15 abril 2018

Cap23☆


Capítulo 23:

La noche en vela

Había pasado una hora desde que los jóvenes descansaron para la cena.

        El aula estaba poco iluminada, las pocas velas que había rodeaban el pupitre situado en el centro de la clase ocupado por Draco trabajando sin ganas, estaba rodeado de bobinas de hilo y de más utensilios del costurero que le había prestado Luna, la extensa tela del tapiz casi rodeaba su asiento, eso era buena señal, significaba que ya había unido la mayor parte de los trozos y le iba quedando menos para acabar.

        Mientras él trabajaba enfurruñado, la chica iba dando vueltas por el aula curioseando y de vez en cuando supervisaba el trabajo realizado por un Draco cada vez más impaciente.

-¿Quieres dejar de dar vueltas? –preguntó el muchacho sin apartar la vista del tapiz.

-No sé por qué te enfadas, has avanzado bastante –le respondió ella mirando por una ventana observando el cielo nocturno que la dejaba cautivada.

-Me quejo porque esto es un asco. No entiendo cómo te puede gustar Lovegood –tras eso se pinchó con la aguja, no era el primer pinchazo, se ofuscaba.

-Hay cosas que me gustan y no entiendo por qué me gustan.

Él no prestó atención a ese comentario ponía atención a su dedo.

-¡Me he vuelto a pinchar! –exageró– ¡No acabaré nunca!

-No hace falta que te pongas así… -dijo posando la vista en él apartándose de la ventana –

       Fuiste tú el que decidió quedarse toda la noche, mañana también teníamos tiempo –se encogió de hombros.

-He dicho que acabaré –dijo volviendo al trabajo.

-Mira que eres cabezota…

-Calla. Tú también lo eres.

-Cada uno en su medida. Ya me vas conociendo –sonrió.

      La chica volvió a ocupar su sitio al lado del muchacho observando de nuevo cómo cosía. Observó que Draco se había puesto serio tras su último comentario.

-Al principio me daba miedo conocerte…-dijo él reflexivo.

         Luna no pudo evitar volver a ponerse tan nerviosa como siempre. Draco era el único que la hacía sentirse así y confusa por todo, ahora era el único que ocupaba su mente, desde hacía poco, pero de una forma muy intensa.

-Lo sé… ¿Y ahora?

-Ahora no me conozco ni yo –le miró de reojo.

¿Por qué está tan serio? –pensaba ella- Siento que quiere decirme algo pero no se atreve.

Sentía que eran capaces de hablarse a través de sus intensas miradas.

La situación volvía a ponerse como esa tarde.

-¿Alguna vez has sentido que una parte de ti te dice una cosa y otra parte te dice otra? –preguntó de repente él.

-Pues claro, soy humana –rió la chica-. Espera, te estás volviendo a hacer un lio- le dijo volviendo a entrelazar sus dedos a los del muchacho como esa tarde como su fuese una marioneta, para ello tuvo que acercarse más volviendo a quedar a escasos centímetros de él-. Es así- le corrigió nerviosa.

       Cuando Draco volvió a coger el patrón a seguir la chica se disponía apartarse de nuevo pero él comenzó a coser por otro lado haciéndolo mal a propósito para que Luna se volviese a acercar y seguir con las manos unidas. Mientras no paraba de mirarla.

-Sí que estoy hecho un lío.

        Definitivamente Draco había encontrado el motivo de sus extraños pensamientos y actos. Luna Lovegood se había introducido en cada recoveco de su mente. Su sonrisa le hacía ponerse nervioso, sus palabras le importaban más que las de los demás, su risa le hacía sonrojar, el verla llorar le consumía, su mirada le hacía sentirse en un mar de placer y los efímeros besos que compartieron le llevaron al paraíso como ninguna otra chica había conseguido nunca.

      Pero no podía ser, era raro peligroso, complicado, imposible...Y peligroso puesto que con ella era una persona diferente y no sabía si eso era bueno o malo. Él quería seguir siendo él, pero Luna le sacaba una faceta distinta. Sólo ella tenía ese extraño poder.

      Necesitaba saber si lo que sentía era algo o una mera atracción porque si no era importante no quería seguir pensando en ella y en cuanto terminase el pacto la olvidaría por completo.

Era hora de sincerarse con él mismo.

      En ese momento seguían el uno frente al otro muy cerca notando la respiración y embriagándose del aroma de Luna la volvió a mirar a los ojos, ella estaba concentrada en el tapiz evitando más contacto visual.

-Te noto más extraña que de costumbre –le dijo.

-Eso ya me lo has dicho –respondió con inocencia y naturalidad.

-¿Por qué?

-¿Te interesa? –seguía en tono inocente sin posar sus ojos en él.

-Nunca te he visto nerviosa. Ni siquiera el día en el que casi te quedas en un coma permanente –dijo recordando su tarde en el lago.

-¿Sabes? Yo también me sorprendo de mí misma respecto a este tipo de reacciones. También estoy hecha un lío.

-Pues no se te ve preocupada, más bien suspiras.

-¿Quieres saber que hago cuando una parte de mi me dice una cosa y otra me dice otra? Escucho a mi corazón.

        Luna notaba que entre ellos había un agujero que se llenaba de las cosas que no se decían. Ella no se atrevía a explicarle a Draco lo que sentía hacia él desde hacía días. A veces pensaba que no ocurriría nada malo si se lo explicaba, que él la correspondería al haber visto cómo actuaba últimamente con ella, pero sentía un poco de miedo. No podía ser era complicado, peligroso,…pero no imposible ya que no lo había intentado.

Cada uno estaba inmerso en sus complicados pensamientos.

Pasaron otras dos horas.

-Ya casi estamos terminando –dijo Luna contenta bostezando.

-Menos mal que hoy no me tocaba hacer la ronda de prefecto…-se le pegó el bostezo a él también.

-No queda nada.

       El chico observó la cara de sueño de Luna, empezó a sentirse mal tras obligarle a quedarse hasta altas horas de la noche trabajando. El extraño “poder” que Luna tenía sobre él despertaba su conciencia.

-Sólo queda un trocito -repitió ella.

         Con los ojos atentos en la tela, ambos  surcaban el tapiz con más destreza que antes hasta que…

-¡Por fin! –exclamaron los dos al unísono. Levantaron la mirada, Luna sonriente y él aliviado.

     Se levantaron para doblar la obra con cuidado como si doblaran una sábana en el momento en que la chica le entregó el tapiz a Draco, éste quedó sorprendido al posar su mirada en las manos de la chica.

-Lovegood, la marca, se te ha quitado.

-¡Vaya! –dijo Luna mirando su mano sonriente- ¡Ha funcionado! Todo ha salido bien –le miró contenta a lo que él asintió.

-Bueno.

-Bueno…Empezaré a recoger –dijo volviendo al pupitre.

     Draco se dirigió hacia la puerta con el tapiz en las manos a paso muy lento. Escuchó cómo la chica empezaba a tararear dulcemente mientras recogía. Titubeó un poco pero al final decidió ayudarla antes de irse.

      Se acercó de nuevo a ella con la misma lentitud que cuando iba hacia la puerta dejando el tapiz en el pupitre de al lado.

Luna se sorprendió tras su acción pero no dio muestras de ello.

-Gracias –le dijo solamente sonriéndole.

Él, algo serio, asintió mirándola de reojo.

-¿Te ocurre algo? –le volvió a cuestionar- Deberías estar contento, hemos terminado, ya te has librado del castigo –se encogió de hombros sin entender la postura tan melancólica del Slytherin.

         Cuando terminaron de recoger Luna cogió su costurero con la tapa entreabierta dando unos pasos entre los pupitres tropezó sin darse cuenta con su bolso naranja que en ese momento estaba el suelo. Malfoy, cerca de ella, la sostuvo por el brazo en un acto reflejo impidiendo que cayese de bruces mientras ella dejaba caer el costurero y todo lo que contenía.

Ambos se agacharon para volver a recoger.

-Mira que eres torpe –dijo Draco suspirando.

-Gracias por sostenerme…

        Arrodillados y de nuevo frente a frente sus manos volvieron chocaron entre los objetos esparcidos por el suelo. Se miraron de nuevo a los ojos y Luna no pudo evitar sentir una extraña adrenalina al notar que la mirada del chico era mucho más intensa y decidida que antes. Le seguían impactando esos ojos.

Entonces Draco se armó de valor dispuesto a aclararse de una vez por todas.

-Escucha, Lovegood…

         Ella inmóvil e impacta con un extraño presentimiento de que algo iba a pasar asintió con lentitud esperando a que el muchacho continuara.

-Sé que ahora mismo…-no sabía cómo explicarse, pero estaba dispuesto a seguir el consejo de la chica escuchar al corazón- estás diferente, lo noto, y tú has notado que últimamente…

-También estás diferente –dijo Luna a lo que él asintió.

-Creo que no podré sentirme a gusto, digo, que no podré volver a ser yo del todo hasta que no… compruebe una cosa.

-¿Qué… cosa?

          En ese momento Draco se levantó ágilmente tomando la mano de Luna ayudándola a que se pusiera de pie también.

         Nerviosos, con la adrenalina a flor de piel se fueron acercando hasta quedar de nuevo a poquísimos centímetros. El joven, sujetando a la chica de las manos con delicadeza, dio el último y minúsculo paso para que sus labios se posaran de nuevo en los que tanto ansiaba. Luna se quedó estática y llena de sorpresa por un breve instante pero cerró los ojos y correspondió al beso con dulzura e intensidad sin poderse resistir. Cuando Draco notó que Luna no hacía amago de retroceder intensificó más el beso llevando una mano a la mejilla de la chica regalándola una caricia y otra en su cintura mientras ella entrelazaba las manos a su cuello.

         Ambos sentían que en ese momento dejaban la tierra, nada importaba, dejaron de pensar para encerrarse en un universo en el que sólo había lugar para ellos dos, sólo ellos con sus caricias y emociones, sentían ese beso como la llave hacia el paraíso que estaban compartiendo y que no querían abandonar por nada ni por nadie.

        Ese beso era de verdad, mágico, puro y rebosante de pasión. No podía compararse a los anteriores.

        Se separaron un poco para tomar aire, aún abrazados con la respiración algo agitada y levemente sonrojados.

-¿Ya has comprobado lo que tenías que comprobar? –musitó Luna hablando lentamente con su peculiar tono de voz.

-Sí…-habló igual de bajo sin soltarla- Me temo que ya he averiguado lo que me pasa…

-¿Temes?...-se preocupó pensando que esta vez al chico no le había gustado el beso y se avergonzaba de lo que había hecho.

-Es muy difícil de explicar Lovegood.

-Creo que yo también me he aclarado. Lo mío también es difícil –se entristeció bajando levemente la mirada- De locos diría yo…Y como tú dijiste una vez: ¿Quién entiende a una lunática?

-Otro lunático –dijo tomándola de la barbilla para que subiera la mirada.

-No veo a ningún otro loco por aquí, aparte de mí.

-Te equivocas, has conseguido que me vuelva loco… por ti –dijo volviendo a besarla a lo que ella le supo corresponder con menos destreza que él pero dulcemente de nuevo ascendiendo a su propio universo.

      Sabían que era raro, complicado, peligroso… pero en ese momento sólo querían deleitarse con los labios del otro. Transmitiéndose sus más escondidas sensaciones con mucha dulzura solamente procesada en besos y abrazos. Y él único testigo de ello era el hermoso e intenso candor de los rayos de luna de esa noche que estaban pasando en vela.

Continuará






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