SOY UNA MONEDA
Un olor a metal
me invadió. Me encontraba rodeada de figuras cilíndricas que entrechocaban
entre ellas haciendo resonar el extraño escenario en que me encontraba, que
parecía un estrecho cubículo en forma de hexágono. Parecía que estaba en
movimiento, como si de una especie de nave blindada en movimiento se tratase.
En el techo del
cubículo en el que rebotábamos había una estrecha rendija por la que entraba la
luz pero no lograba distinguir nada concreto... Cuando la luz intensa iluminó a
una de las figuras que se hallaban a mi lado me pude fijar mejor en su forma:
era pequeña y redonda de un intenso color dorado y en una de sus caras se
mostraba el símbolo del euro.
Entendido, hoy
era una moneda y supongo que debía de encontrarme en una hucha.
Intenté
distinguir algún sonido del exterior porque notaba que el interior era
demasiado frío y silencioso. Pude ver tras el intenso rayo de luz intermitente
que empezó a entrar por la rendija que mis compañeras eran igual de frías que
el ambiente en el que respiraba -aunque no se si en ese momento al ser tal
objeto podría seguir respirando-, el caso es que el estaban mudas. Notaban la
presencia del resto, pero les daba igual. Cada una tenía un valor distinto y en
su otra cara llevaban diferentes dibujos; algunas tenían personajes históricos
grabados, otros animales... Me preguntaba qué tendría grabado yo en mi reverso
hasta que otro haz de luz me reflejó en una de las paredes plateadas de la
hucha y haciendo un efecto espejo me vi a mi yo humano grabada y en movimiento
dentro de la moneda. Eso me sorprendió un poco y a la vez me intimidó. Mi
figura era extraña y me hizo recordar al personaje el Hombre de hojalata de El
Mago de Oz, como si estuviese maquillada de color plata y dorado., pero no era
maquillaje. Aun así, al verme en ese breve instante seguía con la curiosidad de
saber qué tendría grabado en el otro lado.
¿Qué valor tendría?
No sé por qué esa pregunta empezó
a preocuparme sobre manera.
Al mismo tiempo
también pensaba en cuánto camino le quedaría por recorrer al dueño de la hucha,
porque desde que había despertado de mi extraño letargo el pesado vaivén no
había cesado ni un momento.
Creo que lo
mejor de ser moneda -si llego a salir de la hucha-, es que podría recorrer el
mundo de forma rapidísima a través is dueños pasajeros. Estaría bien cambiar de
bolsillo a monedero... Ver varios mundos desde la mano de otros. Pero me seguía
embargando la duda de cual sería mi valor exacto en este mundo de transición.
Sin saberlo con certeza, el poco o el desmesurado valor que poseía lograba
abrir puertas a otros para alcanzar sus objetivos. Apreciaba a su vez que
algunos tuvieran cabeza para saber conservarme.
Supongo que
cada uno llegamos a tener un valor que llega a ser incalculable, dependiendo de
la situación y el objetivo a lograr. El caso es contagiar a los otros del valor
que transmitimos para ayudarles a abrir sus propias puertas.
"Poderoso caballero es Don dinero".
(Quevedo).
"Llevo dentro de mí mismo un peso
agobiante: el peso de las riquezas que no he dado a los demás. "
(Tagore).
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