no sentía dolor alguno, la quemazón de los mortíferos hechizos
que le propinaba su carcelera había desaparecido por completo, tampoco sentía
frío. Poco a poco, sin entender por qué, se había ido relajando desde que dejó
de notar el último Cruciatus con el que la atacaron. Sin embargo, no quería
abrir los ojos, para ella era inquietante y curioso sentir todo eso en esos
momentos, pero debía hacerlo, con lentitud y tomando aliento comenzó a mover
los párpados.
Lo primero que divisó fue un vaivén de cálidos e
intermitentes destellos con colores suaves, no se parecían nada a las pavorosas
siluetas que veía cuando estaba siendo atacada. Ya no estaba segura de si
seguía en el sótano de la mansión Malfoy. La luz la molestó al principio, por
lo que parpadeó varias veces y se llevó la mano derecha a los ojos. Cuando por
fin se acostumbró a los destellos pudo fijarse mejor en el extraño paisaje que
la rodeaba. Impactada, observó que se hallaba flotando sobre lo que parecía un
firmamento violeta repleto de estrellas multicolores. No había suelo, sólo el
interminable firmamento, y al parecer estaba sola. Si prestaba mucha atención
lo más que podía escuchar era el viento.
No
entendía lo que ocurría, pero se quedó maravillada.
¿Dónde estoy? –pensó
Luna mirando a su alrededor-… ¿Qué hago
aquí?... ¿Estaré soñando?...Quizás haya perdido el conocimiento… ¿Habré muerto?...
¿Esto es morir?... Curioso…
Pensaba que debía de estar muerta, pues no sentía dolor y
allí había un cielo, no el que idealizaba la gente, pero era un cielo, hermoso
y cubierto de astros.
Pero, si he muerto –se
decía a sí misma bastante confusa-,
entonces… ¿se acabó?... Bellatrix finalmente me ha...Vaya -lanzó un suspiro
más de sorpresa que de tristeza- ¿Vendrán
aquí todos los que mueren?... Esto es muy curioso…
De repente, escuchó un murmullo lejano. Parecía que alguien
intentaba hablarle, pero Luna no sabía bien de qué lado de ese inmenso lugar
procedían los murmullos.
-
¿Hay alguien? –preguntó Luna mirando a todos los lados sin miedo y con algo de
impaciencia- ¿Dónde estás?... No te veo.
La brisa que la acariciaba y mecía su extensa y desordenada
cabellera se volvió más fuerte y comenzó a empujarla con suavidad. Al darse la
vuelta para dejarse llevar, Luna se fijó en que en la lejanía resaltaba algo
entre tantos astros. Se había empezado a crear una gran nebulosa dorada con
pequeñas ondas azules y blancas a su alrededor, dando la sensación de que
formaban la figura de un ojo, y la extraña voz parecía hacerse más audible.
`Luna… Luna…Ven´
Según se iba acercando a ese inmenso y hermoso monumento
formado por luces y nubes, a Luna se le
pasaron muchas cosas por la cabeza; si estaba muerta, ¿quién intentaba hablar
con ella?; ¿de quién o de qué procedía esa voz? ¿de un espíritu? ¿... Un ángel?
¿... Un demonio? La incertidumbre la invadió por completo y no quería volver a
cerrar los ojos temiendo que todo eso desapareciera sin descubrir qué
significaba.
De repente, el viento cesó y Luna se quedó levitando frente
a la inmensa nebulosa a escasos metros. Lo supo en ese instante, la voz, que no
había parado de hablar mientras la joven se aceraba, procedía de dentro y le
era muy conocida.
`Luna…´
Podía haber afirmado que se trataba de un ángel. Luna sintió
una tremenda explosión de emoción en su pecho, una mezcla de euforia y de
seguridad, y habló serena:
-Estoy
aquí… mamá.
-Mi dulce Luna…
En ese momento, una hermosa magia actuó sobre la gran
nebulosa. Las ondas del cúmulo de nubes comenzaron a girar y a tomar forma con
rapidez. Luna recordó entonces la magia que desprendía su diario. La nebulosa
encogió y, en medio de un remolino de destellos, tomó la forma de Calista
Lovegood.
La joven, sorprendida, la comparó con la materialización de
una diosa del Olimpo de las obras mitológicas que solía leer. Calista era una
perfecta mezcla entre Atenea y Afrodita. Apareció con un largo vestido blanco con
brillantina y manga larga ranglan que le cubría los pies, tan holgado que con
la nueva brisa que las mecía, las ondas que se formaban en él daban la
sensación de que tenía alas de ángel tras de sí. Su pelo, tan largo como el de
Luna, brillaba junto a los astros. Parecía la diosa de ese firmamento, desprendía
sencillez y una cálida mirada hacia su hija.
Calista rodeo amorosamente con los brazos a Luna, y esta
sintió cómo el corazón se le iba del pecho por la emoción.
-Este
año puedo abrazarte antes de tiempo –le dijo Calista con voz dulce.
Luna notaba la calidez de esos brazos, era tan real que una
lágrima surcó su mejilla derecha y correspondió al abrazo en señal de
afirmación a lo que su madre acababa de decir.
-
¿Estoy soñando? –preguntó la chica aún aferrada a su madre- No puede ser,
parece tan real…
-Ni
estás soñando, ni has muerto, Luna –dijo Calista riendo.
-¿Entonces,
qué ha pasado? –preguntó aún abrazada a su madre- Hace unos instantes estaba
siendo torturada y ahora… Me encuentro aquí… ¿Me has traído tú?
-No
del todo, cielo mío –respondió Calista, se separaron del abrazo con lentitud y
continuó hablando-, sabes que mi poder está dentro del diario, pero he ayudado
a traerte.
-¿Me
has introducido en el diario?
-Sí,
Luna. Antes de todo, recuerda; el hechizo del diario puede llegar a ser muy
poderoso.
Yo seré consciente de lo que tú quieras transmitirme, pero a la vez
puede ser solo tuyo. No es solo nuestra conexión y el baúl de tus secretos.
Puede haber más.
-¿Más?
-Es
un tipo de magia poderosa y complicada, y en malas manos, peligrosa, ya lo
sabes. Con todo esto quiero explicarte que, hace tiempo se creó un nuevo
vínculo, te di un regalo por ello, ¿lo recuerdas?
-El
diario gemelo –dijo Luna con sorpresa mirando hacia otro lado por un instante.
-Exacto.
Noté la conexión tan fuerte que tenías con ese muchacho, por lo que decidí
haceros la situación más fácil. Aunque eso ya lo supondrías…
El año anterior, en su quinto curso, sola en su habitación,
cuando el diario se abrió el día de su cumpleaños, Luna le contó a su madre, de
la manera más breve que pudo, todo lo que le ocurrió en su cuarto curso y todo
sobre su situación con Draco y que él decidió finalmente quedarse con el
segundo diario, al menos eso creía Luna en ese momento. La joven no pudo hacer
demasiadas preguntas, ya que el hechizo que afectaba a Calista casi no la
dejaba hablar ni permanecer materializada mucho tiempo. Por lo tanto, aunque Luna
siempre intuyó las intenciones de su madre al crear el segundo diario, sentía
que Calista tenía muchas cosas que decirle sobre la situación con Draco y muchos
consejos y consuelo que darle después de haberle contado todo esa noche.
Siempre pasaba lo mismo en todos sus cumpleaños, Luna ya se
había acostumbrado, por muchas preguntas que pudiera tener y por mucho que le
pudiera contar, Calista sólo podía escucharla. Y la conversación en su
cumpleaños era corta, solo podía disfrutar el momento contemplándola.
-Ya
sabes lo que te conté la última vez que nos vimos, lo que me ocurrió con él
–dijo Luna recordando cómo compartía sus pensamientos y lágrimas con su madre
sobre todo lo ocurrido en su cuarto curso-… ¿A eso se le puede seguir llamando
vínculo? Después de mi cumpleaños han pasado más cosas todavía…
-Lo
sé, Luna. Sabes que velo por ti y los tuyos desde el otro lado. Lo que siento
es no poder hablarte lo suficiente para guiarte. Y sí, ese vínculo, aún está
latente. Si no, no estarías ahora mismo aquí.
-¿Quieres
decir que aún lo conserva?
-He
de confesarte que, la noche de tu cumpleaños no solo te hablé a ti… Aproveché
para observar desde el diario gemelo a Draco. No me sorprendió encontrarle
repasando las páginas de vuestras antiguas conversaciones…Esa fue la única vez que volvió abrirlo hasta
esta noche. Luna, él me ha ayudado a enviarte aquí.
La
joven enmudeció de sorpresa.
-El
nuevo vínculo del que te hablaba me permite comunicarme con los dos –siguió
explicando Calista extrañamente más seria que antes-. Tenemos un problema,
Luna, esta magia es peligrosa y un mago como Voldemort será capaz de desatarla,
necesita vida y seguridad, y ansía poder. En cuanto Bellatrix pierda los
nervios y le llame, cosa que puede suceder en cuestión de minutos, tus secretos
serán revelados y tu vida peligrará aún más. Sin mencionar la de tu padre y la situación
de Draco y su familia. Sé que entenderás que si quieres que tu estancia aquí no
peligre más y que Voldemort no obtenga más poder, este diario debe ser
destruido.
Aunque las últimas palabras de su madre le causaron
tristeza, todo iba teniendo más sentido para Luna. Pero se tendría que deshacer
de su tesoro más preciado, no tendría otro modo de volver a conectar con ella,
y quizás tampoco con Draco, pero era necesario destruirlo, por el bien de
todos.
-Lo
comprendo –susurró la muchacha.
-Luna,
en el exterior se ha parado el tiempo un instante para que podamos hablar, no
nos queda mucho, y no solo yo quería darte un mensaje. Antes de todo, quiero
que pase lo que pase fuera, mantengas la calma –Calista recuperó la sonrisa-,
sé que podrás.
-Podré,
por el bien de todos -asintió Luna más alegre-. Solo una cosa –dijo Luna con un
hilo de voz-, dame un último abrazo.
Su madre, con mirada serena, correspondió al abrazo. Luna
suspiró y no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas de emoción.
-Esto
no es un adiós, amor mío.
-Lo
sé, pero…
Luna sentía la calidez de los brazos de su madre y una
parte de ella sentía que, si pudiera elegir, se quedaría allí encerrada para
siempre con ella, fundidas en ese abrazo eternamente. Pero había que vivir, y
para ello había que luchar.
-Recuerda,
no estás sola, nunca lo estarás.
De repente la brisa volvió a hacerse más fuerte, y los
brazos de Calista más fríos y ligeros.
Luna alzó la vista y observó cómo su madre volvía a
desaparecer como siempre ocurría con la misma magia que en su cumpleaños. Ambas
se despidieron de la misma manera, solo que esta vez Calista no regresaría para
el próximo cumpleaños de su hija.
La muchacha hizo un gesto con la mano de despedida, con una
sonrisa en los labios y los ojos inundados de lágrimas, mientras veía alejarse
a su ángel de la guarda.
Pero algo extraño pasaba, ¿por qué no desaparecía ella
también? Miró de nuevo a su alrededor esperando alguna señal.
-¡Luna!
–exclamó otra voz conocida a sus espaldas.
El corazón de la joven no había parado de latir
frenéticamente desde que escuchó las primeras llamadas de Calista en ese mágico
lugar, pero ahora, aunque latía igual de
rápido, los sentimientos eran un poco distintos.
-¿Draco?
Aunque la voz del chico le pareció lejana al principio, al darse
la vuelta aparecieron el uno frente al otro a escasos centímetros en un abrir y
cerrar de ojos. Estuvieron un instante mirándose a los ojos con sorpresa.
-La
he visto –dijo Luna rompiendo el silencio-, he hablado con ella –estaba más
contenta.
Sin embargo, Draco parecía muy apesadumbrado. La verdad,
llevaba así desde que su familia empezó a estar en el punto de mira del Señor Tenebroso
y este decidió usar su casa. Notaba que todo estaba yendo demasiado lejos, desde
hacía mucho. Nunca estuvo preparado para su misión, no estaba preparado para
ser mortífago y mucho menos tenía madera de asesino. Se sentía tan preso como
Luna, y el verla siendo torturada le hizo darse cuenta de la fortaleza que
guardaba la joven en su interior. La admiraba.
-Luna,
se nos acaba el tiempo. Perdóname por lo que voy a hacer.
-Entiendo.
Sé lo que va a pasar en cuanto volvamos –suspiró-, pero no me importa. Tan solo
necesito saber ciertas cosas; Eras tú el tercer mortífago que acompañaba a
Bellatrix hace un rato, ¿verdad? Estabas observándolo todo desde los barrotes.
-Sí…
-¡Lo
sabía!
-Escucha,
tu madre comenzó a intentar conectar conmigo en sueños hace unos días, antes de
que llegaras. El diario gemelo empezaba a actuar por sí solo, y comprendí que
tenerlo aquí sería arriesgado. Al principio, cuando me lo diste, no quise
abrirlo, pensaba que se me haría difícil olvidarlo todo si lo hacía, lo guardé en
uno de mis baúles y lo llevé conmigo a Hogwarts el año pasado, por si acaso –explicó
desviando un poco la mirada-. Pero desde que tu madre empezó a advertirme de
que vendrías, comencé a investigar sus mágicas cualidades y descubrí que podía
introducirme en él, tal y como estamos ahora.
-¿En
serio? –preguntó Luna con asombró sin poder evitar mirar a su alrededor- No
sabía que podía hacer eso, mi madre no me dijo nada y nunca me dio ninguna
pista de que pudiese manifestar su magia de esta forma.
-En
realidad, no creo que fuera consciente de ello, ha sido como una especie de
hechizo que inventamos a medias. Ella me ayudó al final, cuando le explique mi
idea, después de que me advirtiera del peligro estuvimos buscando una manera de
contactar contigo de forma segura, y como a ella siempre le gusto experimentar como me contaste...
-Brillante
–sonrió la chica.
-Siento
que tengas que deshacerte del diario, pero…
-Es
peligroso –interrumpió Luna asintiendo-. Y tanto tú como yo podemos salir
perjudicados, tu familia también corre grave peligro. Entiendo tu postura, ya
sabes que yo también haría lo que fuera necesario para proteger a los que
aprecio –Luna tomó la mano del joven en señal de consuelo-, no pasa nada,
Draco.
-Sabes
que no solo lo hago por mis padres, ¿verdad? No quiero que te hagan más daño
–dijo el chico ruborizado y temeroso de que Luna pensase que se estaba dejando
llevar por el egoísmo.
-Yo…
Lo sé, todo lo que me has dicho me demuestra que el Draco que me gusta sigue
ahí.
-Tú
hiciste a ese Draco –dijo en voz más baja-. Pero ya no queda nada de él en mí.
-No
lo creo –dijo Luna con una media sonrisa-. Simplemente pienso que desperté un
poquito al Draco que me gusta y aún está ahí, lo sé.
-Tan
solo soy un cobarde egoísta.
-Pues
yo estoy viendo mejor de qué lado estás en realidad, y los motivos que te
empujan a actuar de esta manera. El otro Draco aún está en ti, siempre ha
estado.
-Eres
demasiado pura. Somos polos muy opuestos –dijo apretando la mano que la chica
le estrechaba-. Sigues causando un poderoso efecto en mí…-el muchacho se acercó
más ella y examinó la comisura de los labios de la joven con una mirada de
deseo a la que ella empezaba a ceder- No sé qué pasará después, Luna, pero sé
que esto es necesario para todos…
-Estoy
preparada para lo que tenga que pasar. De verdad.
-Por
eso… te admiro. Yo no sería tan fuerte como tú.
-Eso
no lo puedes saber hasta que no te pongan a prueba.
-Esto
es un adiós definitivo, entonces…
-Eso
parece.
-Solo
te pediré una última cosa.
-¿Cuál?
-Cuando
volvamos a la realidad tendremos que hacer que nada de esto ha ocurrido, que
nunca nos unimos por ningún motivo, y cada uno tendrá que defender su bando… No
podré soportar todo eso sin un último beso de estos labios –dijo acariciando la
boca de Luna con el pulgar muy suavemente.
-Yo
tampoco podré soportarlo -la chica suspiró y se aferró a él con deseo.
Los jóvenes unieron sus labios pasionalmente sintiendo de
nuevo una explosión de emociones. Lo necesitaban desde hacía mucho tiempo. La
verdad, a pesar de lo que Draco había dicho, no sabían del todo si ese sería el
último beso y su último adiós, pero lo intuían, como la vez que se despidieron
en la torre del reloj en Hogwarts. No sabían qué sentir, sólo querían dejarse
llevar porque en ese momento se necesitaban.
Al terminar el prolongado beso, aún abrazados, se volvieron
a hablar con la mirada, sus ojos irradiaban un extraño éxtasis.
-Siempre
nos quedarán los recuerdos –dijo Luna.
-Siempre…
Los destellos comenzaron a moverse y a parpadear más
rápido. Ese universo artificial dentro del diario les obligaba a salir. Ambos
vieron desvanecerse al contrario, pero
no dejaron de tomarse de la mano.
De repente Luna se sintió mareada y volvió a divisar
extrañas sombras, lo comprendió al instante. Al haberse introducido en el diario
no sentía dolor, pero las incómodas sensaciones y la quemazón de los Cruciatus
volverían en cuanto saliera, debía estar preparada para todo, el dolor físico
no podía ser una excepción. Se sentía segura y decidida tras ese trance. Cuando
dejó de sentir la calidez de la mano de Draco, cerró los ojos.

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