23 abril 2018

Cap33☆


Capítulo 33:

El trance

Una extraña e inmensa calma inundaba a la joven en ese momento. Reinaba el silencio junto a una ligera brisa. Luna se sentía flotar como si no hubiera suelo, como si volara en una escoba sumamente despacio. Para más sorpresa, no sentía dolor alguno, la quemazón de los mortíferos hechizos que le propinaba su carcelera había desaparecido por completo, tampoco sentía frío. Poco a poco, sin entender por qué, se había ido relajando desde que dejó de notar el último Cruciatus con el que la atacaron. Sin embargo, no quería abrir los ojos, para ella era inquietante y curioso sentir todo eso en esos momentos, pero debía hacerlo, con lentitud y tomando aliento comenzó a mover los párpados.

Lo primero que divisó fue un vaivén de cálidos e intermitentes destellos con colores suaves, no se parecían nada a las pavorosas siluetas que veía cuando estaba siendo atacada. Ya no estaba segura de si seguía en el sótano de la mansión Malfoy. La luz la molestó al principio, por lo que parpadeó varias veces y se llevó la mano derecha a los ojos. Cuando por fin se acostumbró a los destellos pudo fijarse mejor en el extraño paisaje que la rodeaba. Impactada, observó que se hallaba flotando sobre lo que parecía un firmamento violeta repleto de estrellas multicolores. No había suelo, sólo el interminable firmamento, y al parecer estaba sola. Si prestaba mucha atención lo más que podía escuchar era el viento.

No entendía lo que ocurría, pero se quedó maravillada.

¿Dónde estoy? –pensó Luna mirando a su alrededor-… ¿Qué hago aquí?... ¿Estaré soñando?...Quizás haya perdido el conocimiento… ¿Habré muerto?... ¿Esto es morir?... Curioso…

Pensaba que debía de estar muerta, pues no sentía dolor y allí había un cielo, no el que idealizaba la gente, pero era un cielo, hermoso y cubierto de astros.

Pero, si he muerto –se decía a sí misma bastante confusa-, entonces… ¿se acabó?... Bellatrix finalmente me ha...Vaya -lanzó un suspiro más de sorpresa que de tristeza- ¿Vendrán aquí todos los que mueren?... Esto es muy curioso…

De repente, escuchó un murmullo lejano. Parecía que alguien intentaba hablarle, pero Luna no sabía bien de qué lado de ese inmenso lugar procedían los murmullos.

- ¿Hay alguien? –preguntó Luna mirando a todos los lados sin miedo y con algo de impaciencia- ¿Dónde estás?... No te veo.

La brisa que la acariciaba y mecía su extensa y desordenada cabellera se volvió más fuerte y comenzó a empujarla con suavidad. Al darse la vuelta para dejarse llevar, Luna se fijó en que en la lejanía resaltaba algo entre tantos astros. Se había empezado a crear una gran nebulosa dorada con pequeñas ondas azules y blancas a su alrededor, dando la sensación de que formaban la figura de un ojo, y la extraña voz parecía hacerse más audible.

`Luna… Luna…Ven´

Según se iba acercando a ese inmenso y hermoso monumento formado por  luces y nubes, a Luna se le pasaron muchas cosas por la cabeza; si estaba muerta, ¿quién intentaba hablar con ella?; ¿de quién o de qué procedía esa voz? ¿de un espíritu? ¿... Un ángel? ¿... Un demonio? La incertidumbre la invadió por completo y no quería volver a cerrar los ojos temiendo que todo eso desapareciera sin descubrir qué significaba.

De repente, el viento cesó y Luna se quedó levitando frente a la inmensa nebulosa a escasos metros. Lo supo en ese instante, la voz, que no había parado de hablar mientras la joven se aceraba, procedía de dentro y le era muy conocida.
`Luna…´
Podía haber afirmado que se trataba de un ángel. Luna sintió una tremenda explosión de emoción en su pecho, una mezcla de euforia y de seguridad, y habló serena:

-Estoy aquí… mamá.

-Mi dulce Luna…

En ese momento, una hermosa magia actuó sobre la gran nebulosa. Las ondas del cúmulo de nubes comenzaron a girar y a tomar forma con rapidez. Luna recordó entonces la magia que desprendía su diario. La nebulosa encogió y, en medio de un remolino de destellos, tomó la forma de Calista Lovegood.

La joven, sorprendida, la comparó con la materialización de una diosa del Olimpo de las obras mitológicas que solía leer. Calista era una perfecta mezcla entre Atenea y Afrodita. Apareció con un largo vestido blanco con brillantina y manga larga ranglan que le cubría los pies, tan holgado que con la nueva brisa que las mecía, las ondas que se formaban en él daban la sensación de que tenía alas de ángel tras de sí. Su pelo, tan largo como el de Luna, brillaba junto a los astros. Parecía la diosa de ese firmamento, desprendía sencillez y una cálida mirada hacia su hija.

Calista rodeo amorosamente con los brazos a Luna, y esta sintió cómo el corazón se le iba del pecho por la emoción.

-Este año puedo abrazarte antes de tiempo –le dijo Calista con voz dulce.

Luna notaba la calidez de esos brazos, era tan real que una lágrima surcó su mejilla derecha y correspondió al abrazo en señal de afirmación a lo que su madre acababa de decir.

- ¿Estoy soñando? –preguntó la chica aún aferrada a su madre- No puede ser, parece tan real…

-Ni estás soñando, ni has muerto, Luna –dijo Calista riendo.

-¿Entonces, qué ha pasado? –preguntó aún abrazada a su madre- Hace unos instantes estaba siendo torturada y ahora… Me encuentro aquí… ¿Me has traído tú?

-No del todo, cielo mío –respondió Calista, se separaron del abrazo con lentitud y continuó hablando-, sabes que mi poder está dentro del diario, pero he ayudado a traerte.

-¿Me has introducido en el diario?

-Sí, Luna. Antes de todo, recuerda; el hechizo del diario puede llegar a ser muy poderoso. 
Yo seré consciente de lo que tú quieras transmitirme, pero a la vez puede ser solo tuyo. No es solo nuestra conexión y el baúl de tus secretos. Puede haber más.

-¿Más?

-Es un tipo de magia poderosa y complicada, y en malas manos, peligrosa, ya lo sabes. Con todo esto quiero explicarte que, hace tiempo se creó un nuevo vínculo, te di un regalo por ello, ¿lo recuerdas?

-El diario gemelo –dijo Luna con sorpresa mirando hacia otro lado por un instante.

-Exacto. Noté la conexión tan fuerte que tenías con ese muchacho, por lo que decidí haceros la situación más fácil. Aunque eso ya lo supondrías…

El año anterior, en su quinto curso, sola en su habitación, cuando el diario se abrió el día de su cumpleaños, Luna le contó a su madre, de la manera más breve que pudo, todo lo que le ocurrió en su cuarto curso y todo sobre su situación con Draco y que él decidió finalmente quedarse con el segundo diario, al menos eso creía Luna en ese momento. La joven no pudo hacer demasiadas preguntas, ya que el hechizo que afectaba a Calista casi no la dejaba hablar ni permanecer materializada mucho tiempo. Por lo tanto, aunque Luna siempre intuyó las intenciones de su madre al crear el segundo diario, sentía que Calista tenía muchas cosas que decirle sobre la situación con Draco y muchos consejos y consuelo que darle después de haberle contado todo esa noche.

Siempre pasaba lo mismo en todos sus cumpleaños, Luna ya se había acostumbrado, por muchas preguntas que pudiera tener y por mucho que le pudiera contar, Calista sólo podía escucharla. Y la conversación en su cumpleaños era corta, solo podía disfrutar el momento contemplándola.

-Ya sabes lo que te conté la última vez que nos vimos, lo que me ocurrió con él –dijo Luna recordando cómo compartía sus pensamientos y lágrimas con su madre sobre todo lo ocurrido en su cuarto curso-… ¿A eso se le puede seguir llamando vínculo? Después de mi cumpleaños han pasado más cosas todavía…

-Lo sé, Luna. Sabes que velo por ti y los tuyos desde el otro lado. Lo que siento es no poder hablarte lo suficiente para guiarte. Y sí, ese vínculo, aún está latente. Si no, no estarías ahora mismo aquí.

-¿Quieres decir que aún lo conserva?

-He de confesarte que, la noche de tu cumpleaños no solo te hablé a ti… Aproveché para observar desde el diario gemelo a Draco. No me sorprendió encontrarle repasando las páginas de vuestras antiguas conversaciones…Esa  fue la única vez que volvió abrirlo hasta esta noche. Luna, él me ha ayudado a enviarte aquí.

La joven enmudeció de sorpresa.

-El nuevo vínculo del que te hablaba me permite comunicarme con los dos –siguió explicando Calista extrañamente más seria que antes-. Tenemos un problema, Luna, esta magia es peligrosa y un mago como Voldemort será capaz de desatarla, necesita vida y seguridad, y ansía poder. En cuanto Bellatrix pierda los nervios y le llame, cosa que puede suceder en cuestión de minutos, tus secretos serán revelados y tu vida peligrará aún más. Sin mencionar la de tu padre y la situación de Draco y su familia. Sé que entenderás que si quieres que tu estancia aquí no peligre más y que Voldemort no obtenga más poder, este diario debe ser destruido.

Aunque las últimas palabras de su madre le causaron tristeza, todo iba teniendo más sentido para Luna. Pero se tendría que deshacer de su tesoro más preciado, no tendría otro modo de volver a conectar con ella, y quizás tampoco con Draco, pero era necesario destruirlo, por el bien de todos.

-Lo comprendo –susurró la muchacha.

-Luna, en el exterior se ha parado el tiempo un instante para que podamos hablar, no nos queda mucho, y no solo yo quería darte un mensaje. Antes de todo, quiero que pase lo que pase fuera, mantengas la calma –Calista recuperó la sonrisa-, sé que podrás.

-Podré, por el bien de todos -asintió Luna más alegre-. Solo una cosa –dijo Luna con un hilo de voz-, dame un último abrazo.

Su madre, con mirada serena, correspondió al abrazo. Luna suspiró y no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas de emoción.

-Esto no es un adiós, amor mío.

-Lo sé, pero…

Luna sentía la calidez de los brazos de su madre y una parte de ella sentía que, si pudiera elegir, se quedaría allí encerrada para siempre con ella, fundidas en ese abrazo eternamente. Pero había que vivir, y para ello había que luchar.

-Recuerda, no estás sola, nunca lo estarás.

De repente la brisa volvió a hacerse más fuerte, y los brazos de Calista más fríos y ligeros.

Luna alzó la vista y observó cómo su madre volvía a desaparecer como siempre ocurría con la misma magia que en su cumpleaños. Ambas se despidieron de la misma manera, solo que esta vez Calista no regresaría para el próximo cumpleaños de su hija.

La muchacha hizo un gesto con la mano de despedida, con una sonrisa en los labios y los ojos inundados de lágrimas, mientras veía alejarse a su ángel de la guarda.

Pero algo extraño pasaba, ¿por qué no desaparecía ella también? Miró de nuevo a su alrededor esperando alguna señal.

-¡Luna! –exclamó otra voz conocida a sus espaldas.

El corazón de la joven no había parado de latir frenéticamente desde que escuchó las primeras llamadas de Calista en ese mágico lugar, pero ahora,  aunque latía igual de rápido, los sentimientos eran un poco distintos.

-¿Draco?

Aunque la voz del chico le pareció lejana al principio, al darse la vuelta aparecieron el uno frente al otro a escasos centímetros en un abrir y cerrar de ojos. Estuvieron un instante mirándose a los ojos con sorpresa.

-La he visto –dijo Luna rompiendo el silencio-, he hablado con ella –estaba más contenta.

Sin embargo, Draco parecía muy apesadumbrado. La verdad, llevaba así desde que su familia empezó a estar en el punto de mira del Señor Tenebroso y este decidió usar su casa. Notaba que todo estaba yendo demasiado lejos, desde hacía mucho. Nunca estuvo preparado para su misión, no estaba preparado para ser mortífago y mucho menos tenía madera de asesino. Se sentía tan preso como Luna, y el verla siendo torturada le hizo darse cuenta de la fortaleza que guardaba la joven en su interior. La admiraba.

-Luna, se nos acaba el tiempo. Perdóname por lo que voy a hacer.

-Entiendo. Sé lo que va a pasar en cuanto volvamos –suspiró-, pero no me importa. Tan solo necesito saber ciertas cosas; Eras tú el tercer mortífago que acompañaba a Bellatrix hace un rato, ¿verdad? Estabas observándolo todo desde los barrotes.

-Sí…

-¡Lo sabía!

-Escucha, tu madre comenzó a intentar conectar conmigo en sueños hace unos días, antes de que llegaras. El diario gemelo empezaba a actuar por sí solo, y comprendí que tenerlo aquí sería arriesgado. Al principio, cuando me lo diste, no quise abrirlo, pensaba que se me haría difícil olvidarlo todo si lo hacía, lo guardé en uno de mis baúles y lo llevé conmigo a Hogwarts el año pasado, por si acaso –explicó desviando un poco la mirada-. Pero desde que tu madre empezó a advertirme de que vendrías, comencé a investigar sus mágicas cualidades y descubrí que podía introducirme en él, tal y como estamos ahora.

-¿En serio? –preguntó Luna con asombró sin poder evitar mirar a su alrededor- No sabía que podía hacer eso, mi madre no me dijo nada y nunca me dio ninguna pista de que pudiese manifestar su magia de esta forma.

-En realidad, no creo que fuera consciente de ello, ha sido como una especie de hechizo que inventamos a medias. Ella me ayudó al final, cuando le explique mi idea, después de que me advirtiera del peligro estuvimos buscando una manera de contactar contigo de forma segura, y como a ella siempre le  gusto experimentar como me contaste...

-Brillante –sonrió la chica.

-Siento que tengas que deshacerte del diario, pero…

-Es peligroso –interrumpió Luna asintiendo-. Y tanto tú como yo podemos salir perjudicados, tu familia también corre grave peligro. Entiendo tu postura, ya sabes que yo también haría lo que fuera necesario para proteger a los que aprecio –Luna tomó la mano del joven en señal de consuelo-, no pasa nada, Draco.

-Sabes que no solo lo hago por mis padres, ¿verdad? No quiero que te hagan más daño –dijo el chico ruborizado y temeroso de que Luna pensase que se estaba dejando llevar por el egoísmo.

-Yo… Lo sé, todo lo que me has dicho me demuestra que el Draco que me gusta sigue ahí.

-Tú hiciste a ese Draco –dijo en voz más baja-. Pero ya no queda nada de él en mí.

-No lo creo –dijo Luna con una media sonrisa-. Simplemente pienso que desperté un poquito al Draco que me gusta y aún está ahí, lo sé.

-Tan solo soy un cobarde egoísta.

-Pues yo estoy viendo mejor de qué lado estás en realidad, y los motivos que te empujan a actuar de esta manera. El otro Draco aún está en ti, siempre ha estado.

-Eres demasiado pura. Somos polos muy opuestos –dijo apretando la mano que la chica le estrechaba-. Sigues causando un poderoso efecto en mí…-el muchacho se acercó más ella y examinó la comisura de los labios de la joven con una mirada de deseo a la que ella empezaba a ceder- No sé qué pasará después, Luna, pero sé que esto es necesario para todos…

-Estoy preparada para lo que tenga que pasar. De verdad.

-Por eso… te admiro. Yo no sería tan fuerte como tú.

-Eso no lo puedes saber hasta que no te pongan a prueba.

-Esto es un adiós definitivo, entonces…

-Eso parece.

-Solo te pediré una última cosa.

-¿Cuál?

-Cuando volvamos a la realidad tendremos que hacer que nada de esto ha ocurrido, que nunca nos unimos por ningún motivo, y cada uno tendrá que defender su bando… No podré soportar todo eso sin un último beso de estos labios –dijo acariciando la boca de Luna con el pulgar muy suavemente.

-Yo tampoco podré soportarlo -la chica suspiró y se aferró a él con deseo.

Los jóvenes unieron sus labios pasionalmente sintiendo de nuevo una explosión de emociones. Lo necesitaban desde hacía mucho tiempo. La verdad, a pesar de lo que Draco había dicho, no sabían del todo si ese sería el último beso y su último adiós, pero lo intuían, como la vez que se despidieron en la torre del reloj en Hogwarts. No sabían qué sentir, sólo querían dejarse llevar porque en ese momento se necesitaban.

Al terminar el prolongado beso, aún abrazados, se volvieron a hablar con la mirada, sus ojos irradiaban un extraño éxtasis.

-Siempre nos quedarán los recuerdos –dijo Luna.

-Siempre…

Los destellos comenzaron a moverse y a parpadear más rápido. Ese universo artificial dentro del diario les obligaba a salir. Ambos vieron  desvanecerse al contrario, pero no dejaron de tomarse de la mano.

De repente Luna se sintió mareada y volvió a divisar extrañas sombras, lo comprendió al instante. Al haberse introducido en el diario no sentía dolor, pero las incómodas sensaciones y la quemazón de los Cruciatus volverían en cuanto saliera, debía estar preparada para todo, el dolor físico no podía ser una excepción. Se sentía segura y decidida tras ese trance. Cuando dejó de sentir la calidez de la mano de Draco, cerró los ojos.
Continuará




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